Sus manos acarician con suavidad cada hebra de mi cabello; escucho sus latidos brincando con agitación y son sus brazos los que me envuelven, me aprietan con tanto afán que me siento segura. —Ya no llores —pide por lo bajo—, sólo fue un mal sueño. Niego y descuidadamente rozo mi nariz en su torso desnudo —No fue un mal sueño —digo entre hipidos—. Tampoco una pesadilla. Fue la escena completa de esa noche. —¿De qué escena me estás hablando, Nicci? —pregunta con evidente confusión. —¡La de ellos! —sollozo—. ¡La de la noche que me atormentó durante muchísimos sueños! Sumergidos en la oscuridad del cuarto, Rashid me separa de su cuerpo y deslizando sus dedos por mi frente vuelve a cuestionar —¿Quiénes son ellos? —Mi hermanastra y mi ex novio —mascullo con veneno, mordiéndome los la

