Capítulo 1

2604 Words
Leyendo una parte del libro que consideró importante, Maison colocó su dedo índice sobre el párrafo y luego tomó el lápiz destacador con su otra mano y lo llevó a su boca, donde le quitó la tapa con sus dientes. Terminando de subrayar con un amarillo brillante todo el párrafo, sacó su dedo y le colocó nuevamente la tapa al lápiz. Con eso listo, corrió el libro hacia arriba por la mesa y empujó en su lugar su cuaderno, anotando lo que había descubierto. Tan concentrado estaba, que cuando su teléfono detuvo la música que escuchaba a través de sus audífonos, ni siquiera se percató de ello hasta que este vibró repentinamente a su lado, lo que provocó que diera un pequeño brinco en su asiento de la pura sorpresa. Empujando sus lentes más arriba por el puente de su nariz, aquellos ojos color chocolate observaron a su alrededor por la biblioteca y luego se concentró en su celular. Tomándolo de la mesa, soltó un pequeño suspiro al ver que se trataba de la alarma que había colocado para recordarse a sí mismo que debía de ir a su trabajo de medio tiempo. Como el señor Clifford, su jefe, odiaba que cualquiera de sus empleados llegara tarde, Maison se había ahorrado escuchar su interminable regaño sobre la responsabilidad colocando alarmas casi treinta minutos antes de que comenzara su turno, de esa forma, podía irse tranquilamente sin temor de llegar tarde. Apagando la alarma, Maison se vio invadido nuevamente por la música de la playlist que tenía especialmente para cuando estudiaba. Apagándola, se quitó los audífonos grandes de sus orejas y se quedó quieto al escuchar en un murmullo bajo el nombre de su novio. Sin poder evitarlo, Maison se concentró en escuchar lo que ambas chicas en la mesa detrás de él hablaban, halagando sin parar a Roniel Steele tanto por su voz como por su belleza, con aquel cabello rubio hasta casi los hombros y esos dulces ojos grises. Lo que ambas mujeres no sabían, es que el cabello natural de Roniel no era realmente de un rubio cálido, sino que de un castaño claro que había sido teñido. ¿Cómo es que lo sabía él? Fácil, Maison no solo era el fan número uno, sino que también era el amante de este. Exactamente, el famoso cantante en ascenso, Roniel Steele, era su pareja hacía cuatro largos años. Pero obviamente, un detalle como ese no podía ser revelado, no considerando la carrera de su pareja, donde los medios y otros famosos envidiosos siempre intentaban sabotear el otro y no cuando, luego de un largo esfuerzo, el talento de Roniel finalmente estaba siendo reconocido por todos. Siendo así, era obvio que Maison no podía reclamarle a Roniel que no le dijera a los demás que tenía pareja, estando en su mejor momento y con la mayoría de sus seguidores siendo del bando femenino, obviamente un atractivo cantante soltero era mucho más atrayente que uno gay y con pareja. Especialmente cuando al lado de Roniel, Maison no creía que fuera la gran cosa. Escuchando con una gran sonrisa como ambas mujeres seguían hablando de su pareja, Maison comenzó a guardar sus cosas. Abandonando silenciosamente la biblioteca de su universidad, Maison atravesó el campus y caminó hasta su trabajo, el cual no se encontraba tan lejos. Esa fue la razón por la que quiso trabajar ahí, a pesar de que a veces la actitud de sus clientes no era la mejor, o tenía que soportar el mal humor de su jefe cada vez que este discutía con su esposa. Mientras caminaba por la calle, Maison no podía evitar que la sonrisa en su rostro simplemente creciera al encontrarse con grandes carteles de Roniel en los edificios o artículos de su mercancía, siendo expuestos para la venta en múltiples tiendas de la avenida. Parecía que, en cada lugar en el cual colocara su atención, podía encontrarse con algo relacionado a este, lo cual solo le hacía sentirse orgulloso por su pareja. Llegando al edificio donde se encontraba la cafetería, Maison entró por la puerta trasera para empleados y fue directamente hacia la sala destinada a guardar sus pertenencias. Parándose frente a su casillero, sacó su uniforme. Este era simplemente una camiseta negra y un mandil o delantal verde con el eslogan característico del Starbucks en el cual trabajaba, una de las tantas sucursales que había por toda la ciudad. Buscando su teléfono, Maison la encontró en un bolsillo exterior de su mochila. Entrando en los chats, pinchó en el de su pareja y un suave suspiro escapó de entre sus labios sin intención tras contemplar que este no había respondido ninguno de los mensajes que le había enviado durante el día. Fue un poco decepcionante aquello, pero considerando que Roniel le había avisado con anticipación que estaría ocupado ese mes, entendía que no siempre tuviera tiempo para responderle. Y sería injusto quejarse al respecto cuando a veces era él quien no respondía los mensajes de su pareja al estar ocupado estudiando o trabajando. Quitándole el sonido para dejarle en vibración, Maison lo guardó en el bolsillo de su jeans. Cerrando la puerta, se encontró de frente con una compañera. —Hola, Mariza —sonrió hacia la pequeña castaña pecosa. —Hola, Mai —saludó. —Maison —corrigió, arrugando su nariz. En realidad, Maison estaba bien con los sobrenombres cuando eran con buena intención, pero si había algo que realmente no podía dejar pasar, era que las personas cortaban su nombre, después de todo, no es como si este fuera demasiado largo como para hacer aquello. —Cierto, lo olvidé —dijo con una risita dulce. Al observar a su compañera alzar una mano y enredar un dedo en un mechón, Maison tuvo un mal presentimiento. —Entonces... ¿Estás disponible el sábado? —preguntó directamente. —En realidad, tenía pensado estudiar este fin de semana, pronto tendré un examen en la universidad —respondió. —Yo también tendré un examen pronto —exclamó con emoción—. ¿Quedamos para estudiar juntos? —preguntó tomando su mano. —Solo para aclarar —pronunció Maison, observando su mano—. ¿Lo dices porque realmente quieres estudiar conmigo? —preguntó, inclinando ligeramente su cabeza en lo que le observaba. —Depende, ¿si digo que no me dejarás invitarte a una cita? —preguntó risueña. —Lo siento, pero en realidad, no salgo con mujeres —anunció. Mariza le observó, inclinó su cabeza, parpadeó un par de veces y luego sus labios pintados formaron una perfecta "o" al comprender sus palabras. —Eres gay —exclamó. —Sí —respondió, con una ligera risa en la cual sus ojos color chocolate se volvían pequeños. —Eso es muy triste porque eres alguien realmente encantador —suspiró su compañera—. Mi gay radar ni siquiera se encendió contigo. —Yo dije exactamente lo mismo cuando le pregunté —comentó Layla, dirigiéndose a su propio casillero. —¿Lo invitaste a salir? —preguntó Mariza con sorpresa. —Claro, Maison es atractivo, caballero y dulce, es un buen partido —expresó obvia la pelirroja mujer—. Pero me rechazó con lo mismo. —Es una pena —suspiró Mariza y Maison rió abandonando la sala—. ¿Puedo saber cómo te gustan los chicos? —preguntó, siguiéndole. —¿Por qué? —le observó curioso. —Porque mi hermano también es gay —anunció sonriente. —Dulce, pero también tengo pareja —informó, deteniéndose para marcar su entrada. —¿Es en serio? —preguntó Mariza, observando a Layla que los había alcanzado. —Tiene un novio misterioso —bufó Layla. —Hey, no es misterioso —se quejó, esperando a que ambas registraran su entrada. —Dice que tiene pareja, pero nunca nadie lo ha visto —explicó Layla a Mariza, ignorándolo. —Que no lo hayan visto no significa que sea mentira, solo que es un hombre ocupado —indicó Maison, caminando por el pasillo con sus compañeras. —Pero si es sospechoso que nadie lo haya visto nunca —indicó Layla—. Es más, de todo el tiempo que llevo trabajando aquí, te he visto irte con tu compañero de cuarto, pero nunca con alguien más —argumentó. —Porque, como dije, es un hombre ocupado —reitero. —A mí me suena a que es una excusa para rechazar a personas —comentó Layla y su otra compañera asintió. —Es la mejor forma de rechazar a alguien —apoyó Mariza. —Te acabo de rechazar y no te dije que tenía una pareja —le recordó, abriendo la puerta y permitiendo que ambas pasaran primero. —Pero me lo dijiste inmediatamente cuando mencioné a mi hermano —indicó. Negando, Maison dejó el tema tan pronto como salió al frente de la tienda, no queriendo que su jefe los atrapara hablando cuando, supuestamente, ya habían comenzado el turno. —¿Quién se queda en la barra hoy? —preguntó. —Ayer estuve en las mesas con Samu —anunció Mariza. —Yo en la caja con la zuripanta —dijo Layla y Mariza rió bajo. —Es Zuri —pronunció la rubia mujer con su ceño fruncido. —Es lo mismo —desestimó Layla, con un encogimiento de hombros. Y siendo claro que ninguna de las dos ocultaba su desagrado por la otra, Maison decidió interrumpir aplaudiendo. —De acuerdo, entonces que Samu y Mariza estén en las cajas hoy, Zuri en la barra, y Layla yo en las mesas —planeó. —¿Y a ti quién te convirtió en nuestro líder? —cuestionó Zuri, alzando una ceja. —¿Quieres estar en las mesas con Layla? —preguntó y esta arrugó su rostro alejando para ir a la barra. —Eso creí —asintió Layla. —Cuando vean a Samu avísenle que estará en la caja —pidió Maison antes de alejarse con su compañera pelirroja. —Entonces, ¿algún día podré conocer a tu novio no falso? —preguntó Layla. —Creo que tienes que limpiar una de tus mesas —indicó Maison, señalando con una sonrisa un par de adolescentes que abandonaban la tienda dejando todo sobre la mesa. —Tontos adolescentes sin modales —refunfuñó su compañera alejándose. Observando sus mesas designadas para procurar que ninguna estuviera desatendida, los ojos de Maison instintivamente repararon en una pareja cariñosa públicamente, y una pequeña punzada de envidia le atravesó. Desde el comienzo de su relación, Roniel nunca había sido así de cariñoso abiertamente con él debido a su carrera. Y en un principio, Maison estaba bien con ello, después de todo, estando a solas, Roniel era tan cariñoso como no podía serlo durante el día, pero... Con el pasar de los años, él solo... Había comenzado a desear más cosas. Pero la popularidad de Roniel aumentó con el tiempo, lo que volvió lo imposible aún más inaccesible. Razón por la cual, su relación seguía siendo un secreto para el mundo, menos cuando se encontraban en el departamento de este. "Tal vez me siento ansioso porque no estoy pasando tanto tiempo con él como antes" Pensó Maison con cierta tristeza, moviéndose para entregar pedidos. Cuando Roniel recién estaba comenzando su carrera como cantante, ambos habían sido como uña y mugre, estando siempre juntos, ayudándole en lo que más pudiera para que triunfara y su talento fuera reconocido. Maison incluso retrasó su entrada a la universidad por ello, queriendo juntar dinero y a su vez ayudar a su novio, para después pausar su carrera tras completar un año para apoyar a Roniel cuando este comenzó a ser reconocido. Y una vez que Roniel cumplió con una de sus metas, es que Maison decidió retomar sus estudios, lo que en consecuencia provocó que ya no pasaran tanto tiempo juntos como antes. Pero así como Roniel estaba cumpliendo con su sueño y alcanzando sus metas, Maison también había querido estar a la altura de su pareja, lo que le llevó a tomar aquella decisión. ¿Le entristecía que el tiempo que pasaba con Roniel se hubiera cortado considerablemente? Por supuesto que sí, había pasado de estar la mayoría del día con él, de salir juntos en sus días libres, a compartir apenas una llamada durante la semana, mensajes cada vez que uno tenía tiempo y una que otra visita sorpresa en el mes que nunca duraba demasiado a menos que se quedara con Roniel en su departamento, cosa que hasta eso se estaba volviendo difícil debido a los fans obsesivos y los paparazzi que seguían a su novio. Entregando un pedido, los labios de Maison se estiraron en una suave sonrisa cuando escuchó a un grupo de tres hablando activamente de Roniel y sus canciones. Aunque su sonrisa titubeó un poco, cuando escuchó el nombre de Ciara aparecer en la conversación. Ciara Petersen era una hermosa mujer famosa que tenía una carrera como modelo, la cual había estado trabajando con Roniel últimamente, y de quien... Su novio se había hecho amigo. Como siempre, tanto los medios como los fans trataban de unirlos, a pesar de que obviamente no sucedía nada entre ambos, por lo que había comprobado él mismo. Y como su novio era una super estrella, por supuesto que no era la primera vez que el mundo intentaba unirlo con alguien más, por lo que Maison pocas veces prestaba atención a ese tipo de rumores. Cuando una de sus mesas llamó su atención, Maison se acercó listo para anotar el pedido. —¿En qué es lo que puedo ayudarle? —preguntó, sacando una libreta y lápiz de uno de sus bolsillos. —Lo mismo de siempre está bien —anunció aquella voz, y Maison inmediatamente alejó su mirada de la libreta para concentrarse en su cliente. Y a pesar de la capucha, los lentes de sol y la mascarilla, Maison inmediatamente reconoció a su novio cuando aquellos ojos grises le observaron sobre el marco de los lentes. —Tú —exclamó felizmente—. Pero, ¿qué haces aquí? —preguntó con una suave risa llena de felicidad. —¿Cómo que hago aquí? —resopló Roniel—. Por supuesto que he venido a ver a mi novio —anunció, quitándose la mascarilla, pero dejando todo lo demás en su lugar—. Te extrañaba. —Podrías haberme dicho algo por mensajes —pronunció con una suave sonrisa, observando a Roniel tomar disimuladamente su mano. —Estaba cerca, prefiero venir en persona por unos minutos que enviarte un mensaje —resopló y Maison rió alegremente. —Espera aquí, te traeré algo para comer, seguramente no has comido nada durante todo el día, ¿no? —expresó. —Lo mismo puedo decir por ti, ¿no? —preguntó su pareja, alzando una ceja. —Comí algo antes de entrar a la biblioteca —aseguró—. No te muevas y ten cuidado —pidió. —¿Puedes traer también algo para ti? —pidió Roniel. Maison dudó un segundo antes de alzar su pulgar y alejarse. Todavía no era tiempo para tomar un descanso, pero estaba seguro de que si hablaba con sus compañeros y les comentaba, podría lograr algo. Entusiasmado con la idea, Maison esperó el pedido para su pareja. Cuando este estuvo listo, tomó ambas bandejas para dirigirse a su mesa. Pero a medida que avanzaba, su emoción se perdía al observar a una mujer sentada frente a Roniel. Y solo un estúpido no podría conocer a la famosa modelo Ciara Petersen con su largo cabello rubio cobrizo, y perfecto cuerpo curvilíneo, pero... ¿Qué hacía ella ahí?
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