El aroma a café recién molido llenaba el aire, mezclándose con la suave música instrumental que flotaba entre las mesas del local. Era media mañana en Dallas, y la luz del sol se filtraba a través de los amplios ventanales del Café Rosewood, tiñendo de oro los tonos crema de las paredes. Emilia llegó unos minutos antes de la hora acordada; vestía una blusa color marfil y unos pantalones beige que destacaban la sencillez elegante que la caracterizaba. Se había prometido no ponerse nerviosa, pero su pierna temblaba bajo la mesa mientras removía el capuchino con movimientos mecánicos.
No sabía exactamente qué esperar de aquella reunión. Gavin le había insistido —«se llevarán bien, son parecidas»—, y aunque confiaba en su criterio, la idea de encontrarse con la mejor amiga de Colton (y de Gav
