—Te dije que sonaría surrealista —concilio—. Pero qué vas a entender si no lo conoces. Si no estuviste allí, y no viste lo que fue capaz de hacer por mí —me pongo de pie, y me acerco a ella—. Hace un rato me preguntaste el porqué de mis mensajes cortantes y esporádicos, o porqué estuve tanto tiempo en Arabia —estiro mi mano y aprieto suavemente su antebrazo—. Su nombre es Rashid, lo acusaron injustamente de secuestro y determinante de un intento de suicidio. Él accedió a pagar un tratamiento en el plazo de dos meses, con el cuál ayudarme. Ayudarme a salir del alcoholismo y la depresión. También pagó tu internación aquí en Roma. Y junto a mi terapeuta decidieron que durante el proceso, mi comunicación contigo fuese vigilada y controlada. Rashid ha sido tan perfecto conmigo, que cuidó hasta

