capitulo diez

3589 Words
Un joven caminaba por la ciudad bajo un torrencial inclemente luego de una noche de apuestas, los coches sonaban sus claxons ante aquel enorme tráfico, aquel chuvasco reducía considerablemente la vista de los conductores, aquel joven apresuraba el paso sin importar que sus ropas habían sido empapadas por completo, el baho de su aliento formaba pequeñas nubes blancuscas que se acentuaban con las luces de las calles, se paró fuera de una enorme panadería fuera de servicio, protegiéndose de la lluvia bajo el capote del local, frotó sus manos fervientemente y luego sopló sobre ellas. Una fuerte luz partió el cielo en dos iluminando las calles por un momento a la vez que un estruendo hacía retumbar los cristales de la panadería, el joven llevose pronto las manos a las orejas presionando fuertemente contra su cabeza mientras cerraba los ojos, otro rato se hizo visible para darle paso a un estruendo más pequeño que el anterior, el joven prosiguió su camino. Dispuesto a llegar a su hogar. Caminó rápidamente hasta la siguiente esquina, dió la vuelta. A diferencia de la calle anterior esta carecía de algunos faroles teniendo varios metros de la larga avenida en una media penumbra. Los coches pasaban cerca de él levantando una leve brisa al pasar por las encharcadas calles salpicando el rostro del joven con agua terrosa. Se limpiaba la cara mientras corría, el frío comenzaba a quemar sobre sus manos y piernas. Su casa estaba a tres cuadras de distancia y tenía urgencia por llegar, quitarse sus ropas, secar su humedad y ponerse el pijama para ir a dormir. La nariz se le cosntipaba con el respiro constante y en ocasiones tornaba a respirar por la boca pero el gélido viento entraba incremente a sus pulmones causando incomodidad al llegar al tope del respiro. —¡Maldito viento!— Gritó al sentir una fuerte ráfaga de viento y granizo que golpeó su rosado rostro. Se quitó la capucha que cubría su cabeza, la humedad era tanta que se tornaba pesada y le dificultaba ver sin claridad, peinó su cabello hacia atrás para que no le resultara un impedimento más a su visión. Se encaminó apresuradamente al ver su casa a lo lejos. Una vieja casona de madera compuesta por dos pisos y un ático con techos en forma de triángulo. En la parte de la acera un coche n***o y largo similar a una vieja carroza se encontraba aparcado. El pavimento se notaba resbaladizo por lo cuál el joven caminaba presuroso pero con cuidado para no caer. Llegó hasta la puerta de su hogar y lo sorprendió el sonido estridente de música popular, empujó la puerta y está se abrió sin esfuerzo. Sus zapatos producían un chirrido al pisar aquel frío piso de cerámica. Se dirigió hacia la sala al escuchar risas y conversaciones inaudibles. Un grupo de tres hombres y una mujer se encontraban sentados en dos sofás uno al lado del otro estando la mujer sentada sobre las piernas de uno de aquellos hombres. Humo y olor a alcohol impregnaban el aire del interior, un aroma acre que volvía indeseable la respiración. El joven pasó de largo sin inmutarse en lo más mínimo y sin mostrar siquiera una leve sonrisa o saludo a su padre y al resto de las personas, pareciese que no le debía a su padre ni el más leve respeto mientras estos lo miraban de arriba hacia abajo notando su deprorable aspecto. Llegó a su habitación sorbiendo los mocos y escurriendo el agua de sus ropas, temblando de frío y su estómago reclamando por algo de alimento. Giró entonces el pomo de la puerta de su habitación y el poco consuelo que sentía por llegar al calor de su lecho y habitación de vino abajo. —¡Por Dios! ¡Salgan de mi habitación!— Pegó un grito que pudo ser escuchado en toda la casa, retumbando por cada esquina y cada habitación de paredes de madera y tablaroca. Una mujer de aparentemente algunos treinta años y un hombre poco mayor que él se levantaban de su cama desordenada totalmente desnudos. Aquella mujer de apariencia delgada y pálida, cabellos oscuros como la noche y enormes ojos marrones se cubría sus partes íntimas con ambas manos antes de ponerse a buscar sus ropas que permanecían regadas por el piso, el humo de la habitación comenzaba a escaparse como si de ellos tuviera urgencia, colándose por el pasillo y perdiéndose en el aire. El hombre aquel, cuyo nombre era Sven, su rostro enrojecido y labios azulados le daban la impresión de sentirse avergonzado pero el joven sabía que Sven era un total sin vergüenza, hijo de Rowan, amigo de su padre. La mujer se calzaba el pantalón apresuradamente mientras sus pechos temblaban con el movimiento. Cristoff se apartó hacia un lado de la puerta mirando hacia la pared contraria a la de su cuarto esperando a que aquellos intrusos se largasen. —¡Maldición!— Pronunció furioso golpeando la pared de tablaroca. —¿No podrían haberse ido a algún hotel? — Apretaba la mordida causándose un rechinido de muelas mientras sorbía la nariz. Su padre, un hombre y aquella mujer sobre las piernas de éste llegaron hasta el lugar para saber a qué se debía tanto escándalo. Sven y la mujer con él salían de la habitación con los ojos bien abiertos y mostrandose totalmente serenos. Su padre abría los ojos enormes y fruncía el seño. —¿Qué está pasando aquí?— Mencionó sin saber a quien dirigir la mirada. —Este hijo de...— Se detuvo al hablar. —Estaba teniendo sexo en mi habitación con esta r****a— Cristoff esperaba que su padre le defendiera poniendo un límite a sus amistades. —¡Pequeño bastardo! Estos muchachos son mis invitados. ¡No debes hablarles así!— La impotencia en el joven se contenía en su alma acrecentando su ira que empezaba a desbordarse en tensión por su cuerpo. —Solo diles que se larguen— Sugirió respirando profundo. —Mejor nos vamos— Pronunció Sven tomando a aquella mujer de la mano. —Por favor Sven, no se vallan— Suplicó su padre. —Nosotros también deberíamos de irnos, Chad.— Mencionó la otra mujer a su amante. y sin decir más se dieron la media vuelta para marcharse. Cristoff hizo lo mismo y se dirigió a su habitación pero su padre le detuvo sosteniéndolo del ante brazo. —Ves lo que hiciste, muchacho. Hiciste que se fueran— El joven se había acostumbrado a las miradas llenas de rencor de su padre y al poco tacto que tenía hacia él. —No me importa, también es mi casa papá— Se limpió la nariz con el dorso del brazo —Estoy de acuerdo y por eso mismo desde ahora en adelante dejaré que tú mismo te ocupes de tus cosas. ¿Necesitas comer? Consigue tu propio alimento.— Sentenció apuntando con su dedo directo al pecho del joven —¿De qué hablas? Yo aporto en el gasto de esta casa, todo el dinero te lo doy a ti para pagar los servicios y en lugar de eso te lo gastas en apuestas y comprando alcohol y droga para tus amigos— —¿Me vienes tú a reclamar? ¿Siendo tú quien compró drogas y cerveza? Eres tú el que se la pasa pidiéndome mariguana cuando no tienes— Mencionaba mientras golpeaba con su dedo índice el pecho húmedo de su hijo. —Solo digo que dejes de meter gente a esta casa, somos dos. Yo no traigo a desconocidos para emborracharnos y drogarnos. Es cuestión de ética, padre.— —Ahorrate tu maldito sermón, no trates de darme lecciones de ética, ¿se te olvida que yo soy tu padre?— Cristoff lanzó una risa sarcástica interrumpiendo a su progenitor. —Precisamente porque yo soy tu hijo deberías ser tú quien me de consejos a mí y no al revés— Ésto solo logró enfurecer más al hombre enclenque. —¡Pequeño bastardo no me levantes la voz!— Su mirada se tornó aún más amenazadora que antes, Cristoff sintió que debía terminar con esa discusión cuanto antes. —Jamás podremos convivir como una familia, como padre e hijo. ¡Lo siento tanto papá!—. Entró a su habitación mientras su padre gritaba improperios en su contra y golpeaba puerta, el joven permanecía recargado en ella dentro de su habitación sintiendo las percusiones de cada golpe mientras sus ojos derramaban tibias lágrimas. Limpió nuevamente su nariz con el brazo y se comenzó a deshacer de sus húmedas vestimentas. Tocó su abdomen bajo al sentir que arcada le venía imprevista. Cogió una lata de aerosol de sobre la mesilla de cama y roció al rededor de su habitación por el aire, abrió un poco las ventanas, se quitó los calzones húmedos y calcetines para luego ponerse su tibia pijama que ya lo esperaba dentro del ropero. Cogió un viejo cuadernillo que había en el cajón de la mesilla de noche y empezó a buscar algunas páginas sin usar, la mayoría estaban ocupadas en su totalidad por improvisados dibujos de todo tipo: calaveras, gatos, perros, algunos otros animales, personajes de televisión y rosas, escritos, poemas e insólitos pensamientos. Llegó hasta la última página que había utilizado y comenzó a escribir en el blanco del papel entre renglones. «A veces me es difícil seguir y me pregunto: ¿Qué sentido tiene una vida así? Mi madre murió hace años y junto con ella murió mi padre, quizás no físicamente pero sí mental y humanamente. Aquel hombre amoroso y preocupado por su familia y por si mismo desapareció, entendí que yo no formo parte de ese vínculo en el cuál solo eran mi padre y mi madre, al morir ella se rompió el significado de lo que en verdad significa esa palabra "Familia". Mi padre ha desarrollado una afición por el alcohol, bebe de Lunes a Viernes y esto me preocupa, después empezóa fumar mariguana pero las malas amistades lo han llevado a utilizar sustancias más letales que esa, la cual yo consumo con moderación. Hace unos días perdí mi trabajo por el mismo motivo y hasta la fecha no he encontrado uno nuevo, supongo que es por mi apariencia y mi vestimenta, no soy una mala persona. ¿Lo soy? Prefiero por mi parte imaginar que no lo soy, que soy diferente a mi padre y mi hermano que nunca está en casa, hace dos semanas que no viene a dormir y me preocupa en no saber si está bien, a mi padre parece no importarle en lo más mínimo, o ¿Será acaso que prefiere ignorar los problemas en casa? No lo entiendo, trato de entablar una conversación con él pero se niega a hablar conmigo seriamente, ha perdido completamente el sentido de lo que es la responsabilidad, de lo que ser padre significa en realidad. Hace unos días me echó de casa por reprocharle su poco interés en la desaparición de mi hermano Milan, así pasé la noche entera y parte del día en las fábricas abandonadas de RailTech Rotterdam. Últimamente ese lugar se ha vuelto un refugio para mí pues he pasado más tiempo en ese lugar en un día a comparación con el tiempo que paso en casa. Espero que todo mejore y mi hermano esté bien, que papá cambie su actitud con nosotros y seamos nuevamente una familia» Lanzó un suspiro y se dejó caer en la cama. El cuadernillo y el bolígrafo cayeron al suelo, cogió la orilla de la sábana debajo de él y se tapó parcialmente las piernas y cerrando sus ojos se decidió a dormír sin pensar en nada más, su tiriteo lo obligaba a permanecer despierto pero el cobijo de su tibio lecho lo hizo entrar rápidamente en un profundo sueño conforme pasaban los minutos y en posición fetal. El estómago de Adam reclamaba por algún bocado, se llevó la mano al estómago mientras permanecía recargado sobre el respaldo de su cama. Se puso de pie dispuesto a bajar por algo para comer. Puso sobre sus pies descalzos un par de sandalias acolchadas por una tela esponjosa y cálida. Los muebles a su alrededor parecían cobrar vida al igual que el suelo bajo sus pies que parecía formar pequeñas espirales que le causaban un constante mareo, centró su mirada sobre la pálida pared color azul y aquellos círculos parecían tomar fuerza para luego desvanecerse y volver a formar más espirales uno tras otro, su escritorio parecía mecerse como si de un barco en el mar se tratase y así mismo con lo demás muebles. Se recargó en la pared para abrir la puerta de su habitación y se dispuso a salir, el pasillo lucía oscuro y sombrío, más la tenue luz del exterior después de la lluvia se filtraba por la ventana al final del pasillo a algunos metros de su habitación, la blanca cortina parecía mecerse cómo si una ráfaga de aire entrase por aquella ventana que aparentaba estar cerrada y en definitiva se trataba de un ventarrón que hacía ondear aquella ligera cortina que cubría la ventana. La miró fijamente por unos segundos y balanceándose sobre si mismo se dispuso a cerrarla, el aire se colaba gélido, una especie de humo se colaba por aquella salida de aire, lo cuál le parecía extraño, estaba tan solo a un metro de distancia aproximadamente y el aroma cigarrillo llegaba hasta sus narices y una conversación atenuada logró llegar hasta su sentido del oído. —Ya estoy listo, solo estoy esperando a que mis padres estén completamente dormidos, quiero asegurarme de que noe sorprenderán llendome de casa. ¿Tú ya estás lista?— Un silencio se hizo presente. El joven escuchaba atento sin hacer ruido alguno. —¡Está bien!, llámame cuando puedas por favor.— Escuchó en una voz baja apenas audible. Aquella ventana estaba completamente abierta, Adam sacó la cabeza y mirando hacia un lado pudo visualizar las espaldas de su hermano sobre el tejado y un humillo levantarse y dirigirse hacía el interior de la habitación. Adam se coló por la ventana hacia el tejado del primer piso, lo cuál era algo en lo que tenía experiencia. Se puso detrás de su hermano cuidadosamente y este se giró al escuchar que alguien se acercaba. Con ojos enormes miró a Adam, sorprendido fumando un cigarrillo de tabaco que apagó al instante asfixiando la brasa con la áspera pared. —¿Que quieres? ¡Por Dios! ¿¡ Es que ya no puedo estar solo un momento?!— Refunfuñó. —¿Es- estás fumando? ¿Desde cuándo acá fumas?— —¡No es algo que te importe!— —¿Papá y mamá lo saben?— —¡No! No lo saben ni lo sabrán— Agregó antes de que este terminase de hablar. —Te vuelvo a repetir. ¿Qué quieres?— Mencionó adoptando una actitud más calmada mientras apoyaba sus espaldas sobre la pared detrás suyo. Los escasos cuatro metros de altura causaban una sensación de vertido mayor a Adam quien asomaba su mirada hacia abajo donde podía ver un par parte del patio lateral, una especie de pasillo angosto divido por la pared de la casa de al lado y poniendo un límite con una cerca blanca de madera en la parte del pequeño patio delantero que daba directo a la calle. —Escuché lo que decías. ¿Estás pensando en fugarte?— —¿Me estabas espiando?— Mencionó enfurecido Alek mirando de frente a su hermano, dejando de espaldas el espacio vacío en el cuál cualquier movimiento en falso podría provocarle una dolorosa caída. —No, no, no. Salí de mi habitación a buscar algo para comer y vi la ventana abierta, creí que mamá había olvidado cerrarla pero luego escuché lo que hablabas con Mandy— —No quiero...— Mencionó tensando su mandíbula y forzando su voz. —No quiero que menciones nada de esto a nuestros padres. ¿De acuerdo?— —Pero, ¿A dónde irás, Alek? —No - Te - ¡Importa!— Dijo en voz alta perdiendo ya la paciencia. —Pero, ¿por qué? ¿Por qué te quieres ir de casa?— —¿No es obvio ,hermanito?— Alek puso los ojos en alto y meneó la cabeza de lado a lado , aspiró hondo y soltó. —Estoy harto, Adam. Harto, hastiado de la autoridad de mi padre sobre mí, ¡sobre nosotros! No podemos hacer nada, ¿Nunca te has puesto a pensar, hermanito? ¿Cuándo fue la última vez en que papá te dejó elegir entre ir a la iglesia o ir a pasar una tarde con tus amigos o ir al cine a ver alguna película?— Adam negaba con la cabeza. —¡Exacto! ¡Nunca!— Centró su mirada hacia el inmenso vacío de la nada detrás de su hermano mientras permanecía en silencio. —Sabes que lo que haces está mal, verdad?— —¡Por Dios, Adam! ¿Qué tiene de malo querer un poco de libertad? Todo tiene un límite.— —Amanda, no es una buena opción. Perdona que te lo diga pero solo te ha causando problemas. Y tú brazo— Mencionó mirando el brazo aún vendado de su hermano. — sé cómo te hiciste eso, lo sé todo, pero no es lo importante. Amanda no solo te acarrea problemas a tí, sino también a mí, el hermano de Gustav no deja de molestarme, es como si me culpara por qué hay entre tú y Amanda— —¿De qué hablas? ¿ Ese imbécil te ha molestado? ¿Quien te contó lo de mi mano?— —¡Un amigo!— Mencionó tímidamente, su hermano lo miraba con el ceño fruncido. —¿Qué estás insinuando? ¿Me estás sugiriéndo que deje a mi novia? ¿Estás hablando en serio? Creí que tú... Ja, ja , ja Creí que tú eras el único de mi familia que aceptaba mi relación con Amanda. Que estúpido soy, ¿No crees?— Rió irónicamente dando un golpe en la pared donde él puño a lo alto de su cabeza. Adam se estremeció, el efecto del valium aumentaba la sensación de movilidad al rededor suyo causando un malestar en su estómago que le resultaba desagradable. —¡Alek, Tranquilizate!— Mencionó haciendo un ademán con sus manos sugiriéndo mantener la calma. —Y Amanda no es una mala elección, ¿De acuerdo? Nos queremos, lo demás sale sobrando, no te atrevas a decir nada en contra de mi novia. Tú sabes que soy capaz de...— —Tú sabes que te apoyo, jamás, jamás te he dicho nada en contra de lo que hay entre tú y Amanda, ¡lo sabes bien! Pero, irte de casa ¿De verdad tu anhelo de "libertad" llega ese grado?— intervino Adam —Me niego. Me niego a que mi padre tenga que controlar cada acción mía, no soy una marioneta, Adam— Su voz se entrecortaba sonando trémola entre frases, una frustración creciente le impedía hablar con facilidad. —No voy a estar a la voluntad de mis padres, quiero hacer mis propias cosas, estudiar mi propia carrera, quiero poder decir entre ser ingeniero o maestro y no un teólogo como él desea. ¿Tú ya elegiste no ir jamás a la iglesia?— Adam negó sosteniéndose en el marco de la ventana aún abierta. — Mi padre no te deja elegir, así es con ambos. ¿Dónde queda el maldito libre albedrío que dice que Dios nos dió?— Las palabras le habían sido arrebatadas y convertidas en un sinfín se pensamientos contradictorios. —¡Haste a un lado!— Ordenó el joven para entrar por la ventana, Adam se hizo a un lado y entró después de su hermano quien caminaba por el pasillo hacia su habitación, detuvo el paso y se dio la media vuelta hacia su hermano. —Y de esto... No dirás nada. ¿De acuerdo?— Adam hizo una seña con sus dedos simulando cerrar sus labios como una cremallera y lanzando una llave imaginaria. —Nada sobre mi fuga y nada sobre el cigarrillo— Terminó para proseguir su camino. Adam le siguió detrás de él a paso lento. Al entrar Alek a su habitación, Adam se sostuvo de las paredes con una de sus manos para evitar aquel balanceo que el vértigo causaba. Bajó las escaleras paso a paso, dirigiose entonces hacia la cocina y cogió uno de los pastelillos que habían quedado de aquella comida con los miembros de la iglesia, se sirvió un vaso de café de la cafetera y se sentó a la mesa a comer su aperitivo. Aquel alegato con su hermano se repetía en su cabeza, palabras al azar se hacían presentes provocando inquietud en el joven adormecido. «Me estás sugiriéndo que deje a mi novia? ¿Estás hablando en serio? Creí que tú... Ja, ja , ja Creí que tú eras el único de mi familia que aceptaba mi relación con Amanda. Que estúpido soy, ¿No crees?» « ¿Nunca te has puesto a pensar, hermanito? ¿Cuándo fue la última vez en que papá te dejó elegir entre ir a la iglesia o ir a pasar una tarde con tus amigos o ir al cine a ver alguna película?» «No quiero que menciones nada de esto a nuestros padres. ¿De acuerdo?» Retumbaba en su cabeza.
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