"Cuándo llegue el día en que te marches y ya no te vuelva a ver". Tomo una inmensa bocanada de aire y depuro su oración en silencio. Observo con desatención la postal urbanizada, excéntrica, sublime de la capital arábica y, reflexiono lo que me ha dicho. Los rayos del sol impactan contra los cristales del automóvil. El cielo de éste distrito particular llamado Olaya; (cuyo nombre logro reconocer gracias a señalizaciones de tránsito traducidas al inglés) se torna de un azul que parece anunciar tempestad. Giro lentamente la cabeza y miro hacia la derecha; los sitios gastronómicos abundan y las aceras en nada se le asemejan a Roma. Aquí no hay un epicentro dónde se concentren los comercios, las grandes empresas, el arte, el entretenimiento y el oficio. A diferencia de mi ciudad nata

