—Perfecto —Se mofa entre carcajadas secas, soberbias, detestables—. La puntualidad, Nicci, es algo fundamental bajo mi techo., si no te encuentro lista a las siete: saldrás del dormitorio como sea que estés vestida. Asciendo el último peldaño, me recargo con los codos sobre el barandal y reprimiendo dolor, rabia, la sensación de humillación permanente, esbozo una sonrisa desafiante. ¡Me agradaría de verdad verle intentar algo semejante! —Genial —mascullo venenosa, mirándole con valentía—. Espero con ansias ese momento: tú mismo poniéndote en ridículo delante de los invitados. ¡Incluso te haría los honores —Redoblo sin importarme la reacción de un loco, un obsesivo sujeto cuyo carácter es una bomba nuclear a punto de explotar— saliendo desnuda para así abochornar a los presentes. En

