Llevo toda la tarde sumida en una angustia increíble, aparte de que el soñar con Serena me tiene los nervios de punta, enterarme del compromiso de Alexandro me ha devastado y sin embargo, parezco una idiota esperando a que él venga al taller y me diga que nada de lo que dice la prensa y todo el pueblo es real.
El problema radica en que en mi mente todo es un barullo y no sé a cuál de los dos príncipes quiero ver, me quedé dormida un momento a la hora del almuerzo y he tenido un sueño húmedo en el que estaba siendo besada por Nilo y terminé siendo follada salvajemente por el príncipe Alexandro. Creo que tendré que ir a mi cita con el psiquiatra.
Cansada de escuchar a Mara hablando del compromiso del príncipe Alexandro, salgo a ensayar el auto de un joven y guapo chico de ciudad, que lo necesita para ya, son casi las siete de la noche y está oscureciendo, pero si logro saber lo que le pasa, quizás podre tenerlo listo para mañana.
Soy una masoquista, porque me dirijo hacia la carretera abandonada y los recuerdos de lo que sucedió en este lugar el día anterior empiezan a deslizarse por mi mente y a acelerar mi corazón y crear un nudo en mi vientre.
Me detengo en el mismo lugar que lo hizo Alexandro con el Camaro y escucho el motor del Porsche Panamera una y otra vez, ¡lo tengo! Salgo del vehículo y reviso con una linterna el motor, estoy segura de que se trata del motor de arranque, que está fallando; Aunque para confirmarlo necesito llevarlo al taller y retirar algunas piezas del auto, el pobre niño rico no verá su auto pronto, porque debemos pedir que envíen la pieza.
— Gatita — Mi espalda y mi cuerpo por se tensan por completo, no puedo decir que no tenía la ilusión de verlo, pero ahora que está aquí, no sé cómo reaccionar — Moría por tenerte — Ha oscurecido y no logro ver de dónde ha salido, hay un auto n***o estacionado a unos cincuenta metros de distancia. Al parecer estaba muy concentrada en el motor del Porsche.
Me pongo derecha y me quedo mirándolo, no sé qué diablos se cree, en el pueblo no hacen más que hablar de su compromiso y han llegado periodistas y toda la tarde no dejaron de pasar autos costosos y caminos con todo tipo de arreglos para su fiesta y como si yo fuera su puta particular viene a decirme que quiere estar conmigo.
— Quiero que te vayas, Alexandro, por favor vete y déjame en paz — Susurro, pero ni yo misma me creo mis palabras.
En lugar de alejarse se acerca y en segundos su boca posee la mía, uno de sus brazos rodea mi cintura y con el otro presiona mi glúteo y mi pierna, se inclina y toma mis caderas con sus dos manos, me impulsa a montarme sobre él, cierro mis piernas alrededor de su cintura y lo siento caminar hasta su auto.
Me sube sobre el maletero de este y antes de que yo pueda hacer un movimiento, mi mameluco ha sido descendido y mi camiseta básica ha volado por los aires, mis manos se activan y se deshacen de su camisa y bajan la cremallera de su pantalón, él se inclina y me ayuda a bajar por completo mi mameluco, abre mis piernas y en segundos el calor de su lengua impacta contra mi humedad y se concentra en mis labios vaginales, contraigo mi vientre y contengo la respiración ante su contacto, me retuerzo y dejo que mi cuerpo se incline sobre el maletero, su lengua se extiende por mi pelvis hasta llegar a mi ombligo, para luego volver a enterrarse en mi centro, mi clítoris empapado y adolorido es venerado por su lengua, siento que pierdo el control de mis emociones y acciones, tiro de su cabello, recojo los dedos de mis pies que poso sobre su hombro y brazo, y me siento totalmente expuesta ante él.
Tengo un déjà vu al recordar lo que hicimos ayer en este mismo lugar, en el Camaro y grito mientras el orgasmo me atraviesa y escucho como mi grito se pierde en la oscuridad, sigo sumida en las réplicas de mi orgasmo cuando siento el grueso m*****o de su alteza embestirme con fuerza.
— ¡Oh Dios! — Alexandro me gira y mis senos se aprietan contra el maletero, repitiendo la misma posición de ayer, que al parecer le encanta.
— Te dije que no lo vieras y he descubierto que iras a la fiesta con él — Levanta mi trasero y e intento comprender de lo que está hablando, su m*****o se introduce en mi interior, mientras que con su mano abierta golpea mi trasero, y con la otra se sostiene con fuerza de mi hombro.
Grito, porque se ha sentido realmente diferente, el siempre ha sido brusco, intenso, pero esto es otra cosa, parece que furioso, como si quisiese marcarme y me ha dolido la nalgada, pero a la vez el sentirlo entrar con potencia ha hecho que mi mente se pierda entre las dos sensaciones, sale de mi cuerpo y vuelve a penetrarme y a palmearme y de nuevo.
Se detiene un segundo, cambia de mano y se sostiene de mi otro hombro, mi cuerpo espera impaciente, su nueva embestida y la nueva nalgada.
— O haces lo que yo te digo, o una próxima vez, no seré tan bondadoso contigo — Vuelve a golpear y a penetrarme a la vez, mi cuerpo se deja llevar, mis manos intentan sostenerse contra el maletero, mi pelvis roza la fría carrocería con cada movimiento y la sensación se añade al coctel de emociones que tengo en mi interior, siento como la lava empieza a recorrer todo mi cuerpo, mi respiración se vuelve más superficial y mi voz completamente ronca de tanto gemir y gritar — Vas a correrte ahora, pero una próxima vez, no tendrás tanta suerte — Mi mente se encuentra en un estado de plenitud, fuegos artificiales explotan frente a mí y de golpe todo se apaga.
Vuelvo a la tierra al recordar todo lo que ha dicho el príncipe hasta ahora, se está vistiendo y me pasa mi mameluco mientras me ayuda a ponerme de pie.
— No quiero verte en la fiesta, ni con mi hermano, ni con el catering — ¿Qué diablos? No puede venir, follarme y darme órdenes como si nada.
— Tú y yo no somos nada, Alexandro — Le digo con rabia mientras busco mi camiseta.
— Acabo de follarte — Me responde para luego entregármela.
— ¡Y tú vas a comprometerte! — Grito evitando que las lágrimas se deslicen por mis mejillas y le muestren como me siento en realidad.
— Keira, es algo complicado. Yo…
— No tienes ningún derecho a decirme lo que debo hacer, soy libre, puedo follarme a quien quiera — Su mano toma con fuerza mi mentón.
— No, no puedes, porque desde que bese estos labios por primera vez, me perteneces, solamente a mí, ya te lo he dejado claro — Me susurra con la voz ronca para luego besarme, tiro de mi cabeza con fuerza y muerde mi labio inferior. ¡imbécil!
Se aleja y se dirige al asiento del conductor y enciende el coche, me hago hacia un lado y golpeo la carrocería de su estúpido choche con mis manos, cuando lo veo dar marcha atrás para luego perderse en el camino.
Permito que mis lágrimas abracen mis mejillas y me maldigo por ser tan fácil y permitirle hacer lo que quiera conmigo.
Paso una noche de perros sin poder dejar de pensar en Alexandro, es viernes y esta noche es su fiesta de compromiso a la que como toda una masoquista, acepte ir con el príncipe Nilo.
— Keira, ve al castillo y trae un auto que debemos revisar ¡Ahora! — Mi jefe no es un hombre paciente, no tengo muchas ganas de ir, no quiero encontrarme con Alexandro.
A pesar de haber conocido la habitación del príncipe heredero y el lugar de Nilo, nunca he visto la cochera del castillo, y me quedo impresionada, es hermosa y los autos que ven mis asombrados y extasiados ojos, son fabulosos.
— Hola, Keira ¡Que bien que te han enviado a ti! — Jess se acerca y me explica todo lo que sucede con el auto, es tan extraño, hace solo unos días estábamos juntos y ahora solo somos compañeros de casa que casi ni se ven.
— ¡Keira! Querida, me alegra que estés aquí — Nilo se acerca y toma mi mano — Vamos, necesito explicarte algo — Sin darme tiempo a reaccionar me lleva hacia el fondo del taller, frente a las miradas impresionadas y curiosas de todos mis compañeros y el ceño fruncido de Jess, subimos unas escaleras y llegamos a una habitación iluminada con un gran sofá y un televisor.
— Te he extrañado — Nilo toma mi cuerpo en peso y hace que mis piernas lo rodeen, me pega contra la pared y empieza a besarme — Estoy encantado de que hayas aceptado venir conmigo a la fiesta de compromiso de mi hermano esta noche.
En realidad, después de ver a Alexandro anoche no estoy segura de sí debo seguir acercándome a Nilo y mucho menos permitirle que me tenga de esta forma contra él. Aunque si al final quisiera venir, no tengo un vestido de fiesta y creo que todo el mundo esperaría ver a Nilo con Serena y no conmigo.
— Espera, espera — Intento calmar la intensidad de su beso, en realidad quiero que me deje de pie en el suelo y se aleje de mí — ¿Y Serena? — Nilo detiene sus movimientos
— Te he dicho que se acuesta con tu ex — Lo empujo y al parecer el comprende por fin y me deja en el suelo y por fin puedo volver a respirar y no sentirme como si estuviera traicionando a Alexandro, quien va a prometerse a otra mujer que no soy yo esta noche ¡Si seré idiota! — Y además está donde tendría que haber estado hace años — Me dice al parecer un poco enojado y eso me pone muy nerviosa.
— Vale, pero igual no tengo un vestido ni los medios para conseguirlo — Le explico mirándolo a los ojos.
— No te preocupes por es, querida — Toma mi mano y besa mi dorso.
— Debo irme, tengo que llevar un coche al taller — Le digo intentando escapar de este lugar, tengo la sensación de que Alexandro va a llegar en cualquier momento. Aunque pensándolo bien, no tengo porque sentirme mal, yo puedo hacer lo que quiera con mi vida y lo que quiero es acompañar a Nilo esta noche a la fiesta — Vale, no voy preocuparme por el vestido. Te veré está noche.
— No sabes lo contento que estoy de que te enviaran a ti — Su comentario me lleva a pensar que tal vez fue el quien pidió que viniera por el coche.
Vuelvo a la cochera y niego con la cabeza a Jess y a mis compañeros que empiezan a llenarme de preguntas.
— No sean chismosos y entréguenme ese coche — Suspiro aliviada porque podré irme sin tener que enfrentarme a la intensidad de Alexandro.