—¿Entonces significa que vas a dejar el plan de guerra, las locas ideas de ignorarme y me darás el derecho a retractarme de lo que he dicho? Muevo la cabeza ligeramente de un lado hacia otro y metiendo el dedo índice en mi boca, balbuceo —No... Lo sé. —¡No te comportes de esa manera, es una idiotez! —gruñe nuevamente molesto. Deseosa de más, y más chocolate, tomo la cuchara de plata que se encuentra cerca de la fuente de galletas y la sirvo al tope de la cremosa y tibia mezcla de cacao con avellanas. —No es ninguna idiotez —contesto sin mirarle—. Es una gran verdad. No te imaginas lo que siento en éstos momentos. Ni siquiera eres consciente de cuánto me costó asumir que quiero estar contigo de todas las formas posibles —llevo la cuchara a mis labios, devoro en cuestión de segundos

