La tensión en el cine se espesó como niebla tóxica, envolviendo a los tres protagonistas de este drama inesperado. Reinaldo, sintiendo cómo la situación se le escapaba de las manos, intentó recuperar el control con voz tensa y baja: ―Baja la voz, ¿qué demonios te sucede? Sus palabras, lejos de calmar la situación, parecieron avivar la llama de la ira en Azucena. La mujer se irguió, con su postura como la de una leona lista para atacar. Sus ojos verdes, se clavaron en Charlotte con una intensidad que podría haber derretido acero. Cada mirada estaba cargada de una mezcla tóxica de celos, desprecio y desesperación. ―Solo digo la verdad―escupió Azucena, con cada palabra una daga envenenada―Me usaste solo por tres meses y me tenías escondida. Pero ahora, según tú, tienes novia. La mirada de

