—Hola— Amy lo saludó abriéndole la puerta para que entrara. Desde que había muerto su esposa, Markus la visitaba siempre que tenía tiempo, Amy como siempre era un apoyo totalmente incondicional para él. —Hola, amor— entró y depositó un tierno beso en su frente. —¿Estás bien?— le preguntó preocupada. —Ahora lo estoy— Amy asintió con una sonrisa y lo abrazó con ternura, permitiéndole sentir su apoyo y cuánto lo amaba. —¿Quieres algo de comer? —No, ya he comido, solo necesito tu compañía — respondió sin soltarla. —Ven— lo tomó de la mano y lo llevó al sofá, dónde ambos se sentaron. —¿Está bien si me quito la chaqueta y la corbata?, hace calor. —Es aún mejor si yo te lo quito — los ojos de Markus se encendieron de deseo, hacia mucho, mucho tiempo desde la última vez que estuvier

