—No lo tengo que pensar demasiado —digo con rapidez y convicción—. Sí. Sí quiero salir a cenar contigo. Salir a cenar contigo... Y algo más. ¡Quiero más contigo! Levanta el mentón y arrogante, sonriente, inigualablemente apuesto, se separa de mí, y me guiña el ojo. —Entonces, ¿por qué no vas a comer algún bocado, te alistas y sales de compras? —¡¿De compras?! —exclamo con asombro—. ¿Cómo voy a salir de compras si no conozco mucho del centro? ¡Si ni siquiera tengo dinero! Carcajea y pasando por mi lado, sus dedos tocan el bolsillo de mis shorts. Unos holgados, cómodos y frescos shorts de algodón. —Ahora lo tienes —susurra cerca mío, erizándome uno a uno, los vellos de la piel—. Tienes mucho dinero. Cómprate un lindo vestido. Ve al salón de belleza. Invita a Meredith si gustas, e

