Los papeles estaban en mis manos y Andrew me miraba molesto. No sabía que explicación darle. —Existe algo llamado privacidad. —Buscaba mi celular. —Oh y seguramente está entre las letras de mis canciones, ¿no? Quería que en ese momento el suelo se abriera y me succionara para desaparecer. Ahora Andrew creerá que soy una loca que buscaba entre sus cosas. Se acercó a mí y me arrebató las hojas de las manos para después guardarlas en un cajón. — ¿La escribiste para alguien? —me atreví a preguntar. —Eso no te importa. —Me importa. Por alguna razón que aun no entiendo, me importa. Sus ojos pasaron de ver al suelo a verme a mí directamente, sin poder creer lo que acaba de decir. —Supongo que elegiste un mal momento para confesarlo —dijo y después se acercó a la puerta de su habitación

