Gavin bajó las escaleras del edificio con pasos firmes. El frío de la noche calaba hasta los huesos, pero no lo sentía; su mente estaba ocupada únicamente en una imagen: Emilia. Había pasado el día entero con esa obsesión, convenciéndose a sí mismo de que no era un enamoramiento como Colton había sugerido, que no pasaba de un deseo que necesitaba saciar, un impulso que debía liberar para dejarlo atrás. Sin embargo, mientras se acercaba a su coche, el corazón le latía con fuerza. No era amor… por supuesto que no. Era algo distinto. Era una necesidad intensa. Una necesidad que no podía ignorar. [...] El ascensor del edificio de su departamento abrió sus puertas y él entró sin prisa, como si llevara todo el día esperando ese momento. Las llaves tintinearon en su mano mientras buscaba abrir

