El muchacho abrió los ojos suavemente. Se sentía débil. Eso era muy raro. Se suponía que por muy mal que estuviera, su cuerpo siempre se recuperaría. Algo estaba mal.
Un terrible dolor inundó su cuerpo. Provenía de su estómago. Involuntariamente un gemido salió de su boca, y procedió a inclinar la cabeza para ver qué era lo que le originaba semejante dolor tan atroz. Era un cuchillo; un cuchillo clavado en medio de su tronco. Ya lo había visto antes, y no hace mucho tiempo atrás; a solo horas, quizás minutos.
―Ese… cuchillo… ―pronunció con dificultad. Tratando de no dejar salir otro chillido.
Un flashback vino a su cabeza. Se vio junto a Óscar observando el c*****r de Mateo. Sí, alguien lo había matado y lo sepultó en su propiedad. Vio la pequeña agenda de la víctima donde estaba escrita la fecha de una reunión. Una reunión con Eva y Milar. Eso era muy extraño.
La imagen del cuchillo clavado en su vientre volvió a traerle otro recuerdo, y vio a esa chica atacar a Óscar con una a espada, y luego a él con varios cuchillos.
―Belisa ―susurró el nombre de la homingel al tiempo que en el flashback ella lo hacía.
Brian hizo un intento por sacar el cuchillo de su vientre pero no pudo. Estaba encadenado. Amarrado a una firme silla de yerro. Eso no lo había notado hasta hora. Reunió las pocas fuerzas que le quedaban e hizo un esfuerzo por librarse de aquellas ataduras. No pudo. Estaba muy débil, y muy bien asegurado.
Después de varios intentos, resignado, desistió. Miró hacia a su alrededor, y vio que se encontraba en una vieja y sucia bodega. El techo era de fibrocemento; las paredes de ladrillos; el piso de concreto, sin embaldosar, y la única puerta visible era de metal. Todo el lugar se veía sucio. Lleno de telarañas, herramientas y algunos elementos de construcción.
Su mirada siguió explorando el lugar. Sus ojos se movían de un lado a otro, explorando el lugar, hasta que chocaron contra Óscar. Él estaba en un rincón de la recamara, sujetado de la misma forma: atado por cadenas a una estructura de metal, y al igual que él, su cuerpo estaba lacerado, pero no por un cuchillo o dos, sino por cuatro. Se veía terrible.
―Óscar ―lo llamó―. ¿Óscar, me escuchas? ―no hubo respuesta.
―Veo que ya despertaste ―dijo una voz de mujer al tiempo que la puerta emitía un molesto chirrido al abrirse. Era Belisa. Brian la miró fijamente a los ojos sin decir palabra―. Perdón por el cuchillo ―se le acercó, y tras de ella entró su compañero homingel; un enorme y musculoso hombre―. Tengo que asegurarme de que sus cuerpos no se regeneren ―siguió diciendo―. ¡Ah! Y no te molestes en despertar a Óscar. Yo lo haré ―se acercó al cazador, y le acarició el rostro con delicadeza. Desenfundó su espada y la clavó en el pecho del muchacho.
―¡Ah! ―gritó Óscar adolorido. El alarido resonó por todo el lugar.
―¡Oh, perdóname! ―se excusó casi riendo. Observándolo con picardía.
Óscar la miró con ira.
―¡Maldita! ―le gritó, y recibió una bofetada por parte del enorme hombre.
―Déjalo Wormy. No hace falta más heridas ni maltratos ―acercó su cara a la del cazador―. De seguro que nunca olvidaras esto.
Airado, Óscar le escupió el rostro. Wormy levantó su mano listo para golpearlo, pero Belisa lo detuvo. Se limpió el rostro y sonrió.
―¿Por qué nos haces esto? ―pregunta Brian antes de que ella volviera a hablar.
―¿Quieren saber? ―preguntó la muchacha sin dejar de sonreír. Se volvió hacia Óscar y le extrajo la espada del pecho. El hombre ahogó un gemido en su garganta―. Verás Brian, yo y Wormy somos el equipo asignado para detener o destruir a Milar. Por décadas lo hemos investigado y seguido, y gracias a los informes de este amigo tuyo ―miró a Óscar―, el Régimen nos ha enviado a cazarlo, y de paso cazaremos a Henry, así será más grande nuestra gloria.
―¡Henry es mi objetivo! ―protestó Óscar haciendo esfuerzos por liberarse―. ¿No puedes intervenir en mi misión? ¡Y en dado caso, tendrías que trabajar en equipo conmigo!
―Tú bien sabes que lo tuyo no es trabajar en equipos ―se acercó circunspecta, y disimulando la ira le sacó un par de cuchillos para luego volvérselos a clavar―. Lo siento ―sonrió―. Bien, como estaba diciendo… Las directivas del Régimen nos han enviado por Milar. Ellos creen que él está planeando algo muy malo, y sea lo que sea, debemos impedírselo.
―¿Por qué creen eso? ―preguntó Brian mirando hacia una pequeña mesa donde yacía la agenda que habían encontrado en el pedazo de camisa de Mateo.
―Milar llegó aquí casi al mismo tiempo que el par de gárgolas. Les robó una copa y mató a Eva. Esos comportamientos son muy extraños. No es lo suyo meterse con gárgolas sin ninguna razón. Hasta ahora no tenemos conocimiento de acercamientos a ellas, a excepción de una sola vez; fue hace unas décadas cuando se infiltró en una reunión del concejo de golins. Nunca supimos cuál fue el motivo, pero sí que Eva y Henry estaban ahí. Además de dos de sus hermanos, quienes meses después no volvieron a aparecer ―hizo una pausa y luego miró hacia donde se encontraba la pequeña agenda junto a la identificación de Mateo. Caminó hasta ella y luego la ojeó―. Y ahora por esto, sabemos que tenemos razón ―les enseñó la nota de la reunión―. Milar está tramando algo. Él se traía algo con Eva y con este tal Mateo.
―¿Saben algo de él?
―Por supuesto. El Régimen se entera de todo ―volvió a colocar la agenda en la mesita―. Mateo era un golin.
―¡Lo sabía! ―exclamó el joven Jackson
―Llevaba pocos meses trabajando para Milar en su clan. Pero por alguna razón, Milar lo traicionó, y uso su cuerpo para incriminarlos a ustedes; y además de eso también traicionó a Eva y se deshizo de ella.
―¡Un momento! ―exclamó al descubrir algo.
―¿Sí…?
―Si Mateo es un golin… mis sospechas son ciertas. Milar nos mintió.
Óscar lo miró con el ceño fruncido. No quería que les siguiera dando información.
―¿A qué te refieres golin? ―preguntó Belisa acercándosele.
―La última vez que Milar habló con Katiana, se refirió a Mateo como a un hombre común. Dijo que Eva hizo que su muerte pareciera un accidente o un ataque de animales para mantenernos ocupados, y que justo en ese momento José le robó el legado usando un medallón. Cuando Katiana me lo contó, no lo creí. Luego, cuando encontramos el cuerpo de Mateo en nuestra propiedad, y la nota en su agenda, me terminé de convencer que era un engaño. Milar solo juega con nosotros.
―Sí… y aún no sabemos que es lo que se trae ―exhaló un suspiro―. Gracias por la información.
―¿Me dejaran ir? ―se apresuró en decir.
―Sí… pero no hoy.
―¿Qué? ¿Pero por qué?
―Creemos que ustedes están incluidos en su plan. Así que no podemos correr riesgos. También estaremos vigilando a tu novia. No te preocupes por ella.
―¡Maldición! ―exclamó enfadado.
―Te lo dije Brian ―dijo Óscar con una sonrisa casi apática―. Te-lo-di-je.
―¡Ya cállate!
―¡Ah! Ahora yo el soy malo aquí.
―Mejor cállense los dos ―dijo Wormy con su vozarrón.
―¡Vaya amigo! ¡Pensé que ya no hablabas! ―bromeó Óscar―. Llegué a pensar que esa mujer te había comido la len…
Un puñetazo golpeó la sien de Óscar. Fue tan fuerte que lo sacudió con violencia. El inmovilizado cazador se mantuvo en silencio por cinco segundos.
―Aun pegas… bien ―musitó.
―Ya es hora de irnos ―dijo Belisa dirigiéndose hacia la puerta.
―¡Ey espera! ―exclamó Óscar―. Debes liberarme. Debo cumplir mi misión. Debo eliminar a Henry. Es la misión que me ha dado el Régimen.
―Haré las cosas a mi modo Óscar. Y no me importa si por retenerte reciba una sanción ―sonrió y le lanzó un beso―. No quiero que me estorben. Y… prometo que algún día los liberaré. Adiós.