El mundo a su alrededor parecía haberse quedado en un completo silencio, solo estaban ellos y la ferviente necesidad de que sus labios siguieran unidos después de esa majestuosa sesión activa de cardio, en la que sus cuerpos hablaron más que sus bocas. Afuera las cosas estaban tranquilas, las ordenes habían sido muy claras, Mauridcio no quería que le molestaran y por ello todos estaban cumpliendo aun mas las rondas que le sabían sido asignadas. Antes de que Jocelyn llegara todos tuvieron que presenciar la forma en la que desquitaba su rabia con el pobre guardia de Grecco que se disponía a seguir a todas partes a la Generale, el hombre había sido atrapado justo cuando pretendía seguirla después de salir de la subasta, pero Filiphe, quien ya lo tenia visto desde antes lo tomo desprevenido

