1- Señora

1886 Words
-Sí, sí. Dile que acepto ese trato siempre y cuando la exclusividad de la formula sea sólo nuestra- Xandría paseaba por su oficina con la vista puesta en los amplios ventanales- Bien. Podría ofrecerle un veinte por ciento más de lo acordado por debajo de la mesa- mordió su uña del pulgar recién arreglada- ¿Qué me dices? Vamos no me dejes morir…- un segundo de silencio en la otra línea y soltó una exclamación de felicidad- ¡Gracias!¡Gracias! Claro que lo celebraremos- se rió coqueta- Bien. Adiós. -¿Y bien? -¡Aceptaron!- Xandría abrazó a Zoraya, su secretaria quien saltó como ella sobre sus altos tacones. -¡Sabría que lo harías!- dijo ella feliz- Usted es muy buena en cerrar tratos. -Ni que lo digas- Xandría miró sus ojos con picardía y la joven se rió nerviosa. Había aprendido esa técnica de Kamal en sus buenos años y siempre funcionaba. La chia se derretía por Xandría y la tenía a su disposición siempre que se lo pedía- Traeme champagne. La mejor, quiero brindar por esta oportunidad- pidió y ella asintió caminando a la puerta con paso rápido. Era muy delgada y no tenía mucho trasero pero no le hacía falta para lo que Xandría la utilizaba. Xandría marcó el teléfono. -¿Bueno? -Lo hice, Kamal- sonrió feliz mirando los pájaros volar- Cerré el trato de la fórmula de Tirex. -¿En serio?- sonaba contento- Me alegro mucho por ti, Xandría. -No, no te alegres por mí- ella tragó y puso la mano en su cadera- El medicamento contrarrestrará los dolores musculares mucho mejor y de una manera más agresiva de lo que una vez ha logrado una pastilla- explicó contenta- Ayudará a personas con dolores constantes… Te ayudará a ti. Él suspiró contra el teléfono. -Le haces tanto bien al mundo…- ella cerró los ojos conociendo ese tono- Pero no pierdas tu tiempo conmigo, cariño. Deja ya de hacerlo, es inevitable, Xandría. -No, no lo es- se dio la vuelta- Tú lo has vuelto así. Te has dejado morir poco a poco cuando ni siquiera te ha tocado, Kamal. -¿Y tú cómo lo sabes?- su tono era risueño como siempre- Si ese accidente no hubiese ocurrido nunca habríamos descubierto el problema en mi columna.  -Sólo se empeoró. -¡Da igual!- Xandría aguantó la respiración y sintió sus ojos picar. -Señora… -Debo colgar- tragó escuchando a Kamal toser- Lamento haberte llamado, te amo. -No te lamentes, Xandría- lo escuchó decir pero sonaba adolorido. Había aprendido a conocer cada una de sus facetas e incluso por teléfono sabía que sufría- Te amo. Adiós. La línea vacía retumbó en su oído y parpadeó mirando a Zoraya quien acomodaba sus gafas sobre sus ojos café. Su cabello era lacio y chocolate, largo y con una raya en la mitad. Llegaba a la mitad de su busto que era pequeño pero apetecible. Llevaba su copa favorita de cristal rosa pálido en la mano y una botella sin abrir en la otra. -Deja eso en mi escritorio y cierra la puerta, por favor- pidió en un tono neutro. Zoraya obedeció mordiendose el labio inferior con nervios porque sabía lo que ocurría cuando su jefa le pedía cerrar la puerta. En sus veintiún años nunca había tenido relaciones con otra mujer y aunque era una chica tímida que sólo había dormido con un chico, la verdad era que gracias a Xandría había aprendido a conocer más de sus cuerpos, los límites y placeres de este y cómo podía ser atendida cediendo el control de sí misma. Todo eso en unos cortos tres meses que llevaba siendo utilizada ocasionalmente por la hermosisíma mujer a la que todos admiraban en secreto con miedo y deseo a la vez. Volvió frente a Xandría, ella se servía un trago grande de la helada champagne mientras reevaluaba una y otra vez todo lo que ocurría en su vida. Pero si de una cosa tenía razón Kamal era que lo hecho hecho estaba. Lo que pasó pasó y no volverá. Había que avanzar. Se dio la vuelta y miró a Zoraya. Caminó a ella luego de un largo trago del delicioso alcohol. Miró el vestido recto de cuello redondo que su secretaria usaba. En la espalda, bajo el largo cabello había un cierre largo de color dorado, Xandría llevó la mano a él y lo bajó dejando que la tela cayera al suelo.  Zoraya levantó la barbilla mirando al frente y Xandría aplaudió mentalmente del entrenamiento sin conocimiento previo que le había dado a su asistente. Ella vio su lencería negra y deslizó la mano por su trasero hasta rozar su ano con el dedo, Zoraya puso una mueca pero no se movió y eso la hizo muy feliz. -Zoraya, quiero que te arrodilles- pidió y la chica lo hizo sintiendo el frío mármol contra sus rodillas pálidas alzó la cara hacia su jefa. Xandría apartó sus gafas gruesas y acarició su mejilla haciendo que su labio interior temblara. Ella aún no la había besado. Jamás lo hacía. Xandría dejó caer el champagne sobre su boca dejando que cayera a próposito sobre su pecho. Los ojos de chocolate miraban a los suyos con excitación. Era una chica sucia bajo todo esos aires de niña buena y a ella la ponía cachonda sacar ese lado suyo a flote. Ella llevó la mano a el costado de su falda, soltando el botón que la mantenía en su sitio y desnudandose de la cintura para abajo. No llevaba ropa interior, Kamal siempre le pidió que la dejara en casa y se acostumbró a que no le hiciera falta. Menos aún al estar en la oficina. Los ojos de Zoraya viajaron a su coño depilado y regordete. Saboreó sus labios y de inmediato Xandría le dio una bofetada. -¿Lo deseas, eh?¿Lo deseas ahora?- Xandría alzaba su barbilla para que la mirara a la cara, sus ojos violetas transmitían sexualidad pura e hizo tartamudear a la joven. -Sí...Sí, señora- Xandría sonrió y le dio todo lo que ella le pedía a gritos. Cerró sus ojos y cedió el control de sí misma mientras mantenía a Zoraya bajo su mando. Era un juego mágico y jamás hubiera imagino que así se sentiría dominar. Xandría conocía la equidad, ahora ella había probado ambos lados de la manzana y sin duda la comería entera una y otra vez. . . . -Lo pensé bien- Xandría dejó de mirar por la ventana, había pasado unas tres horas y la botella de champagne casi se acababa- Me iré a La Rossé por un tiempo. -¿La Rossé?- se giró. Olvidaba que no era algo para cualquiera y de inmediato quiso morder su lengua- ¿Es un centro recreativo, señora? -Sí, lo es- Definitivamente lo era- Voy a vacacionar un poco- sonrió con malicia pensando de inmediato en la Presidenta. Eilé debía seguir a cargo y ella sin duda quería verla aunque fuera para regodearse en su cara de la gran Señora que ahora era- Me iré cuanto antes. ¿Cuándo podría ser? -Pues según la agenda, señora- la chica acomodó sus gafas- Mañana podría firmar el contrato de la nueva fórmula y luego de eso… -¡Luego de eso me voy!- dijo con seguridad- Quiero despejarme un poco. Me lo merezco. -Pero… Señora- Zoraya la hizo mirarla con sorpresa mientras terminaba su trago- ¿Qué hay de...Mí? Ella rió, esa risita tonta de borracha. -Seguirás trabajando y cubriendome como el ángel que eres mientras no esté- se acercó a la botella y terminó de servirla. Salió media copa tibia. Zoraya mordió su labio inferior y Xandría bufó- Ven aquí, linda- ella obedeció sentandose a los pies de Xandría- Eres una hermosa mujer, y eres tan obediente que te aseguro que jamás podrás tener sexo con alguna persona sin pensar en todo lo que hemos hecho- acarició su barbilla suave- Pero eso no significa nada y soy una mujer que necesita salir de muchos asuntos como para que te emociones. Esta es una relación cincuenta cincuenta, ¿Okey?- le sonrió- Yo te pago muy bien y tú haces servicios extra para mí, ¿Ves que fácil es? Zoraya sonrió asintiendo. -Está bien, es sólo que me entristece no verte, Xandría- Ella besó su frente. Era tan dulce. -Estaré bien, allá me cuidarán- sonrió mientras terminaba su trago. -¿Habrán sumisas ahí?- ella miró a Zoraya. Se hacía la tonta pero no lo era, ni un poco. -Sí, muchísimas. Sumisos también- Xandría saboreó sus labios- Demasiada diversión. -Está bien, ¿Deseas que mande a preparar el avión?- se levantó y todo le dio vueltas por un par de segundos. -Suena bien, hazlo- Caminó al ascensor luego de tomar su bolso- Gracias, Zoraya. -Buenas noches, señora- dijo la coqueta y virginal jovencita a la que Xandría había abierto un nuevo mundo de mil posibilidades. Xandría llegó a su solitario apartamento. Había vendido la casa en la que ella y Kamal crearon tantos recuerdos por petición suya. Él se había marchado lejos, a una montaña en otro país o algo así, ni siquiera dejaba que ella fuese a verlo. Debía conformarse con oír su voz porque el jodido árabe testarudo era decisivo y fulminante cuando quería serlo. Se desnudó y ebria se lanzó sobre el colchón, cayendo como tronco mientras la señora de servicio recogía rápidamente el desastre que dejó a su paso así como cerraba las puertas y volvía todo al orden en el que estaba. Xandría no soñaba con nada, hacía tiempo que no lo hacía y estaba bien con eso. Ahora tenía una nueva meta definida y era divertirse, pensar en sí misma un poco y dejarse explorar el placer de nuevo. . . . Un dolor de cabeza increíble fue atendido a tiempo gracias a una aspirina y un café cargado junto a su cama al despertar. Se dio un buen baño y sintiendose rejuvenecida mientras su larga y oscura melena se secaba al aire libre ella abrió su armario escogiendo qué usar. Viajaría en avión por lo que decidió usar un look entero, de pantalón. También ropa interior. Unos pants estilo militar de ese mismo verde pero elegante y recién salido de pasarela se ajustaba a sus gruesas piernas. Una blusa de mangas largas con un profundo escote en la espalda de color blanco acentuaba su figura de reloj de arena. Se ató el cabello en una prolija trenza y delineó con suavidad su rostro, el maquillaje sútil perfecto para su reunión de negocios. Tomó algunas prendas de oro, también su anillo de matrimonio del cual no podía despegarse aunque quisiera. Kamal había ordenado que se lo devolviera pero era una orden de la que no se podía asegurar cumplir por mucho que gritara a través del teléfono. Botas de diseñador, un sobretodo n***o elegante y su bolso del mismo tono. Las maletas estaban hechas junto a la puerta de entrada. Había ordenado que todo estuviera cargado en el auto cuando saliera de Meditech y poder arrancar directo al aeropuerto privado del que despegaría en el avión de su esposo. Seguramente Kamal la llamaría al enterarse de su destino pero no le molestaría, quizás hasta le enviara saludos a su vieja amiga. 
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