Capitulo 2

3419 Words
Marina. Casi no puedo dormir por la discusión que tuvimos con Michel anoche, sinceramente no quería llegar a esto porque sé que una vez que se empieza con los reclamos no se puede parar, es como que en cada discusión va a salir el tema y no quiero, no quiero vivir ese infierno, así que vamos a tener que hablar sobre eso mas a profundidad o va a ser el bache de nuestra relación. Bajo con los dos en brazos que se despertaron, están pesados donde si que están ganando peso, mi mayor miedo era que no ganaran peso por la leche y no por darle pecho como tanto deseaba hacer, pero no podía con los dos a la vez, acá en la casa era todo color de rosa, disfrutaba de ese momento aún con los dos a la vez, pero afuera de la casa era otra cosa, me avergonzaba demasiado, no es que dar pecho esta mal, pero con un solo pecho creo que es mas tranquilo, otra es estar descubierta y por mas que mis dos hijos estén alimentándose, eso de igual manera me ponía muy incómoda por eso decidí darles leche comprada y recomendada por nuestro pediatra. Voy al living encontrándolo durmiendo en el sillón, menos mal que es un sillón grande o hubiera dormido muy mal. —Michel. —lo tengo que mover con el pie porque mis manos están ocupadas—. Michel despierta, ya son las ocho de la mañana. —Déjame dormir Marina, no me jodas. —se gira dándome la espalda. —¿Me estas hablando en serio?. —¿Qué quieres que haga?. —Al menos mírame. —se vuelve a girar mirándome soltando un suspiro con fuerza, mas bien hastiado y diciéndome que lo deje de joder. —¿Y?. —Los nenes quieren leche, ¿Cómo que y?. —se para de un salto queriendo sacarme a Sefora que es la que patalea. —Dámela. —No. —me alejo negando—. No te la doy nada. —Me dijiste que te ayude. —No, no la vas a agarrar nada y sigue durmiendo no te preocupes. —¿Me estas jodiendo?. —No sabia que la paternidad era cosa de ayudar. —voy a la cocina así les hago una mamadera antes de que comiencen a llorar—. Bueno amor espera un poco. —los siento en sus sillas y recién ahí los puedo acomodar mejor, desde el marco de la cocina me mira cruzado de brazos—. Ve a dormir Michel, sigue descansando no te haga problema en ayudarme que yo sola puedo. —va donde los nenes dándoles un beso a cada uno—. Toma Elias. —quiere agarrar la mamadera pero la alejo de sus manos—. Ya sabe tomar solito. —Mari ya por favor. —me siento a tomar unos mates mirándolos como toman leche mirándonos. —Necesito que le pongas los asientos al auto que después voy a salir. —Los llevo. —Voy a salir sola con los nenes y quiero que le pongas los asientos. Voy a ir la iglesia porque necesito un momento para mi y Dios, no creo que Michel lo entienda, por eso no voy a decirle nada o vamos a tener otra discordia mas y no quiero, mientras subo el carro de los nenes al auto pienso en que debería dejarle a Michel los nenes, pero después lo descarto ya que yo estoy todo el día con ellos, no estaría tranquila para nada, prefiero llevarlos a no dejar de pensar en como están. En la iglesia oro sentada con Sefora en mis brazos y con mi pie muevo el carro donde esta Elias gorgoteando con calma, no están locos como estarían en otros lados, sino que están con mucha calma mirándome, debes en cuando abro los ojos para verlos. —Estos muchachos se portan de maravilla. —le sonríen a la esposa del pastor que es la primera en acercarse a saludar—. ¿Cómo estas Mari?. —Bien gracias. —agarra en brazos a mi hija que se rie mirándola. —Pero que belleza de niña. —saludo a todos los que vinieron. —Bueno, nos vamos a ir. —¿Podemos hablar un poco?. —Si. —ya me imagino que es lo que quiere hablar. —Vamos a tu auto así te ayudo a subir a los bebés. —subo a los nenes dejando la puerta abierta y unos muñecos así se distraen—. ¿Tu auto no era celeste?. —Si, este es de mi pareja, el mío esta en el taller. —Mari, ¿Pasa algo que ya no vienes a las reuniones? No puedo saber de ti solo por mensaje, eres mi hija espiritual y te congregas acá, debo saber que te pasa y no es de chusma, el pastor quería hablarte pero esto es de mujer a mujer. —me miro las manos como una nena que le están llamando la atención—. Nos dijiste que ibas a presentar a los nenes y no viniste mas, sé que tu esposo no cree en Dios, ¿Tienen problemas en el matrimonio?. —No, no pasa nada de eso. —¿Él te maltrata? Si es así Marina hay que denunciarlo, nosotros te vamos a ser de apoyo, no estas sola. —No no, no me maltrata de ninguna forma, solo que se me ha hecho muy difícil, mudarme, los nenes, el viaje, vivo cansada, ahora comienzo con las escuela de nuevo, siento que no me da el día para nada, pero después nada mas. —Bien, ¿Podemos ir a tu casa? No fuimos a bendecir el hogar y nos gustaría hablar con ustedes como pareja. —Debo hablarlo con mi pareja, no puedo decir que si. —Entiendo, ¿Vienes mañana a la reunión?. —Si, mañana venimos con mis bebés. —vuelvo a la casa sin ganas, no quiero volver pero mis hijos necesitan dormir en sus camas, si no fuera por eso me voy a una plaza y ya, cuando llego lo veo en el galpón de los perros sobre una escalera clavando una madera por lo que veo. —Hola. —Hola. —voy al baúl para sacar el carro mientras lo miro—. ¿Qué estabas haciendo?. —Fui a darles alimento y vi que la madera como que se había soltado un poco. —Nooo. —queda duro cuando se estaba inclinando para sacarlos—. Lávate las manos primero, has tocado a los perros y después estabas trabajando. —Si. —corre a la parte de los perros en donde hay una pileta así se pueden lavar los tarros de ellos, los acomodo dándole besos. —Ahí viene papi. —se sacuden cuando lo ven—. Hola papi... Hola. —Hola mis amores. —se inclina besándolos mientras se agacha delante de ellos—. ¿Fueron a pasear? ¿Se portaron bien o hicieron renegar a mami?. —Se portaron de maravilla, la verdad que ninguna queja. —Que bueno. —se para delante mío poniéndome nerviosa—. Hice unos cake, así tomamos mate y hablamos bien. —Vamos que tengo hambre. —empuja el carro él, lo miro desde atrás negando, la casa huele de maravilla donde hizo sus famosos cake que le quedan buenísimos. —Ya les tengo una mema lista. —los sienta en sus sillas, del bolso saca las toallas húmedas limpiándole las manos—. Tenemos que lavarnos siempre las manitos. —lo miran riendo y él mas sonríe—. Pero si están de un humor de sueño. —Mmm. —saco uno mandándomelo entero a la boca, sabe riquísimo—. Te quedan geniales. —Los hice porque sabia que ibas a venir con hambre, no comiste nada, solo los mates de la mañana. —La verdad que no tenía apetito. —hago los mates porque él no sabe, los hace rico pero muy fuerte—. Hablemos de lo que pasó anoche. —se acomoda en la silla incómodo, estoy igual, no quiero esta charla para nada—. Ni siquiera sé si pedir disculpas. —No lo hagas, no tienes que pedir disculpas, yo me equivoqué. —Si, pero no debía decir eso. —Es algo que iba a pasar, y vamos a poner las cosas claras Mari, así no volvemos a pasar por esto porque te amo y quiero pelear por esta relación, por esta familia. —los ojos se me llenan de lágrimas al oírlo—. Aún no entiendo bien que fue lo que me llevó a irme con Carolina, no lo entiendo, habíamos terminado porque no había nada, y fue algo que si, en su momento me afectó porque fue mi primer novia y por años, pero lo que me haces tú esta lejísimo de lo que sentí por ella, jamás... —le tiemblan las manos cuando le doy el mate—. Cuando la vi me nuble, no caí en nada, fue como que me vino a la cabeza los momentos en que fuimos felices, pero después vino la incomodidad, los recuerdos tuyos, en donde le decía Marina y se enojaba y quiero decirlo Mari, solo le di un par de besos nada mas, no fue nada mas, y tenías razón, intenté acostarme con ella, pero le dije Marina, yo... No hay nada que repare eso que te hice y sé que te lastimé muchísimo. —me seco las lágrimas sacándole la mamadera a Elias que ya la terminó—. Y no puedo creer que me hallas perdonado pero no pasó nada, nada de nada, no guardo mas que asco por ella. —Voy a intentar de no sacarlo mas el tema, es que me duele mucho, mas cuando recuerdo que me dijiste que la amabas. —Eso es lo que no sé explicar bien, no sé como decir que no era real, sino un recuerdo mas que amor, no siento nada, y siento que cualquier cosa que diga te pone mas dudosa y no lo digo para que sigamos juntos, no podría estar jamás contigo si no te amara, eres mi segunda mujer, si no tuviera sentimientos para tener sexo tendría un batallón detrás mío de mujeres y no es así. —Debemos trabajar en la confianza, así ya no dudo mas en ti. ***** Michel. Golpeo el volante moviendo la cabeza cantando por partes la canción que puse, estoy esperando a Mari que esta en la iglesia, después de mas o menos dos meses que volvió a venir, y los otros meses en que nacieron mis hijos creo que unas tres veces como mucho, y como de noche a donde sea que deba ir la llevo, vine y debo quedarme, es mucho viaje ir hasta la casa y después volver, y molestar a mis primos o tíos por dos o tres horas no da, ahora que lo pienso me puedo traer la compu, y hago trabajo mientras la espero a que salga, de esa forma adelanto trabajo y así tengo mas tiempo libre para Marina y mis hijos, y aporto mas en la casa, de esa forma no le dejo tanto trabajo. Me pone nervioso pensar que ya mañana comienza las clases, solo lunes y jueves va a ir, pero Caro sigue dando clases en la universidad, no sé si le va a dar a Marina pero debo suponer que en algún momento van a cruzar caminos y temo que Caro sea una hija de puta con Marina. —CARAJO. —miro a Exe que se rie donde golpeó la ventana de mi lado con fuerza—. Casi me agarra un ataque idiota. —bajo dándole un golpe donde no deja de reir—. Idiota. —Estabas todo concentrado ahí y no me aguanté. —miro hacia la iglesia escuchando que todavía hay música—. Esa es la última. —Ya la sabes. —Si, vengo a buscarla y al menos una vez por semana vengo. —¿Cómo lo soportas? Eh hecho el intento de venir y solo por Mari que sé que le encanta que venga porque le brillan los ojos, pero no puedo, es algo que no soporto. —El tema esta ahí, que no lo soportas, yo si, es mas, me agrada venir y me encanta que los nenes amen venir. —se apoya en el auto sin dejar de ver la iglesia. —¿No te molesta?. —¿Qué cosa?. —Que les imponga su religión. —No le esta imponiendo nada Michel, eso es lo que no entiendes, que los lleve al médico no quiere decir que les estoy diciendo que estudien medicina, confundís las cosas y no escuchas. —Todos dicen lo mismo, pero con traerlos los influencia en eso. —No, les esta mostrando un estilo de vida, después que ellos decidan, y no los obliga a venir, preguntan si hay iglesia y si les decimos que si suben corriendo a buscar que ponerse, ¿Acaso no es mejor que vengan con otros nenes que hacen lo mismo? ¿Que tu hijos quieran venir a una vigilia a salir a bailar? ¿Me vas a decir que no prefieres eso?, Yo lo veo provechoso y sano, prefiero que vengan y cuando sean grandes también, a que hagan lo que nosotros. —no tengo nada que decir con eso, así que mejor me quedo callado—. Michel, ¿Puedes mirar mas allá de lo que crees? Eres muy cerrado y si los demás no piensan igual que tu no están bien. —No es así. —Es lo que me estas diciendo, que es una estupidez venir y no respetas a Marina por eso, se va a cansar de todo lo que haces y se va a ir, nunca va a elegirte antes que a Dios. —Ya me lo dijo. —Si no lo aceptas cierra la boca, no andes ahí queriendo hacer que piense como lo haces o deje de tener fe, o que deje de venir, la conociste así entonces respétala. —nos acercamos a la calle cuando salen. —PAPIIII. —PAPIII. —NO CRUCEN. —corre hacia ellos abrazándolos y yo me acerco así los veo, me desespero cuando no los veo por varias horas, ni hablar cuando trabajo. —Hola mi vida. —saco a Elias del carro donde se esta poniendo mañoso, y Mari tiene a Sefora en brazos que se chupa las manos como loca. —Vamos rápido que Sefora esta con todas las mañas. —Si. —vamos al auto viendo a Exe subir a sus hijos de a uno donde los va poniendo en sus sillas. —Chicos, ¿Quieren ir a casa a cenar?. —la miro a Mari de reojo que asiente. —Dale, ¿Qué comemos?. —Y comida comprada, lleven lo que quieran. —Bien, pasamos a comprar juntos y así vamos juntos. —vamos juntos a una casa de comida rápidas y encargamos, mientras esperamos bajamos de los autos. —Papi, a queemos bajal. —Ya los bajo. —me muevo hamacando a Sefora que se rie de las nenas que salta haciéndole caras—. Con Ara les queríamos preguntar una cosita. —¿Qué pasa?. —se miran entre ellos dándome a entender que es algo que los avergüenza donde dudan mucho. —Hablen chicos que me ponen nerviosa. —Bueno, queremos salir a bailar y los queríamos invitar. —¿A bailar?. —los tres miramos a Marina que lo dijo como si fuera lo mas terrible de la vida. —Si, salí dos veces pero estuve sentada y la verdad que es una experiencia que no quiero perder, ¿Nos acompañarían?. —Yo... —nos miramos con Marina y por la mirada sé que se va a negar—. No me parece correcto. —Vamos un ratito Mari, siempre hicimos las cosas bien, una vez que no, no creo que pase nada. —No es una sola cosa Ara y lo sabes. —Vamos dos o tres horas y ya, ¿O me vas a decir que nunca quisiste salir y bailar un poco?. —Jamás bailé, no tengo idea de como hacerlo. —Yo te enseño. —me mira suspirando pero yo quiero tener esa faceta, nunca hacemos nada para divertirnos, es todo trabajo y los nenes, antes de ellos era ir por un helado y ya—. Vamos un rato y ya. —¿Y los nenes?. —Con mi mamá. —mira al suelo y asiente. —Esta bien, vamos. —El sábado, nosotros dejamos a los nenes con la mamá de Exe. —Vamos a comer y ahí a bailar, ¿Qué dicen?. —Buenísimo, una salida de parejas. —Exe se rie con demasiada felicidad sin dejar de moverse con Baram en brazos que medio se duerme—. Me re emociona. —Pareces un nene Exe. —No salimos nunca solos, siempre con los nenes y a cosas de los nenes, una vez con otras personas de nuestra edad me emociona. —Bueno, el sábado salimos, igual nos vamos a estar mandando mensaje. —WEISH... WOSH. —el de la rotisería lee el papel dudando—. ¿WEISLER?. —Weishler. ....... Cuando llegamos a la casa cada uno hace dormir a uno, estoy con Elias que se friega los ojos muerto del sueño pero aun así llora un poco soltando la mamadera y después se vuelve a dormir, jamás creí tener esta paciencia que tengo con mis hijos cuando hacen estas cosas, o las noches de llantos en donde no quieren nada y a la vez todo, es raro y muy loco, ósea, si tienes sueño duérmete loco, ¿Para qué hacer estos berrinches?. —Ufff, Dios bendito, que locura, todo para dormir. —Son unos berrinchudos, estoy pagando todas la macanas que le hice a mi pobre mami. —me saco la ropa suspirando, me tiro a la cama boca arriba, me hundo en la cama sintiendo como todos los músculos se relajan—. Que delicia de cama. —Hacen mucho espamento. —la siento cuando se acuesta a mi lado, se acerca poniendo una mano en mi pecho, la miro alzando las cejas donde creí que se iba a dormir enseguida—. ¿Estas muy cansado?. —¿Qué quieres hacer loquita?. —la envuelvo sonriendo pero niega. —Quería que hablemos eso de salir el sábado. —¿Te molesta demasiado?. —No sé si molestar, creo que después voy a sentirme mal. —No vas a hacer nada malo, vas a salir conmigo, soy tu pareja, no vas a nada mas que a divertirte. —queda en silencio dándome a entender que cree que si dice algo mas vamos a pelear como hacemos cada vez que sale esta charla—. ¿Me das un beso?. —Bueno, un beso creo que es complicado. —¿Porqué así?. —sonrío cuando se impulsa subiéndose arriba mío cruzando una pierna a cada lado de mi cadera—. Ya entiendo. —De verdad. —agarra mi mano que esta en una de mis nalgas llevándola a su intimidad, mueve las caderas siguiendo mis dedos, y con su boca me va tentando—. Eres un hombre muy apuesto Michel. —Wou. —cierra los ojos con una sonrisa donde si que se esta excitando, esta demasiado húmeda—. Nunca me lo habían dicho. —Encima de mentiroso fanfarrón, ¿Algo más para la lista Michel?. —¿Qué lista?. —De tus cualidades hombre. —¿Tienes una lista de mis cualidades?. —saca mi mano enderezándose, libera mi pene llevándolo a su abertura, me tapo la boca o pego un grito cuando siento que me va tomando en su interior—. Oojjj. —Esto también esta en mi lista. —la aprieto de las caderas ayudándola a que me monte—. Lo grande, duro, y fuerte que eres, y lo bien que me haces sentir. —Yo también... Ooojjj mierda. —los muslos me tiemblan mientras muevo las caderas subiendo a su encuentro cuando ella baja—. Voy a hacer una lista de todo lo que me gusta de ti. —Espero que sea larga. —le doy una nalgada por el doble sentido. —Cuando estas arriba te vuelves atrevida. . .
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