James.
Detective de inteligencia
Habilidad única. Segunda velocidad.
Estado: Útil.
Karina estaba de pie, al lado de su escritorio con una ligera sonrisa tranquila causando que ladera la cabeza ante su acción tan tranquila. Ella camino hasta la camilla, se impulso con sus brazos para subir y sentarse a mi lado, sus brazos estaban en la camilla mientras su cabeza se estaba inclinando hacia atrás mirando las estrellas de pegatina brillantes.
— Me hubiera gustado ser astrónoma,eso no estaba en las funciones que ellos habían establecido — Suspiró cerrando los ojos con tristeza, las mangas de su bata blanca estaba arremangadas dejándome ver la marca con su número
— Ben, tiene la idea que todos nacimos para ser algo más que aquello que nos dijeron
— Pienso lo mismo que él, pero no lo digo abiertamente porque es peligroso — Ella cerro los ojos dejándome en silencio unos cuando minutos
— No te juzgaré por desear salir de este asqueroso lugar
— Volvamos al tema principal, la razón por la cual estás en este lugar — Ella se inclinó sobre mis labios
Segunda velocidad era mi habilidad de nacimiento, la cual consistía en permitir ver los recuerdos de otra persona a través de sus labios. Coloque una de mis manos sobre su cintura para pegarla a mi cuerpo, antes de besarla sus labios disfrutando el sabor a mango dejando que una serie de imágenes que no me pertenecían aparecieran en mi cabeza.
(...)
karina
El paciente del día de hoy en emergencia era un niño, uno que estaba entre diez y quince años de edad que se encontraba en una camilla aferrándose a la sábanas para soportar el dolor de aquella quemadura de segundo grado.
Ese niño era un guerrero.
— ¿Cómo te llamas? — Pregunté, pero el pequeño únicamente se congelo en su lugar mientras vendaba su pierna
— ¿Tienes miedo, verdad?
El pequeño de ojos marrones con cabello igual a la tinta solamente se aferró a la sábana con fuerza, su comportamiento me inquieto porque usualmente los niños eran habladores
— Mi hermano suele ser muy callado — Dijo una voz femenina detrás de mi cuando que girará sobre los talones — No le gustan los extraños, doctora
— Entiendo, debió ser difícil para el pasar por el incendio — Dije terminando de colocar la venda en su pierna — Fue muy valiente de su parte sacar su hermano de ese incendio
— Solamente estaba pensando en sacarlo de ese lugar — Me dedico una ligera sonrisa — Mi nombre es Isamar Tylenol
Ella estaba vestida con un pantalón talle alto n***o que escondía las cenizas, su camisa naranja tenía manchas negras por las mismas que la habían manchado al momento de sacar al joven que había atendido primero. En su rostro no había nada relevante que mencionar, tenía un rostro común de esos que olvidarás con facilidad luego de algunas horas.
— Debería de revisarla a usted también... — Dije antes de agacharme a la altura del niño — Debes quedarte en esta clínica por dos días, te traeré un poco de comida y algunos enfermeros vendrán a verte luego ¿Estás de acuerdo?
— ¿Puedo comer un dulce de fresa? — Cuestionó en un susurro apenas audible
Su voz era ligeramente ronca, pero no podía estar segura si se debía a la deshidratación u otra cosa. Asentí ante su pregunta antes de volver a incomodarme para ver a la familiar del joven que estaba sentada en uno de los muebles con ojos críticos.
— ¿Me permite revisarla?
— No es necesario, uno de sus colegas lo hizo — Ella miro al pequeño quien se encongio en su lugar — ¿Por qué debemos esperar unos días?
— Es para vigilarlo, después podrán irse — Me acerque a una mesa que está cerca de ella, por momentos sentí un escalofrió — Necesitaré su firma en algunas cosas, espero que no le moleste
— Para nada...
— Enseguida vuelvo
Tome la carpeta entre mis manos para pegarla a mi pecho, camine hasta la cortina para correrla y pasar cuando escuché un leve susurro de los labios del chico pero no fui capaz de entenderlo. Me acerque al escritorio de la recepcionista que estaba jugando con su teléfono Candy Crush que tenía mil años de antigüedad.
— Llama al doctor Javier, quiero que haga un análisis psiquiátrico a ese niño — Ella asintió para tomar el teléfono
— ¿Puedo saber por qué?
— Algo en su actitud, no está del todo bien.
— ¿Se refiere al paciente? — Suspiré ante su pregunta antes de tallar el puente de mi nariz
— Si, me refiero al paciente que está en la camilla — Deje la carpeta sobre su escritorio — Dile que necesito su ayuda para una víctima de incendio, lo estare esperando en la sala de descanso
Ella asintió con la cabeza, estiro la mano para tomar el celular, gire sobre mi propio eje para empezar a caminar por el pasillo a la sala de descanso. Era un lugar tranquilo lejos de la ajetreada zona de diagnóstico rápido, abrí las puertas de vidrio encontrando la mesa vacía causando que mantuviera una sonrisa. Disfrutaba de la soleado porque dejaba un largo descanso y permitia que mi mente divagara.
Mis ojos se detuvieron en la máquina expendedora, mis tripa sonaron de manera vergonzosa causando que mis mejillas se sonrojaran de manera violenta, estaba agradecida que nadie escuchará. Con pasos lentos me acerque para ver la colección de pequeños dulces, tome una de las monedas que se encontraba en mi bata pero detuve mid acciones en seco al darme cuenta que había una barra de cereal con chocolate.
— Dios, quiero unas carlotinas pero esa barra de cereal con chocolate me está tentando
— Puedes comprar ambas — Una voz ronca sono en la habitación, era dulce pero firme al mismo tiempo — Tienes doble turno hoy, puedes comprar una y comerla en este momento. La otra golosina puede esperar en la noche
— Es un gusto volver a verlo Doctor Javier — Dije mirando su reflejo por la máquina, antes de sacar otra monefa de mi bata para ingresarlo y oprimir el número de las carlotinas
— Vamos, no hay nadie mas aquí pequeña, puedes llamarme tío — Camino a mi lado de la barra para serviste una taza de café en uno de los tantos vasos plásticos — ¿Qué necesitabas? Estaba en medio de intentar explicarle a una joven que ningún mounstros saldrá de debajo de su cama
El doctor Javier era un hombre de mediana edad que tenía un mechón de cabello gris debido al tiempo que estaba avisando que pronto cuando dejara de poder ayudar a los demás debía de regresar a su lugar de orígen o servir como un instructor a los recién llegados.
— Tengo un paciente — Dije agachando mi cuerpo para sacar de la máquina el dulce — Este paciente es joven, un joven que salió junto a su hermana mayor de un incendio
— Has tratado a personas por quemaduras en los últimos dos meses — Dejo la cafetera en la mesa antes de tomar su vaso, se giro sobre sus talones dejando que la barra fuera su único soporte — ¿Qué es lo diferente está vez?
— El niño parece asustado de hablarme...
hola mis flores
Espero que les gustará este capítulo, lo dejaré hasta aquí porque me duele horrible la cabeza.
Escrito: 2/Agosto/2021
publicado:2/Agosto/2021
hora: 21:28. Venezuela
Editado: 3/Agosto/2021
Hora: 20:51. Venezuela