Un hombre extraño besa mi cuerpo, sus manos quieren tocar mi piel, no sé qué hacer, en mis libros describo escenas sexuales pero todas basadas en investigación, jamás en mi propia experiencia, ahora solo me queda recordar cada una de esas frases que plasmé, como la mujer puede ser participativa.
Sus besos bajan por mi cintura, se muy bien lo que hará, trato de poner mi mente en blanco pero es imposible, el calor corporal del señor Mellers me quema, puedo ver que aunque sigue mojado por la ducha que tomo, emana humo, envolviéndome en su llama.
Por fin llego a su objetivo, su lengua se posó en mi entrada, con sus manos abrió mis piernas, me sentía vulnerable pero a la vez deseosa, quería todo lo que pudiera ofrecerme.
Ahí estaba el, jugando con mi intimidad, mis manos sujetaban su cabello, trataba de sacar su rostro de mi entrepierna pero era imposible, él se introdujo cada vez más, al punto que sus dedos se clavaron en mi cadera.
Había llegado a la liberación femenina, un orgasmo que me cortó la respiración, yo estaba eufórica, quería mucho más de él.
Se subió de nuevo en mi, su sonrisa de medio lado me intrigaba, era un hombre bellísimo, no lo negaré, pero esa aura maligna que posee es adictiva, abrió mis piernas con delicadeza, fue donde sentí que iba ingresando.
-Veremos si dices la verdad.-
No debía responder, él se daría cuenta si mentí, solo fueron unos segundos para descubrir la verdad, su entrada fue forzada, las paredes uterinas y mi capa de pureza lo dificultó, él fruncía el ceño al sentir la barrera, mientras que mis ojos derrababan lágrimas.
-Pasará el dolor, lo prometo.- mencionó besando mis mejillas, yo estaba sintiendo el desgarre por primera vez, quizás debía escoger uno con un m*****o más pequeño.-
Por fin ingresó por completo, ya no era una mujer casta, le había entregado aquello que se supone que sería para mi esposo, algo que jamás reclamo y entiendo por qué, mi hermana era quien ocupaba un espacio en su corazón, no yo.
Los movimientos de cadera iniciaron seguidos de sus besos, cada embestida era de placer, en verdad el dolor había pasado, al menos mi mente lo reemplazó con placer, quería sentirlo más cerca, más adentro de mi, deseaba que la noche fuera larga, que siguiera siendo tan excitante.
Sus gruñidos se mezclaban con mis gemidos, mis uñas estaban quedando grabadas en su piel, él abría ligeramente su boca mientras movía su cintura, me sentía como la mujer más lujuriosa del mundo, sé que pedía un poco más.
Mi cuerpo temblaba, estaba liberándome por completo, creo que ahora tengo una idea muy clara de qué escribir en mi próximo libro, detallaré mucho mejor la escena s****l, creo que solo será recordar lo vivido y sentido esta noche.
Gregorio Mellers se liberó por completo, me lleno de su blanca esperma, nuestra respiración era idéntica, los dos estábamos agotados, él dejó un beso en mi labios y se recostó a mi lado, ninguno de los dos habló , yo simplemente esperé un momento mientras que su semen hacia el trabajo, quería embarazarme como diera lugar.
Después de un par de minutos me levanté de la cama, era hora de irme, pasaría al baño, tomaría una ducha y me marcharía.
-¿Para dónde vas?- preguntó tomándome del brazo, yo quedé sentada de nuevo en la cama.-
-Me limpiaré y me marcharé.-
-Vamos al baño.-
-Yo puedo hacerlo sola.-
-Iremos juntos.- mencionó poniéndose de pie, la luz de la luna alumbraba muy bien su cuerpo, trasero firme, abdomen marcado por el ejercicio, pectorales duros como una roca, su m*****o aún erecto, como si quisiera seguir en el juego.-
Me tomó de la mano y caminamos a la ducha, los dos ingresamos por completo, preparó el agua caliente para los dos, creo que cuando sentí como el agua cayó en mi cuerpo sonreí.
Mi rostro estaba mirando hacia el techo, quería sentir el agua y no mirar al hombre que me avergonzaba, pero parecía que él no sentía lo mismo pues sus manos comenzaron a lavar mi cabello.
-¿Estás bien?- preguntó
-Lo estoy.- respondí, mientras lo hacía por mis piernas caía un hilo de sangre, esta era ya la prueba reina que no mentí.-
-¿Segura? Quizás fui algo rudo.-
-En absoluto, haz sido gentil.-
El señor Mellers me dio la vuelta, hizo que lo viera a los ojos, veía los suyos inquietos, como si algo lo atormentara.
-¿Seguro te quieres embarazar?-
-Así es, como le mencioné no tendrá que hacerse responsable de nada.-
Él tomó mi rostro en sus manos, lo siguiente supe es como empezó a besarme, sus manos apretaban mis senos, estoy segura que quería más y yo… bueno también lo deseaba.
-Quiero hacer bien mi trabajo.- susurro
De nuevo pasamos a la cama, nuestros cuerpos estaban unidos, el hombre no permitiría que me marchara, yo solo pensaba que quedaría muy embarazada, aumentaba más mis posibilidades con tantas liberaciones en mi interior.
Llegó el momento donde por fin nos detuvimos, Gregorio dormía con una mano en mi cintura, yo solo lo observaba, el sol ya amenazaba con salir, ya era hora que me marchara, con cuidado me levanté, tomé mi vestido y zapatos, mis bragas estaban perdidas, al menos no estaban a mi vista, no tenía dinero ni hogar así que hice algo indebido, tomé de su cartera 20 dólares, le dejé una nota explicando que los necesitaba para un taxi, pronto se los devolvería.
Lo vi por última vez en la cama, dormía sin preocupación alguna, solo suspire recordando lo que pasó, ¿en verdad hice el amor con el?.
Abrí la puerta y salí, solo tenía una persona que podía ayudarme así que la buscaría, en la recepción pedí un teléfono, amablemente me lo permitieron.
-¿Bueno?-
-Abogado soy Laura.-
-¡Laura! Quería hablarte, tu divorcio ya quedó.-
-Lo sé, Gael me comunicó, pero no llamo por eso.-
-¿Cómo te ayudo?-
-Por ahora podría ayudarme con un lugar donde dormir.-
-¿Dónde estás? Voy por ti.-
-¡No! Yo pediré un taxi, solo dame la dirección que yo llegaré.-
-Edificio Magneto en la calle Collins, te espero en la recepción.-
-Bien, iré en un momento.- colgué el teléfono y agradecí la llamada, salí a la calle, rápidamente tome un taxi y le di las indicaciones, al parecer no estaba tan lejos, llegué en 20 minutos.-
El edificio quedaba en el centro de la ciudad, podía ver que era hogareño, al sus alrededores habían tiendas de comercio.
Pague el taxi y fui a la recepción, efectivamente el abogado estaba allí esperándome.
-¡Laura!- escuché decir
-Abogado que vergüenza tener que recurrir en estos momentos, pero no tengo a nadie más.-
-Por favor llámame Marcus, por lo otro no te avergüences, lo haré con gusto, vamos y te muestro donde podrás vivir.-
-Gracias.-
Me llevó al ascensor, oprimió el botón del piso sexto, la música era lo único que se escuchaba, la incomodidad estaba presente, debo decir que sentía algo de vergüenza, estaba vestida igual que la noche anterior, mi cabello alborotado y sin una gota de maquillaje.
El departamento 602 era nuestro destino, Marcos lo abrió y me permitió el ingreso, el lugar era bonita, había mucha iluminación, los grandes ventanales permitía que el sol ingresara.
-Espero te guste, es mi departamento.-
-¿Vives aquí?-
-No, lo tengo para alquilar, ahora está desocupado así que puedes usarlo.-
-Te pagaré por todo lo que haces.-
-No hay problema.- mencionó y comenzó a mostrarme el lugar, tenía todo lo necesario para vivir, lo único que me preocupaba es que no tenía ropa, solo un vestido y cinco dólares que me acompañaba.-
La habitación era espaciosa, muy linda, al menos me sentiría a gusto aquí, así lo presentía.
-Laura si necesitas algo, por favor dímelo, en este momento iré a comprar comida, la alacena está vacía.-
-Perdón por lo que te pediré, pero tienes ropa que me puedas prestar, un suéter podría ser.-
-No tengo pero podré comprarte algo.-
-Te lo agradezco.-
-Por ahora ponte cómoda, volveré pronto.-
-Está bien.-
Marcos se marchó mientras que yo recorría el lugar, sé que estoy avergonzada pero no tengo opción, necesito su ayuda.
Una hora después volvió con algunas compras, la mayoría comida y un par de suéteres junto con calzado, en verdad todo estaba perfecto.
-Te dejaré dinero, no sé qué comprar para una mujer así que lo siento si no traje lo necesario.-
-Eres muy amable.-
Marcos estuvo un rato más y se marchó, mencionó que los vecinos del frente estarían pendiente de mi, eran una pareja de ancianos que vivían solos.
Una vez quedé sola, preparé un Té, lo bueno de haber trabajado por dos años en mi propia casa como empleada de servicio, fue aprender las labores básicas de un hogar.
Tome una ducha, me puse uno de los suéteres cómodos y me senté cerca a la ventana, observaba la gente pasar, por instinto puse una mano en mi vientre, solo ruego que mi bebé esté ya en camino, en verdad lo deseo con el alma.