Tres días, eso fue más que suficiente para poder recuperarme de ese resfriado. En cada momento, Gabriele estuvo a mi lado y fue demasiado atento.
La fiesta que había organizado la señora Winchester había sido dejada para el día de hoy, la rutina fue exactamente la misma, muchos estilistas arreglándome y haciéndome mil cosas.
—Vaya, en serio que te encuentras preciosa —la nana de Gabriele entró al cuarto —, pero no entiendo por qué te siento un tanto incómoda.
—No es nada, tonterías mías.
Me miré en el espejo, tenía tantas dudas en mi mente y había cierto temor con las cosas. Solo esperaba estar a la altura de todo esto.
—Vamos, quiero que me digas cuáles son tus angustias, niña mía —la nana de Gabriele se puso detrás de mí y colocó sus manos en mis hombros mientras me veía a través de
