Narra Elira
-No crees que te has pasado? Elira, conozco a mi hijo como la palma de mi mano y yo sé lo que es capaz de hacer, pero a ti te mira con otros ojos y tú lo sabes porque nosotras las mujeres sabemos perfectamente lo que un hombre quiere, según lo que me has contado, creo que si está muy herido- me habló Amelia con quien me había sincerado después de cenar.
El día se me había hecho demasiado largo.
Salvatore anoche no durmió en la habitación, yo caí rendida de tanto llorar y ni me desperté en la madrugada. Cuando me levanté esta mañana ya no estaba. Tampoco vino a comer, me dijeron que ni siquiera quiso desayunar y que se marchó bien temprano de mal genio, peor que el de siempre.
Supuestamente ya llegó, pero no me ha buscado, no me ha llamado ni ha querido tan solo
