Gavin entró a la mansión de su madre con pasos medidos, sus sentidos alerta mientras observaba cómo Olivia era acomodada en una de las habitaciones del ala este. Las enfermeras ayudaban con cuidado, ajustando almohadas, acomodando mantas y asegurándose de que Olivia estuviera cómoda, mientras él y Colton supervisaban con precisión. Todo debía ser perfecto; cualquier descuido sería inaceptable. Olivia se mantenía sentada en la cama, algo pálida, con la mirada débil, pero con un atisbo de alivio por la atención que recibía.
—Ahí… ahí está bien —dijo Gavin, corrigiendo suavemente una almohada tras el respaldo de Olivia.
Colton asintió y acomodó una manta sobre los hombros de Olivia.
En ese instante, la puerta principal se abrió con un crujido elegante, y la figura imponente de Margaret Bla
