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2608 Words
—Me encantó la forma en que describiste la vida de Job en esos primeros tres capítulos y precisamente te daré la razón; Dios no busca personas que le adoren en la prosperidad sino personas que le adoren en todo momento, Job es uno de los santos cuyas vidas deberían ser un reflejo de la nuestra, un buen ejemplo que seguir. Puedo saber como sabes tanto sobre job?— —Amo... La lectura. Y soy hijo de pastor, supongo que algo tuve que heredar de el— Bromeó. —Mira, hijo de pastor. Ya somos dos— Guiñó el ojo. —Quién es tu padre‽ —Richard— Un rotundo silencio se hizo presente. —El Richard de las noticias— —Eres hijo del famoso Richard Jannsen , el que heredó una casa de una anciana en su lecho de muerte?— Luke no entendía de qué trataba aquello, Adam permaneció en silencio. —Si no es mucha indiscreción, podrías aclararnos que fue lo que pasó en realidad— —No es muy diferente a lo que probablemente oyeron. —Yo supe que tú padre obligó a una viejecita en su lecho de muerte a firmar un traspaso de escrituras de una vieja mansión a nombre de tu padre— —eso no es verdad —Tu padre manipulaba a la anciana? —Dicen que dejó a sus nietos sin un porvenir por la fechoría de tu padre. —Que nada de eso es cierto, ¿es tan difícil de entender? Mencionó exasperado poniéndose de pie de un brinco. —No... Puedo tolerar que hablen mal de la reputación de mi familia Pronunció con voz entrecortada mientras los demás jóvenes murmuraban entre ellos y lo acusaban de cosas que Adam jamás hubiese imaginado. Like se puso de pie intentando calmarlo con su mano en el hombro. —Solo dinos la verdad, ¿tu padre engañó a esa pobre ancianita para cederle la herencia? El joven gruñó, mantenía su puño firme y comenzaba a sentir un temblequeo en sus extremidades y en su voz. Era tanta la presión que sentía en ese momento que decidió que era el momento de salir de allí, Luke le siguió los pasos excusando la actitud de sus amigos. —Adam, Adam. Espera Mencionaba detrás de él, apresuró el paso para alcanzarle. —Me disculpo por el comportamiento de mis compañeros, no pensé que se pondrían en ese plan. —No es culpa tuya. Mencionó indiferente y sin ceder en su caminar. —Sube al coche, vamos a disfrutar de un ameno viaje con música alegre. Sonrió. Subieron ambos al coche, Luke al volante y Adam de copiloto, encendió el estéreo y subió el volumen , una canción ruidosa de un genero moderno comenzó a soñar retumbando en los cristales del coche ocasionando una constante vibración que les producía cosquillas en los pies y en los oídos. Adam lo miró extrañado, pues la música que sonaba era contrario a lo que él pensaba que aquel joven solía escuchar. —Me importa un carajo la religión. Mi relación con Dios es aparte. Mencionó subiendo aún más el volumen y menenando la cabeza al ritmo de la melodía. Adam se olvidó por un momento del trago amargo que acababa de pasar. Cristoff se encontraba afuera del hospital en una zona de descanso para las personas, sentado en una banca sobre la cual un frondoso árbol brindaba sombra durante el día, la noche comenzaba a enfriar el aire. Había pasado poco más de una hora desde que había visto a su padre y decidió que había llegado el momento de volver, imaginaba una noche en vela vigilando al hombre que lo engendró. Se puso de pie entró por la puerta frontal para dirigirse hacía la sala de urgencias. A esas horas de la noche había más personas que antes. Los pasillos estaban obstruidos por personas que iban y venían en la misma dirección que él, encontró cercano aquel pasillo que lo llevaba a la salida trasera y por supuesto a la zona de urgencias. Empujó la puerta y un hombre joven le pidió su pase, el joven hurgó en el bolsillo trasero de su pantalón y se lo mostró al guardia quien lo dejó pasar sin interponerse. El constante quejido de un hombre llegaba hasta los oídos del joven quien caminaba sin expresión alguna , tan solo con un pensamiento en mente: Que su padre no le mirase con desprecio o que le riñese por haber permitido que aquellos enfermeros se lo llevasen sin su consentimiento. Una enfermera colocaba medicamento en la sonda del suero de una mujer mayor sobre una camilla, un sonido agudo e intermitente llegó a su memoria. «Bip, Bip, Bip» —Hijo mío, necesito que seas fuerte, quizás no voy a estar mucho tiempo contigo, pero quiero que mi recuerdo y mi amor vivan por siempre en tu memoria. Sonríe mi amor— Mencionó su madre dibujando una sonrisa en los labios de su hijo con uno de sus dedos. —Y no debes de faltar a la escuela por venir a verme. No me voy a ir de aqui— Rió débilmente. Un grito de su padre lo despertó de sus ensoñaciones, estaba a unos pasos de la camilla de su progenitor y éste luchaba con un enfermero que intentaba retenerlo, el hombre se había arrancado la sonda que atravesaba en su vena y amenazaba con largarse del lugar. —Por favor, señor tranquilícese— Le reprendía el doctor. —Papá por favor— Agregó Cristoff brindando su ayuda. —Sácame de aquí, Cristoff. Por favor hijo— —Te voy a sacar de aquí, pero por favor, deja de insistir, deja de luchar. Esperemos unas horas más para que permanezcas en revisión.— Mencionó el joven en un alegato poco efectivo, el hombre forcejeaba y se negaba a volver a su camilla. —Sácame ya, muchacho— Gritó con sus ojos llenos de lágrimas. — ¡No señor! Usted no se va a ir de aquí— Se escuchó la voz de una enfermera que llegaba a brindar su apoyo a su compañero. Aquel doctor insistía al hombre para que volviese a su cama pero éste tan solo permanecía sentado a la orilla del colchón con un leve hilo de sangre manchando su bata. —Me voy a llevar a mi padre, lo llevaré con el médico de la familia, ¿qué tengo que hacer para que lo den de alta?— —Tiene que ir al módulo de asistencia y pedir la baja del paciente— El joven miró a su padre en busca de aceptación pero éste se sintió ofendido y pidió con total tono de autoridad que se lo llevase inmediatamente, un nuevo alegato entre padre, hijo y médicos se hizo represente en una retahíla de las consecuencias de tal acto, esto tan solo distraía a los demás doctores y enfermeros que monitoreaban y atendían a los demás pacientes. —Sácame de aquí, Cristoff.— El muchacho tomó a su padre cargándolo con el brazo sobre su hombro y se encaminó hacia la salida mientras los enfermeros miraban incapaces de hacer algo. El doctor que lo atendía negaba con la cabeza mientras los miraba alejándose. Un anciano gritaba que también quería irse, exigía que lo sacaran de ese lugar inmediatamente, ésto provocó el enojo de su hija quien había permanecido con él desde temprano. Padre e hijo salieron de la enorme sala y se encaminaron por el pasillo, el enclenque hombre de cincuenta años aparentaba ser un anciano, entraron al baño del hospital y Cristoff ayudó a su padre a cambiarse votando la bata al cubo de la basura, ambos hombres se encaminaron por el eterno y enmarañado pasillo a paso lento hacia la salida. Estando en casa, Cristoff desnudó a su padre quien se negaba a ello y lo ayudó a meterse a la tina de baño, .Isma que ya estaba llena de agua. —Relájate un momento, vuelvo en diez minutos— Sugirió dejando a su padre en la bañera. El hombre comenzó a toser insistente con una tos cansina seca y áspera. La falta de aire causaba una sensación de ahogo de la cual no podía tener control, se sujetó a la orilla de la bañera pero resbaló provocándose un golpe debajo de la axila, aquel dolor le causó una sensación de asfixia mayor que lo obligó a permanecer inerte en la bañera. Quedó mirando hacia el techo a una mancha de humedad que se formaba en lo alto, tenía la forma de una nube tenue cuyas ondulaciones simulaban a la vez una silueta de un árbol en una pintura infantil, la tibieza del agua causaba un adormecimiento relajante que lo hacía cerrar los ojos por momentos, su hijo entraba por la puerta y llevaba consigo una toalla bajo el brazo que colocó sobre el pasador de la cortina de baño y colocando un asiento al lado de la bañera ayudó a su padre a ducharse sin chistar. Miraba a su hijo con un brillo especial en sus ojos, contemplando a su pequeño hijo convertido en hombre adulto. Cristoff mecía los cabellos de su padre para esparcir la espuma del jabón por toda la cabeza y luego con un bote tomaba agua de la bañera y enjuagaba su cabeza con ella. —Te hice un agua de frutas fresca, necesito que tomes muchos líquidos ya vez que el doctor te recomendó beber muchos líquidos, necesito que te cuides por favor— Mencionó con un tono amoroso al hombre que alguna vez fuere su confidente. —Tengo hambre, ¿podrías prepararme algo para cenar?— —¿Cuánto tienes sin comer?— Mencionó haciendo una pausa mirando directamente a su padre quien escondía sus rodillas bajo el agua. —Desde anoche que cené con mis colegas— El joven negó con la cabeza resoplando. —Tenemos que cambiar algunos hábitos, padre— —No pienso cambiar nada— refunfuñó. —Hay cosas que nos están haciendo daño, no comer adecuadamente, no beber suficiente agua y abusar de las drogas— —No me vengas con discursos tontos hijo, sabes que no tolero que critiquen mi forma de vida, solo tu madre era la única en influenciar algo en mi vida, tú eres un crío aún y no toleraré que quieras cambiar mis costumbres arraigadas— El joven se dió por vencido y decidió no tratar de convencer a su padre pues sabía que solo sería una perdida de tiempo. Despues del baño se sentaron ambos a la mesa y el joven le sirvió a su padre un par de chuletas con salchichas asadas acompañados por una ensalada de verduras y jugo de frutas que había preparado minutos antes. Ambos disfrutaban de la cena en total silencio, tan solo el tintineo de los cubiertos era perceptible, la mirada de su padre se centró en él. —Sé que desde que murió tu madre nada ha sido igual— El siguió disfrutando sus alimentos sin inmutarse en lo más mínimo, si padre lo miraba insistente sin pestañas y apenas sin respirar. — La pérdida de tu madre no te afectó solo a tí, me afectó a mi también— lanzó un sollozo de dolor — Tu madre era el pilar que mantenía nuestro hogar intacto, desde que ella se acabó nuestro hogar y nuestro mundo se vino abajo, era ella quien arreglaba nuestras discusiones, la que mantenía todo en orden, ella mantenía unida esta familia, siendo una buena madre y una excelente esposa, ama de casa, amorosa, dedicada, pero esa enfermedad... Esa maldita enfermedad la apartó de nuestro lado. El joven levantó la mirada, sus ojos comenzaban a humedecerse. —En cambio yo— Prosiguió con una voz trémula. —Pensé que Podría hacerme cargo de todo, creí que podría seguir siendo un buen padre para tí, pero luego llegaron las botellas de vino, «es solo una» pensé, luego fue otra al sígueme día, luego una no fue suficiente y seguí comprando más para mitigar la pérdida de tu madre, de MI ESPOSA, pero nada ayudaba, ni el alcohol ni las malditas drogas, solo funcionaba por un momento y luego— Soltó un llanto desgarrador que llevaba mucho tiempo reteniendo. —Luego todo volvía a ser igual, regresaba a la realidad, tu madre no estaba— Cubrió su cara con sus manos mientras hablaba en sollozos incomprensibles, Cristoff no sabía como reaccionar. —He sido un mal padre y no me lo puedo perdonar— Mencionó aspirando hondo. Lágrimas amargas comenzaban a derramar los ojos del joven quien se decidió a levantarse de su lugar y consolar a su progenitor dándole unas palmadas en la espalda. El hombre se puso de pie al momento y se alejó a toda prisa saliendo de su casa por la puerta de salida haciendo acopio de las fuerzas que tenía. Cristoff se quedó parado al lado de la mesa observando como si padre se alejaba evadiendo cualquier contacto y muestra de debilidad con su hijo. —Te amo papá— Susurró secando sus lágrimas. El joven subió a su habitación y se sentó en la silla al lado de la ventana a mirar por su telescopio buscando el paradero de su padre en las casas de los vecinos pero la calle parecía totalmente solitaria, le inspiraba un aire de un paisaje distópico. Las calles le resultaban tan solitarias y oscuras que le mordía la impaciencia por saber a donde habría ido su padre, aunque sabía también que era un hombre muy conocido por el barrio y no le resultaría difícil acudir con alguno de sus más allegados conocidos, suspiró hondo y decidió mantener la calma. A lo lejos podía ver las luces de los coches pasar por la carretera. Abrió la ventana y sacó la lente de su telescopio y lo giró hacia el cielo, le gustaba contemplar las estrellas y descifrar las constelaciones que, aunque tan solo reconocía el nombre de algunas apreciaba pasar un momento buscando aquellas estrellas de las cuales ya sabía su nombre, en lo alto, Sirio brillaba adornando la constelación del «Canis Major» Aquellas estrellas lucían tan pequeñas en la distancia que pareciese que podría albergarlas todas y cada una de ellas incluidas Sirio en la palma de su mano, imaginaba que detrás de todas aquellas estrellas permanecía la imagen viva de su madre viviendo en un paraíso donde la maldad, la carencia, las tristezas y la enfermedad eran algo inexistente, aspiraba hondo y se cuestionaba a sí mismo la razón por la la cual su madre tuvo que irse tan anticipadamente «Se supone que los hijos deberían de sepultar a sus padres y no que fuese al revés» Quizás Dios disfrutaba de ser un sádico, arrebatando la vida a los inocentes y postergando la muerte de las personas crueles, quizás Dios se Simpatiza por aquellas personas pues él es igual a ellos, reprobando así todo acto de buena voluntad por parte de las personas pues no entendía como su madre quien era una buena mujer, excelente madre y esposa tuvo que pasar pie un calvario sin merecerlo, más no instante aquellos asesinos, p*******s, líderes religiosos corruptos obtenían grandes beneficios, Dios es mi ser que disfruta ver sufrir a la gente. Este pensamiento le causaba un poco escalofrío y un remordimiento de conciencia que lo obligaba a arrodillarse en su habitación para pedir perdón y clemencia hacia Dios por tales pensamientos. Pedía sabiduría y paciencia para saber comprender los designios de ese ser supremo del cual era temeroso. Se santiguó evocando una oración corta y luego volvió a observar por la mira de su telescopio.
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