La boda

1948 Words
— Señor, hemos encontrado a su hermana Victoria, se encontraba con Alph, el hijo de uno de los líderes de una banda criminal del reinado del sur — me informa Mario, quien se ha acercado a mi lado mientras me dirijo a la sala de juntas. — ¿Ya está en casa? — Pregunto intentando pensar con claridad. Victoria me ha causado un problema adicional en el momento menos adecuado, cuando tenemos a todos los periodistas enfocados en la familia real y como si fuera poco, se relaciona con un criminal. — Llegará en veinte minutos, su Alteza — Me confirma Mario. — Enciérrala en su habitación e informa a mi madre cuando llegue, que ella se ocupe, al fin y al cabo es su hija — Mario asiente. — ¿Y Keira? — A pesar de todo lo que está sucediendo, no he podido dejar de pensar en ella y en el hecho de que no ha respondido a ninguno de mis mensajes. — No hemos logrado localizarla, señor — Mario baja la cabeza, avergonzado, a estas alturas, él sabe lo importante que es Keira para mí. — Encárgate de buscarla personalmente y mantenme informado — Le ordeno. — Por supuesto, señor — Mario se aleja y yo vuelvo a revisar mi teléfono. Después de dos horas sin noticias de Keira y de estar sentado en la sala de juntas escuchando a los consejeros del reino, incluido al amante de mi madre, que en su efecto sería mi padre biológico, solo deseo perderme en el interior de Keira y fumarme un cigarrillo. Todo esto es un caos y hasta el momento nadie ha logrado resolver la crisis en la que nos encontramos. — Tienes que casarte antes de ser coronado como rey — Observo a mi madre, quien se encuentra sentada frente a mí. Los consejeros, incluido el traidor que empiezo a odiar más que a nadie en este mundo, han convocado a una reunión de emergencias y no he podido continuar buscando a Keira, solo tuve tiempo de visitar el cuerpo de mi padre, quien murió en su lecho de manera natural y tranquila. — ¿Por qué tendría que hacer algo tan abominable como eso, madre? — No he parado de jugar con mi teléfono en mi mano derecha, tengo la esperanza de que en cualquier momento Keira se comunique o Mario me llame con información sobre ella. — Tendrás que hacerlo — Susurra mi madre — Te dije que tu padre era un necio y ególatra que solo pensaba en su bienestar — Mi madre observa al hombre alto y de cabello oscuro con algunas canas en sus sienes que la mira con intensidad. ¿Qué están tramando ahora? — Su alteza, su padre tenía algunos inconvenientes, digamos que de tipo diplomático con algunos ducados y reinos aledaños — Me vuelvo a mirarlo y me inclino sobre la inmensa mesa de la sala de juntas. — ¿Qué diablos está pasando aquí? — Susurro y observo al hombre con los ojos inyectados de furia y desafío, este hombre pusilánime no puede ser mi verdadero padre. — Alexandro hijo, esa no es la forma correcta en la que un rey debe expresarse — Me levanto y con brusquedad poso mis manos sobre la mesa y dirijo toda mi furia a mi madre. — No me llames hijo, has perdido ese derecho, de ahora en adelante solo soy tu rey — La expresión de asombro de todos los consejeros me irrita — Y Ni creas que podrás quedarte aquí o en palacio por lo que ha sucedido, te irás, puedes pasar un tiempo más mientras mis hermanos se recuperan de la pérdida de su padre y luego te irás — Me vuelvo a mirar a Frederic y cierro las manos en puños — Usted también se irá — La sala de reuniones se queda en silencio. — Pero… — Escucho una tímida voz femenina y vuelvo mi furiosa mirada hacia la responsable de comunicaciones que se encoge en su silla antes de continuar — Su majestad, su madre acaba de perder a su esposo y no podríamos explicar a la opinión pública que… — ¿Estás cuestionando mis decisiones? — La chica se mueve nerviosa y mira a sus compañeros buscando una ayuda que por supuesto no puede obtener. — No señor, lo siento. Empezaré a redactar un comunicado y … — No voy a casarme — Hablo fuerte, para que les quede claro que no voy a hacer lo que ellos desean. — Lo siento su majestad, tendrá que hacerlo — Me vuelvo a mirar a Frederic, el hombre que ha destruido mi vida junto con la mujer que me trajo a este mundo, el amante de mi madre que todavía osa hablarme. — ¿De verdad, Frederic? ¿Y quién va a obligarme? — Hablo con calma y sin dejar de observar su estúpido rostro. Frederic siempre fue como un padre para mí, a pesar de que era el consejero del rey y lo veía muy poco, siempre podía contar con sus consejos y fue él quien estuvo en los momentos más importantes y decisivos de mi vida y compartió momentos conmigo que normalmente se comparten con un padre, como enseñarme a montar en bicicleta o hablar conmigo de mi primera experiencia s****l. ¡Maldición! — Su padre, majestad, firmó varios acuerdos secretos con el ducado de Luxemburgo, que le han permitido conservar la paz y mejorar las relaciones con los otros reinos — Me vuelvo a mirar a los otros consejeros que bajan de inmediato la cabeza, avergonzados. — ¿Y por qué yo no estaba al corriente de esto? — Pregunto en voz baja y fría, si me veo obligado a casarme ahora con la condesa, voy a despedirlos a todos. — Los acuerdos fueron firmados hace muchos años, antes de que usted se ocupara del reino y su padre quiso tenerlos en secreto, esperaba que usted se casara con la señorita Carlota sin tener que informarle sobre la gravedad de la situación — No voy a creer una sola palabra de lo que me dicen. — Quiero esos documentos ahora mismo sobre mi mesa — Afirmo y me vuelvo a mirar al señor Renard, otro de los consejeros más cercanos a mi padre — ¿Qué tan grave puede ser? — Le pregunto y vuelvo a sentarme y sin poder evitarlo reviso mi teléfono, Keira no ha escrito. — Su majestad, el ducado ha estado suministrando los recursos para tener a la oposición y a los rebeldes en línea, gracias a ellos no hemos tenido una revolución en el reino, aunque también ha ayudado a mejorar las cosas su gestión los últimos meses. — Frunzo el ceño y me sorprendo cuando veo una carpeta frente a mí. Levanto la mirada y observo a la secretaria de mi padre salir por la puerta de la sala de juntas. ¿Cuándo llegaron todas estas personas? — Tú te comprometiste con la condesa, lo que selló la continuación de los acuerdos, si llegas a romper tu compromiso en este momento de cambio tan crucial, se desataría el caos, porque además de perder la ayuda del ducado, los reinos aledaños se unirían a ellos. Tu padre no era reconocido por su diplomacia y buenas relaciones con sus vecinos — Interviene mi madre y mi cuerpo se tensa. Mi padre siempre tuvo problemas con los otros reinos y recuerdo que cuando era pequeño, vivíamos en constante riesgo de guerra o de rompimiento de acuerdos diplomáticos que podrían afectar la economía del país. ¡Maldición! Hasta muerto me sigue causando problemas. Leo los puntos más importantes de tres acuerdos y cierro mi mandíbula con fuerza, al darme cuenta de que mi padre solo me utilizó como una moneda de cambio para arreglar todos los desperfectos que él había creado. Por eso era yo quien se estaba encargando del reino en los últimos dos años, porque estaba poniéndome a prueba y demostrando a sus socios que yo era el rey adecuado. Estuvo jugando conmigo mientras él se daba la gran vida. ¡Maldición! — Estoy seguro de que esta situación es muy frustrante, su majestad, pero debe tomar una decisión — Me vuelvo a escuchar al señor Renard. — varios ministros y asesores han expresado su voluntad de renunciar y el duque de Luxemburgo ha pedido respetar los acuerdos establecidos con su padre, y el compromiso con su hija, su padre, que Dios lo tenga bajo su manto, firmó una cláusula de incumplimiento en la que se le entregaba al condado de Luxemburgo las tierras del sur si usted no se había casado con la condesa antes de ser coronado como rey — Vuelvo a ponerme de pie y cierro mis puños con frustración. ¿En qué puta trampa me enredó mi supuesto padre? — Su majestad, puede ver esa cláusula en la última página. — Explica Renard y sin poder creer todo lo que está sucediendo, leo la cláusula en la que mi padre le entrega las mejores tierras del reino al duque de Luxemburgo si no me caso con su hija, y por supuesto, esto tiene que pasar antes de que yo sea rey. — Podrías casarte la próxima semana, unas horas antes de tu coronación — Se atreve a proponer mi madre y yo la observo con la mirada cargada de odio. Ella estaba al corriente de todo esto y se quedó callada mientras yo, su hijo, era llevado como cebo al matadero. — Su majestad, considero que su matrimonio permitirá la estabilidad del reino, después de la muerte de un rey se generan muchas dudas en sus súbditos con respecto a su sucesor y el pueblo siempre quiere un rey estable, con familia — Me explica Renard y yo me vuelvo a mirarlo. — Hay algo más, ¿verdad? — Vuelvo a mirar mi teléfono, empiezo a perder la paciencia. Necesito encontrar a Keira. — Se ha filtrado en r************* una foto de un joven con capucha, en las carreras de autos ilegales de anoche, la gente empieza a afirmar que es usted, además de que tomaron una foto de su Cámaro cuando ganaba una de las carreras y al parecer estaba compitiendo contra el hijo de uno de los líderes más crueles de los grupos criminales del reino del sur, su majestad — La chica de comunicaciones termina su discurso en voz tan baja que debo esforzarme para escucharla. — El joven con el que ha escapado, Victoria — Afirmo y al pensar en mi hermana, solo quiero darle varias azotainas por imprudente. — Alexandro, debemos organizar la boda de inmediato — Levanto mi mano, y mi madre deja de hablar, no soporto escucharla. — No voy a ver a Carlota antes de la boda y todos ustedes están despedidos — señalo al grupo de consejeros y abogados y a la responsable de comunicaciones — Y quiero la carta de renuncia de todos los ministros y asesores que pensaban irse — Me levanto y tomo los documentos de los malditos acuerdos de mi padre. — Alexandro, no puedes hacer algo así, desestabilizarías el reino — dice mi madre saliendo detrás de mí. — No quiero verte o hablar contigo. Ya tienes tu maldita boda. Ahora déjame tranquilo y ve y ocúpate de tu hija.— Si quieren que yo reine, tendrán que hacerlo a mi modo. — Renard, ven conmigo. — Quisiera despedirlo, pero no soy tan estúpido, voy a necesitar a alguien que conozca la información sensible del reino — Que tengan buenas tardes, señoras y señores — Me retiro de la sala de reuniones mientras vuelvo a mirar el teléfono.
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