Capítulo 1

1805 Words
Después de haber pasado la noche en casa de Rose, me convenció de que la dejara acompañarme a buscar un trabajo. Necesitaba el dinero para poder mantenerme, no me gustaba depender de nadie y tampoco me gustaba dejar deudas con la excusa de "ya las pagaré". Rose me contó que trabaja en una tienda de discos antigua en una calle apenas transitada que, según me ha contado era de su tío, pero que éste se la dejó hace algunos años dejándole como herencia la tienda, aunque siguiera vivo, y que necesitaba alguien que la cubriera por unos días. —¿Te fías de mí? Te recuerdo que apenas nos conocemos de ayer y.. —Y me has demostrado que eres de confianza —me interrumpió—, si fueras una criminal o una ladrona me habrías robado ayer todo el dinero y me habrías apuntado a la cabeza con un calibre del cincuenta y cinco. Pero, no has hecho nada de eso, así que sé que puedo confiar en ti. —Ya veo, y yo que creía que erais las morenas las tontas —Rose pareció pillar la broma, porque respondió. —¡Yo también pensaba que todas las rubias erais tontas y mira por donde me sales, Savannah! —Empezó a reírse a carcajadas, a lo que me uní a ella. Era agradable poder hablar con tanta soltura con alguien tras unas cuantas horas de haberla conocido, pero si me había confiado su hogar no podía hacer menos que agradecérselo. —Hace un poco de calor, ¿puedo abrir la ventanilla? —Sí, por favor. El sol estaba saliendo y es una bonita mañana. Un día como otro cualquiera por la cara de cansados de algunos de los conductores que conseguí ver. El semáforo se puso en rojo. Noto una presencia a mi lado, y una voz masculina me lo confirma. —¡Rose! Me vuelvo sorprendida. Un tío subido en una moto mirándonos fijamente. El cuello de la chaqueta levantado y un Marlboro en la boca. Aspecto de duro, aunque no lo necesita. Tiene una sonrisa preciosa. Pelo rizado rebajado en la nuca como el de un niño pequeño y una cazadora de color oscuro. Él sonríe inmóvil junto a mí, en aquella moto, los hombros anchos, las manos tempranamente bronceadas. —¿Te lo pasaste bien anoche? —La pregunta iba dirigida a Rose, a pesar de que ella no lo miraba. —Bastante, siempre das el espectáculo, Schell. —Oye, y tu amiga. ¿No me la presentas? —Preguntó de la nada. Lo había pillado mirándome más de una vez mientras intercambiaba palabras con Rose, pero lo último que me esperaba era que me quisiera incluir a mí en su diálogo. —Perdona —exhibo una sonrisa forzada y falsa—, pero tengo un nombre. Y podrías preguntármelo a mí y dejar de actuar como si no estuviera. —¿Y cuál es tu nombre, si puede saberse? —insistió, pasándose de listo. —No te interesa lo más mínimo —le respondí, empezando a subir la ventanilla del coche. Pasaba de niñatos como él. —Venga preciosa, no te resistas. Yo soy Derek. Y será tu placer el conocerme —le oí decir a pesar de tener la ventanilla cerrada. Desgraciadamente, el ruido del tráfico no hacía por opacar las palabras sin sentido que salían de su boca. Rose se empezó a reír. —Normalmente, después de un halago por parte suya las chicas ya tienen las bragas en la mano y las piernas a su alrededor. Bufé. Mi primer día aquí y ya me estaba encontrando gilipollas. —No tendré ningún problema en repetirle no. A lo mejor así lo va entendiendo. —Ahora soy yo la que duda. Además, ¿sabes qué? Cuanto más le digas que no, más va a insistir. Le conozco y sé que no se da por vencido. Verde. —Está jodido si cree que voy a liarme con él, es un payaso. El coche de Rose se pone en marcha dejando que la sonrisa segura de él se desvanezca. Rose se vuelve hacia mí. —¿Tienes idea de a quién acabas de rechazar? Es decir, j***r. Qué fuerte. —Pero ¿qué te pasa? Era un cretino, un gilipollas como cualquier otro. —Bueno. Él aquí no es cualquier otro, Savannah. Es Derek Schell. Anoche ganó la carrera. —No tengo ni idea de a quién te refieres, Rose. Rose no dice nada más y mira justo por encima de mi hombro. Y entonces un rugido. La moto se sitúa de nuevo junto al coche. Él se agarra a la ventanilla con la mano izquierda y con la derecha da un poco de gas para no hacer demasiado esfuerzo, aunque con ese pedazo de brazo no debería suponerle muchos problemas. Entonces, tras bajar la ventanilla de nuevo, me vuelvo decidida hacia él. —Oye, ¿es que no tienes nada mejor que hacer? —No. —Pues búscatelo. —Ya he encontrado algo que me gusta. —Eres persistente. —Cuando veo algo que me gusta, desde luego. Eres nueva en la ciudad, ¿verdad? Vamos, corremos un poco con la moto y te enseño todo, te invito a comer y luego te devuelvo a tu amiga. Te lo juro. —Me temo que tus juramentos valen poco. —Eso es cierto —sonríe y me guiña el ojo—. ¿Ves?, ahora que sabes tantas cosas de mí, confiésalo, ya empiezo a gustarte, ¿eh? Me río y sacudo la cabeza —Vamos, ya basta. Piérdete. Ahora debo concentrarme en mi verdadero y único problema. —¿Cuál es? —Perderte de vista. —Creía que era el sexo. Me vuelvo, molesta. Esta vez ya no sonrío, ni siquiera de mentira. —Quita la mano de la ventanilla. —¿Y dónde quieres que la ponga? Pulso un botón. —En eso que tienes que todavía llamas polla. La ventanilla empieza a subir. Él espera hasta el último instante y aparta la mano. —Ya nos veremos. Al parecer no ha escuchado mi seco no. Tuerce ligeramente hacia la derecha, toma la curva, escala con las marchas y desaparece veloz entre los coches. Rose y yo proseguimos nuestro viaje, ahora más tranquilo, hacia la tienda de discos. De reojo, veo que ella me mira con los ojos bien abiertos y estupefacta. ¿Por qué el decirle que no a un creído como él era tan sorprendente? —Te vuelvo a repetir, Savannah: ¿tú sabes quién es ese? —Para mí es sólo un idiota. —Dicen que cualquiera que se acerca a él más de lo debido, acaba jodido, destrozado, como enfermo y que jamás vuelve a ser el mismo después de su encuentro con él. —No tiene sentido, es una idiotez. Te aseguro que es el típico idiota que va de chico malo y podría apostarte lo que sea a que va detrás de cualquier cosa que tenga v****a y pechos grandes. De repente, dejo de escuchar lo que me está diciendo Rose y miro hacia afuera. ¿Se habría enamorado Rose de él alguna vez? De todos modos, no creía que lo volviera a ver. El coche gira a la izquierda, hacia la tienda de discos. Al bajarnos, Rose me indica la entrada mientras ella termina de fumarse el Camel que tenía durante todo el camino. —Eh, Savannah. Le miro, esperando que continúe con lo que tiene que decirme. —Esta noche hay otra carrera, ya sabes dónde. ¿Quieres que vayamos? —¡Claro! Eso ni se pregunta. —Bueno, es que aún no he acabado. Te he preguntado que si querías que fuéramos porque va a ir Derek, como es de esperar. Y debido al encontronazo tan poco amable de antes, a lo mejor lo último que quieres hoy es verlo otra vez. ¿Ver a ese gilipollas de nuevo? No, no, no, no, no. Una parte de mi mente se negaba a ir, pero la otra, la parte más atrevida me acusaba de débil, de cobarde, por no querer echarle cojones y decirle cuatro cosas a ese payaso. Además, no tenía que darle explicaciones de nada. —¿Y qué tiene que ver conmigo que él vaya? Por mí, como si se mata, no tengo ni tendré nada que ver con él. —Bueno, tampoco te pongas así, yo solo decía... —Ya, ya. Lo siento, es que ese gilipollas me ha puesto de mala leche, perdona. —No te preocupes. Mejor entramos ya, antes de que la gente se ponga nerviosa porque no abrimos. La tienda era estilo grunge indie y vintage, con todo tipo de música, desde los años cincuenta hasta ahora. —No es fácil encontrar tiendas así en Los Ángeles, Savannah. Debes saber que me costó horrores poder situarla en un sitio como éste. —¿Por qué? —No lo sé, pero casi tengo que hacerles una redacción de "las ventajas de abrir una tienda de discos en una ciudad llena de iPods", y toda esa mierda —empezó a reírse, hasta que el ruido de la puerta nos avisó de que había entrado alguien.  Era un chico con un estilo punk, tatuajes por sus brazos, pelo moreno, ojos miel, labios finos y rosas, un rostro duro que sumándolo a los tatuajes y su ropa negra parecía más peligroso. Llevaba unas llaves —de lo que parecían ser de una moto— entre sus dedos.  Me di cuenta de que Rose había dejado de hacer lo que estaba haciendo y estaba poniendo sus cinco sentidos en ese chico. Había una tensión palpable entre ellos y dos y algo me decía que se conocían de antes. —Hey, Rose, te dejaste esto en mi casa —le entregó una bolsa de plástico y tras dedicarle una sonrisa y mirarme a mí por unos breves segundos, salió del local. Y tan rápido como entró y dijo eso, se fue.  La tienda se quedó con un silencio sepulcral que supe interpretar como incomodidad por parte de ambas: de ella, por la situación que me había hecho ver y yo porque no entendía nada y quería respuestas; aunque como no la conocía mucho tampoco iba a venir de exigente, pero si quiere ganarse mi confianza como me dijo anoche, podría empezar por contarme qué cojones está pasando. Aunque no sepa ni quién es ese chico. —Me lie con él —habló de repente, sorprendiéndome—. Fue un rollo de una noche. Ya sabes.. —apartó la mirada de la mía, como si le diera vergüenza reconocer en voz alta que se había liado con un chico. —Eh, Rose, no tienes por qué avergonzarte. —Ya, pero es que él no es cualquier chico —comenzó—. James, el chico que acaba de entrar es uno de los mejores amigos de Derek y tiene novia. Y en una de las carreras clandestinas en la que él participaba ganó, llevaron todo tipo de bebidas y fue un descontrol. James estaba muy borracho y yo viéndolo me acerqué a él. Lleva gustándome mucho tiempo, no es que esté enamorada, es que me atrae mucho físicamente, y claro... me aproveché. —¿Y qué hay de malo en todo eso? —Que tiene novia. Iba a contestarle, pero entonces entró alguien a la tienda y, como si evadiera el tema, Rose fue a atenderle. Y me quedé mirando pensativa en todo lo que me había dicho. Analizando todo lo que me había pasado desde ayer, me estaba dando cuenta de que mi sitio, no sé por qué, sé que lo acababa de encontrar. Y se lo agradecía a Jack por dejarme aquí, y esperaba que se lo estuviera pasando de puta madre en Las Vegas. Salí de mi trance cuando Rose me mandó a por unas cajas que había en la parte trasera de la tienda. Tenía la sensación de que esto iba a ser divertido...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD