Gavin se detuvo un instante frente al fregadero y la observó mientras ella enjugaba los platos. Su respiración se volvió más lenta, pero su mente no dejaba de repasar las últimas horas que había pasado junto a ella, recordando que nunca había querido pasar tanto tiempo con nadie, como lo deseaba con ella. Esa cosa tan intensa que sentía por Emilia era abrumadora; su cuerpo quería acercarse, atraparla entre sus brazos y hacerle tantas cosas, pero sabía que debía contenerse, porque tenía pensada otra idea para la noche. Entró al baño principal y cerró la puerta tras de sí. Buscó en los cajones, pues sabía que allí debía haber lo que buscaba y no se equivocó. Encontró algunas velas y un frasco de aceite de lavanda y sándalo. Con movimientos medidos y deliberados, comenzó a colocar velas alre

