Cuando Amelie bajó del auto para ver la increíble residencia de cuatro pisos de la abuela. Se quedó con la boca abierta. Al ver a su alrededor se dio cuenta que estaba sobre la famosa avenida de los Eliseos, a lo lejos se podía divisar el Arco del Triunfo. —Es hermosa —exclamó admirando tanta belleza arquitectónica, no se comparaba en nada a los edificios contemporáneos de Nueva york. —Espero te sientas como en casa aquí, Amy —dijo su abuela pasando su brazo por su espalda de manera suave, ambas entraron. En el interior la casa era aún más deslumbrante enfrente había un recibidor pequeño, pero con un gran candelabro bañado en oro puro. Las paredes eran de un blanco marfil, frente a ellas una escalera estilo imperial las recibió. Era elegancia pura, pensó ella. Caminaron al salón donde

