―Tal vez ―respondió Reinaldo, con su voz cargada de desdén apenas disimulado―. Pero estaré ocupado así que no sé. Además, tú eres doctor y siempre estás ocupado también.
―Pues no todo el tiempo. Por ahora estoy cómodo con mi consultorio ―replicó Lucas, permitiendo que un destello de desafío brillara en sus ojos, una última muestra de resistencia ante la derrota inminente.
―Que bien, nos vemos… en otra ocasión―dijo Reinaldo diciéndole que se fuera.
―Adiós―dijo Lucas, caminando hacia el área de la salidad.
En estos dos meses, a pesar de que venía semanal, se había enamorado de la mujer. Hablaba con ella lo más que podía cada vez que Anna se alejaba. Ella se comunicaba en su tableta y él le hacía preguntas fáciles. Cada paso que lo alejaba de Charlotte era como una perdida porque pensó qu
