Ella está llorando, moviéndose como pueda, él está cegado por la rabia, el licor aumenta sus sospechas, Cristhian se sienta frente a la cama para verla, la tiene a su merced, la mira mientras mueve el vino que hay en su copa, la escucha sollozar. Tiene un enojo rezagado que lo atrapa, arroja la copa al suelo, con fuerza. Se sube a la cama junto a ella, pasando un cubo de hielo, desde el cuello, pasándolo por sus pechos, deteniéndose en su pezón. —Dime la verdad, no quiero hacerte daño, por un demonio habla con la verdad. —le quito el pañuelo que cubría su boca. —Yo, yo solo estoy contigo, eres el único hombre que me ha tocado, te lo juro. —Demuéstrame que no eres como las mujeres que he conocido en mi pasado, que no eres una cualquiera que se va con el primero que le enseña dinero. —¿

