ETHAN
Había decidido no regresar a la mansión, Madison seguramente ya se encontraba allí y yo no estaba preparado para afrontar a una extraña dentro de mi espacio, algo que tanto he cuidado después del accidente, y ahora me he complicado tanto la existencia.
Las palabras que la madre de Madison me había dicho en aquella llamada retumbaban en mi mente, pasaba pensando en lo que tenía que hacer con ella ¿Es verdad? ¿Por eso aceptó tan rápido contraer matrimonio con un desconocido? tenía muchas dudas que me estaban volviendo loco y ansioso.
Sabrina llamaba una vez a la semana a la oficina del casino en la ciudad, me informaba lo que mi nueva esposa hacia día a día, confirmando las palabras de Grace.
Parece que la inocencia que se mostraba en esa foto era solo un espejismo de una simple imagen bien capturada.
Sabrina se quejaba de una mujer altanera, prepotente, de alguien que había llegado a la mansión a imponer sus reglas. También ha dicho que Madison es una mujer consentida por su padre, conocedora de la buena vida y acostumbrada a obtener lo que deseaba a como dé lugar, refinada y con excelentes modales.
Entonces decidí que había llegado el momento de enfrentarla, de regresar a poner orden en mi casa, no permitiría que nadie llegara a sabotear mi tranquilidad ni así sea la misma madre del futuro heredero Lennox.
- Hola hijo ¿Aún en la ciudad? te hacía disfrutando de tu luna de miel. – Mi papá siempre con sus comentarios tan crudos.
- ¡Tan gracioso! Pero ya se te cumplirá muy pronto ser abuelo, voy saliendo para la mansión. – Mi papá no podía contener su alegría.
- ¡Quiero conocerla! investigué un poco sobre tu esposa y la gente murmura que es realmente hermosa. – Rodé los ojos.
- No lo sé papá, eso es algo que averiguaré. Necesito que cites al abuelo, tíos y toda esa bola de cretinos... festejaré mi cumpleaños y quiero aprovechar para hacer de su conocimiento mi boda y mis próximos planes de ser padre. – Tenía 10 años sin aceptar recibir a nadie en la mansión, es lógico ver la reacción de sorpresa de mi papá.
- Aún no conoces a tu mujer y ya te está cambiando, eso sí es algo para aplaudir. – Una vez más con su sarcasmo.
- ¡Ni lo sueñes padre! jamás pasará algo asi... esto es simplemente para dejarles claro que la fortuna Lennox no es de nadie más que mía. ¡Ah! por cierto, ocúpate de que el tío Sebastián y su hijo no falten a la reunión. – Sebastián y su hijo Dereck siempre fueron mis rivales más fuertes todo el tiempo, al igual que yo, peleaban por ser los únicos ceos del gran imperio de la familia.
Cogí mi móvil y salí de la oficina, el jet estaba listo para llevarme de regreso, gracias a qué he hecho crecer los negocios de la familia puedo tener una vida llena de lujos, viajo en avión privado y así evito las miradas incómodas.
El olor en la mansión es extraño… ¿Chocolate? llamé a Jazmín quien se acercó de inmediato. Mi nana tiene mi respeto y puedo decir que es la única persona que puede opinar sobre mis acciones.
- ¿Dónde está? – Pregunté por Madison.
- En la habitación, ella es... – No quería escuchar lo que Jazmín quería decirme sobre mi esposa, me fui.
Al abrir la puerta todo estaba en completa oscuridad, ni siquiera tenía televisor pues lo había enviado a retirar, de hecho, desaparecí cualquier cosa que iluminara. Busqué un cambio de ropa, para después ducharme.
Enseguida noté que Madison fingía estar dormida, las sábanas se movían rápidamente, seguramente su respiración se está agitando intentando ayudar a su nariz a absorber más aire.
Durante las semanas que estuve lejos analicé mi nueva situación como casado y decidí que una vez tuviese a mi hijo estaría dispuesto a darle su libertad a mi ahora esposa para que pudiese conseguir a otro hombre, además ya estaba acostumbrada a postularse al mejor candidato.
- Sé que estás despierta niña... – Esperó unos minutos para descubrirse.
- Biii...Bien... bienvenido. – ¿Por qué habla así? levanté la mirada para observarla. Salió de entre las sábanas quedando de pie, mi padre tenía razón es realmente bella. Sus ojos como la miel brillaban en el interior de la habitación. Es hermosa, tiene un rostro angelical, cualquiera pensaría que es una chica inocente, inclusive yo lo hubiese creído, afortunadamente me enteré a tiempo quien es realmente Madison Armstrong.
- ¿Por qué estás en ese aspecto? – Su ropa era horrible, una bata enorme que parecía fantasma, con vacas sonriendo.
- Lo si... sien... siento... yo estaba por dormir. – Me puse de pie para llegar hasta ella.
Di pequeños pasos indecisos para ir hasta donde se encontraba, el miedo una vez más se apoderaba de mí, no podía olvidar el desagradable día en que Mia me despreció después del accidente...
FLASH BACK
- Mi amor te extrañé... – Extendí mis brazos, mi prometida llegaba a la habitación, la necesité demasiado, ella iba a ser mi salvación para pasar este trago amargo.
Su silencio me tenía preocupado, solo miraba mi rostro que aún estaba cubierto con un ligero vendaje.
- ¿Es broma? – Bruscamente jaló el vendaje, dejando expuesto mi rostro.
- ¡Auch! ¡Qué te pasa Mía! – Le reclamé su acción.
- ¡Tú no puedes ser! – Esperaba otra reacción de su parte, no lo sé, tal vez un abrazo, un te extraño, pero no... su rostro ha sido de horror.
- ¿Qué te sucede Mía? solucionare mi condición. – Mi corazón latía fuerte.
- ¡Eres un monstruo! ¡Yo no puedo estar con alguien como tú! – Comenzó a llorar.
- Juntos lo superaremos. – Intenté tocar su mano.
- ¡No! ¿Qué no entiendes? ¡Eres horrible! ¡No puedo seguir a tu lado! lo siento… – Mi inseguridad creció y jamás logré recuperar mi autoestima.
No podía creer que esos dos maravillosos años que viví junto a Mia se hayan ido al demonio ¿Entonces su amor nunca fué real?
Desde aquel día pagaba por sexo, obligaba a las mujeres a ingresar al cuarto sin que girasen a mirarme, cubría sus ojos con una corbata, les daba placer hasta hacerlas llegar al borde de la locura, sus gemidos era algo tan satisfactorio para mis oídos; las utilizaba y pagaba bien después de satisfacer mis necesidades como hombre, nunca sabían que era conmigo, el monstruo de la mansión para quien se desnudaban y entregaban al deseo s****l.
El amor para mí no existía, la lealtad y la estupidez de serle fiel a una misma persona era algo absurdo.
FIN DE FLASH BACK
- No me haga daño. – Madison cerró los ojos y en voz baja repetía que no la hiriera.
- ¿Qué dices? – Grité, me enfurecía que todos piensen que soy un inhumano.
- Tengo claro para que estoy aquí, mi padre me lo ha dicho todo, no pondré resistencia, únicamente le pido que no me haga daño. – Por sus mejillas rodaban lágrimas.
- Explícame ¿Para qué piensas que estás aquí? – Se ruborizó.
- Usted quiere una esposa para tener un hijo, eso ha dicho mi padre. – Su voz es dulce, me gusta hacerla hablar.
- Si… es exactamente lo que estoy buscando, así es que te pido que mañana por la noche después de que terminé mis labores me esperes en esta misma habitación con algo mas decente, no quiero esta basura que traes ahora, entonces quedará finiquitado el motivo por el cual te compré como mi esposa y futura madre de mi hijo. – Sali de la habitación, necesitaba beber algo.
Me dirigí a la cocina, busqué el alcohol más fuerte que tenía en casa, había quedado impresionado con Madison, ella posee una belleza natural, su olor es exquisito, su voz es relajante, bastaron escasos minutos para quedar bobo por mi esposa.
No tenía el valor para regresar al espacio donde ella se encontraba, así que le pedí a Sabrina que acondicionara una habitación provisional para mí, por esta noche dormiría lejos de Madison.
Bebí hasta perder la conciencia sobre mí, recordando lo cruel que había sido el destino conmigo. Si mi vida fuese otra podría enamorar a una chica tan hermosa como Madison o jamás haber perdido a Mia. Lloraba lagrimas amargas, como siempre lo hacía en la oscuridad.
Sabrina quería quedarse en mi compañía, como muchas otras noches que le permitía ser mi servidora s****l, ella siempre repetía que estaba dispuesta a darme el hijo que tanto he pedido, jamás la tomaría en cuenta, ella es una mujerzuela más, de día trabaja en la mansión y cuando el sol se oculta acude al bar donde busco mujeres para saciar mi sed por ellas.
Al siguiente día desperté con un dolor inmenso de cabeza, me excedí de alcohol y ahora pagaba las malditas consecuencias. Inmediatamente pedí a Jazmín que prepara algo delicioso para poder bajar mi malestar.
Hoy tendré que poner toda mi concentracion para no perderme en los ojos de Madison y así terminar por desecharla, una vez la utilice y logre mi objetivo. No puedo tener bajo el mismo techo a una mujer que me atrae tanto. Ella no puede llegar a mover mi vida fingiendo ser la esposa perfecta y sumisa.
- ¡Toc, toc! – Llamaron en mi habitación.
- ¡Adelante! – Grité fuerte, no tenía humor para nadie.
- Su desayuno está listo. – Giré al escuchar la voz de Madison.
- Coloca la charola en la mesa y lárgate. – Odio mi carácter.
Sin decir nada hizo lo que le pedí, en silencio y sin mirarme en ningún momento ¿Es tan obediente o simplemente intenta mostrarme lo que no es?
- ¡Espera! – Sujeté fuerte su brazo.
- Dígame. – Temblaba.
- No vuelvas a venir hasta mi si yo no lo pido, tu estas para obedecerme, aquí se hace lo que yo ordene ¿Has entendido? – La solté lanzándola a unos pasos lejos de mí.
- Lo siento, yo solo quería ser amable, pero ya veo que es usted un mal educado, patán. – Salió huyendo de mí.
El resto de la tarde atendí mis negocios desde casa, sin salir de la habitación. También mandé a traer un joya costosa para Madison, seré agradecido con quién cumple mis deseos y ella me ayudará a ser el hombre más rico y poderoso, no solo del pueblo si no también de la ciudad completa, así que como recompensa pedí un lindo anillo con una enorme piedra , elegante y hermoso.
Tomé unas horas para descansar, aún tenía la resaca por el vino y para recuperarme de la pésima idea de beber alcohol lo mejor sería dormir. La noche llegó, tenía que ir de regreso a la habitación que compartía con Madison.
¡Maldición! ¡¿Por qué demonios estoy nervioso?! Con ninguna mujer me ocurría algo parecido, inclusive con Sabrina que me conocía perfectamente, ella ya había observado mi rostro completo y no me intimidaba follarla duro y fuerte sin la máscara que cubría mi penoso rostro.
¡Ahora no me puede estar pasando esto! Salí furioso con rumbo a mi habitación, antes cogí la caja con el pago para Madison.
Mis pasos eran firmes, fuertes y seguros, llegué hasta la habitación, todo estaba en completa oscuridad, solo con la pequeña lámpara en el mueble que se encontraba al costado de la cómoda.
Ahí estaba ella, sentada en la esquina de la cama, temerosa y con un vestido que le iba a la perfección.
Fuí directo a mi rincón favorito, desde este punto y el cual había ubicado yo mismo, la observé, desde aquí podía mirar cualquier parte de la habitación sin que nadie notase que yo estaba en ella.
- Me alegra que hayas entendido bien mis instrucciones, que seas puntual y obediente. - No levantaba el rostro.