Capítulo 2: Primer paseo.

1780 Words
Mi primera impresión del rancho es que hay toda clase de alimañas. «Y no hablo precisamente de los cuadrúpedos.» Me seco el cabello con una toalla luego de un baño. El día de ayer Dariel tuvo la amabilidad de mostrarme mis aposentos después que me vio hecha un desastre por el incidente en el bebedero de caballos. Ese bruto, bestia, animal… Chanel ladra desde la cama y la miro por encima de mi hombro. —Compórtate señorita. No estamos de vacaciones. Ella mueve su cola y ladra en respuesta. Hago un gesto con mi dedo en sentencia y ella retrocede lamiendo su hocico. Me acerco a mi maleta y busco que ponerme cuando tocan a la puerta. Segundos después una cabeza oscura aparece. Una chica de unos veinticinco años entra llevando algo en las manos. ¿El caramelo está casado? —Hola, perdón por venir así. Soy Savannah Anderson. —¿Eres la esposa de Dariel? Hace una mueca de asco. —No ¡Por Dios! Es mi hermano mayor —exclama entre risas y se acerca a la cama. Chanel lanza un ladrido que ella ignora. —Mi hermano me dijo que tal vez necesitarías estas —, levanta unas botas vaqueras Las más horribles que he visto en mi vida. «Estoy segura de que harían llorar a la mismísima Dolly Parton.» Le doy una sonrisa forzada. —De hecho, tengo mis propias botas —anuncio mientras corro a mi maleta y saco mis sexis botas de Louboutin, — ¿ves? Son divinas. Ella me mira como si me hubiera salido una segunda cabeza, ¿Por qué? No entiendo, Así que continuó. —Sabes, —cuchicheo en tono cómplice. —Las compré cuando me deprimí porque mi estilista me hizo un horrible balayage miel y no rubio como le pedí. Suspiro. —En fin, pero me recompensé con una buena compra. Me observa en silencio con los ojos abiertos antes de asentir azorada. —Yo creo que se podrían estropear en la grama—, se aclara la garganta —igual te dejo estás aquí, debo ir a ver a los caballos. ​Arrugo la nariz ante sus palabras. Acaricia a Chanel que ahora está olfateando su mano. —¿No te asusta estar en medio de esos animales? Ella sonríe mientras niega. —No; de hecho, soy veterinario de este rancho y de algunos aledaños —, dice esto último en voz más baja. Asiento sin saber qué decir. «Yo no me atrevería a estar en medio de esas bestias.» —Bueno, te dejo para que te vistas, María debe estar feliz de tenerte con ella. —Claro, yo también la había extrañado. Cuando se despide me permito respirar. —Dios, Chanel, esto es más duro de lo que creí —susurro mientras me visto. Tomo un mini vestido verde con estampado de plumas de pavo real de Saint Laurent y mis botas Louboutin color n***o. Cuando estoy lista me siento mejor. Salgo de la habitación que está junto a la de María en la parte de abajo, en el área de servicio. Se supone que estaremos juntas. —Vamos, nena —llamo a Chanel que baja de un brinco de la cama. Salimos y cuando entramos a la cocina hago una mueca al sentir el olor a beicon, tortitas y un sin fin de cosas fritas. —Buenos días —murmuro a María que me da una sonrisa amable antes de que desaparezca al ver que llevo puesto. —Vaya —dice con sorpresa. —¿Sabes que puedo darle a Chanel? No me dio tiempo de tomar su alimento… —¿Chanel? —Inquiere deteniendo lo que hace en la cocina. La aludida ladra. Sonrío con diversión. —Ella es Chanel. —La verdad es que tenemos alimento para los perros que cuidan el cerco —murmura. —Ella solo come Royal Canin un alimento especial, también algo fresas, sandia o manzanas. Las cejas de María llegan al cimiento de su cabello. —Ya. Tendrás que hablar con el señor sobre el alimento. Ahora mismo estoy esperando a los vaqueros para el desayuno. Asiento, algo cohibida al escuchar su tono duro. La puerta de la cocina se abre y varios hombres entran quitándose los sombreros y riendo entre ellos. Estos se quedan estáticos cuando me ven. Escucho como hablan: ¿Ven? No les mentí. Está buena. Muy fresa para mi gusto. María se la tenía guardadita. Así murmura cada uno. —A ver niños, siéntense a desayunar —anuncia una voz ronca que reconozco. Es la bestia… Sus ojos se clavan en mí y me estudia con atención antes de adelantarse. —María, ¿sabes dónde está Savannah…? Se detiene cuando me ve. —Debe de estar en su oficina —murmura apenas dándole una mirada mientras sirve en un cuenco una torre de tortitas que, de solo verlas, siento que me tapan las arterias. Un ladrido que reconozco me hace saltar y coger a Chanel. El chucho de la bestia se aproxima mientras Chanel se remueve en mis brazos. La tomo con fuerza. —Iré a ver a Dariel —murmuro a María antes de alejarme consciente de los ojos en mí. He dado unos pasos cuando la voz de la bestia llega a mis oídos. —Supongo que aún sigues enojada por lo de ayer. Me detengo en seco y volteo enfrentándole. Gracias a Dios está solo y puedo tranquilizarme. —Estar enojada con un tipo como tú sería asumir que me importa lo que hizo y no lo hace, solo demuestra tus burdos modales. Me mira con una sonrisa sarcástica. Me tomo unos segundos para apreciarle, lleva vaqueros, botas y una camiseta blanca pegada a su pecho, debo admitir que se ve imponente y es caliente…. Bufo sintiéndome frustrada. «Voy a terminar como mi Chanel, babeando por una bestia.» Niego sintiéndome mortificada mientras me alejo a toda prisa. —¿Sabes siquiera a dónde vas? —escucho. Me detengo en un pasillo y miro de un lado al otro. —La oficina de Dariel está por aquí —, señala adelantándose y termino siguiéndolo. Se detiene de repente y choco con su espalda. Resoplo y este gruñe. «Anda, pensé que el chucho gruñía… por eso dicen que las cosas se parecen a su dueño.» Toca la puerta antes de abrirla, se hace a un lado para dejarme entrar, en el interior se encuentran Dariel y Savannah. La mirada de Dariel me recorre con sorpresa. A mi lado escucho la risa de la bestia. —Dariel, disculpa que te moleste, pero tengo un pequeño inconveniente con la comida de Chanel. Me mira sin entender. —Con las prisas no traje su comida, y me preguntaba si aquí puedo encontrar algo que se ajuste a su dieta. Abre la boca, pero no articula palabra. —Podemos encontrar algo en la tienda del pueblo—. Comenta Savannah al ver la expresión de su hermano. —Sí, claro —secunda Dariel saliendo de su letargo —. El problema es que tengo mucho trabajo atrasado debido a mi viaje… —Puedo llevarla al pueblo —interviene Savannah. —Yo lo haré —las palabras provienen del hombre que no quiero mirar —, vine a buscarte porque necesito que revises a Cerbero, su pata no está bien. Ella asiente. —Por supuesto, déjame ir por mis cosas, e iré a verle. —Un momento —, levanto mi mano —yo no iré con este… señor a ninguna parte. —Lo siento princesa, pero es conmigo o conmigo, Savannah necesita asistir una emergencia. Lo observo y me está viendo como si fuera una estúpida. «Odio esa expresión, la he visto por años en el rostro de mi padre y de Thomas.» —Entiendo lo que es una emergencia. —Vaya, felicidades —, replica con sarcasmo. —¿Sabes que podría hacer que Chanel te ataque? —Y que podría hacer, arañarme con sus pequeñas patitas —resopla —ya sé, perseguir a Draco y lanzarle sus garras. La toma de mis brazos antes de que me dé cuenta. —¿Qué haces? —Calibrando a la fiera —espeta dándome una mirada burlona —, y yo sí me refiero a la perra de cuatro patas. Idiota. Con incredulidad veo como Chanel, mi Chanel me traiciona y ronronea cuando este acaricia debajo de su cabeza. —Sí, es feroz —murmura riendo. —Veo que ustedes se llevan muy bien —escucho a Dariel decir en tono divertido. —Andando, no tengo todo el día, —apremia dándome a Chanel—. Tengo mucho trabajo por delante. Dariel arquea la ceja y Savannah asiente. —Es tu mejor opción —dice en tono dulce. Cuento hasta diez antes de responder. —Si no hay de otra —murmuro en voz baja. Resignada a mi mala suerte, sigo al neandertal, tengo que pensar en Chanel. Así que dejamos la oficina de Dariel. —Espérame afuera, enseguida estoy contigo. Hago lo que dice y espero unos segundos afuera, mientras aprovecho para hablar con Chanel. —¿Qué fue eso allá dentro? —Susurro, —¿desde cuándo te dejas tomar así de fácil? —Cuchicheo para ella. Ella nunca se ha dejado tomar de un hombre, Thomas intento cogerla una vez y lo mordió. Ese día me sentí orgullosa de ella, ahora se deja tomar por ese… El sonido de un motor llama mi atención y aparece un jeep… Sacado de una película de terror. —Tu carroza aguarda, princesa—. Golpea el techo mientras apaga el mismo. Se ve que lo han rodado por los campos y está de un pálido color azul. Supongo que Dariel no le prestaría un coche mejor a uno de sus trabajadores. —No voy a subir a eso —señalo, — ¡ni siquiera tiene puertas! Pone los ojos en blanco. —No te va a pasar nada. Murmuro entre dientes y ruego que se apiaden de mí, los dioses Dior, Valentino y Dolce & Gabbana . Miro a Chanel. —¿Ves lo que hago por ti? —susurro —, y tú de ofrecida con él. Ella ladra en respuesta. Alzando la barbilla me encamino a Jeep y bajo la mirada divertida de Luke, alias la bestia. Poso a Chanel en mi regazo después de ponerme el cinturón y ella descansa en mí. —Lista para tu primer paseo al pueblo. —Porque será que tu sonrisa de superioridad me dice que estás disfrutando esto. Mira al frente y enciende el motor. —No tienes ni idea —murmura antes de avanzar por el camino.
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