CAPÍTULO 3. MONOS EN LA CARA

1960 Words
Samantha no pudo dejar de sentirse avergonzada, mientras veía como el agua expulsada chorreaba por el rostro de Luke, en realidad no fue esa su intención, pero al escucharlo pedirle colocar un anuncio en los medios digitales buscando esposa, no pudo aguantar la sorpresa, incluso pensó que había entendido mal.   Queriendo reparar el daño, sin ver, tomó una servilleta recogida de encima de su escritorio, sin darse cuenta de que se trataba de la misma utilizada para lustrarse los zapatos de negr0, por lo cual le manchó todo el rostro, aparte de eso las pelusas blancas soltadas, se entremezclaron con la crema de zapato y la cara del hombre quedó hecha un desastre.   Parecía un pequeño, cuando se ponía a jugar con témpera o alguna otra sustancia, definitivamente estaba hecho un desastre, verlo de esa manera producía risa en ella, no obstante se contuvo ahogándola con una tos, mientras pensaba en una forma de poder decirle lo de su rostro.   —Lo siento señor, quizás no lo escuché bien —manifestó esperando haberse equivocado y que las últimas palabras dichas por él antes de su ahogo, las hubiera oído mal.   —No tienes por qué disculparte, has escuchado muy bien, necesito coloques ese anuncio lo más pronto posible. Debo encontrar la esposa perfecta, trata que a partir de esta misma tarde sea publicado el anuncio, para el mismo lunes comenzar a hacer las entrevistas, aunque quiero mucha prudencia, no levantar mucho alboroto, debemos ser discretos.   » También requiero tu ayuda para escoger a mi futura esposa —declaró con seriedad—. Digo porqué como tú eres tan anticuada como mi abuelo, quizás puedan tener gustos similares y facilitarme el trabajo. Tal vez es probable, que entre nosotros dos podamos conseguir un equilibrio —pronunció, mirándola de forma, aparentemente despectiva. Ese gesto hizo crecer en Samantha un sentimiento de resentimiento, por sentirse minimizada.   Si, después de todo Samantha no tenía madera de santa, todo lo contrario era bastante rencorosa, le costaba perdonar y siempre buscaba de una u otra manera, desquitarse de aquellos quienes le causaban mal y no es porque en su hogar no la hubiesen enseñado valores como amar a su prójimo, poner la otra mejilla, perdonar, entre otros buenos valores instruidos por las familias cristianas, simplemente era porque en su ADN, no se encontraban esos genes, o no sabía cómo diablos llamar eso.   —¡¿Me escuchaste?! —exclamó Luke en un gesto exasperado, porque le pareció que la mujer no le estaba prestando atención a sus palabras.   » Samantha, ¿Qué te pasa? Pareces idiotizada mirando mi rostro. ¿Acaso terminaste cayendo en mis redes? Habías tardado en enamorarte de mí, aunque lo entiendo, no hay ninguna asistente, secretaria, cualquiera poseedora de cromosomas XX, capaz de resistirse ante mí —pronunció con soberbia. Sus palabras causaron malestar en Samantha, estaba buscando la forma para decirle lo de su rostro, pero al verlo tan creído y arrogante, desistió de la idea, ese hombre no se merecía ninguna tregua de su parte, era insufrible, intolerable  e insoportable, se sonrió con alegría por la anticipación provocada por saberlo siendo objeto de burla de quienes lo vieran.   —No me pasa nada señor, a decir verdad, si estoy mirando su encantador rostro, hoy tiene un hermoso color —agregó con sarcasmo, mientras su yo interno, no dejaba de burlarse de la idiotez del hombre.   —Bueno, me voy a la sala de conferencia, ahorita tengo una reunión de trabajo con varios inversionistas alemanes y suizos —señaló alzando sus cejas con suficiencia—. Espero cumplas mis instrucciones sobre el anuncio —repitió y salió sin ofrecerle un vistazo más.   Una parte de ella, le aconsejaba para que le avisara como tenía el rostro manchado, la otra no, más bien la movía a acentuar su problemática, al final está se impuso. Caminó hasta la pequeña habitación donde estaban las llaves de paso del agua blanca y las cerró, luego fue a la cocina y botó toda el agua de los filtros, de la nevera, después entró sigilosamente a su despacho y sacó todas las botellas de agua y las escondió en el depósito del cual solo ella tenía la llave.   *****   Luke entró primero a su oficina, tomó la agenda, donde siempre anotaba los puntos a tratar en sus reuniones y caminó a la sala de conferencias.   Hizo la conexión, luego de saludar, comenzó a exponer sus puntos.   —Señores, la industria de las telecomunicaciones, tiene ventajas y desventajas, si bien es cierto la demanda continúa aumentando en todo el mundo y que esto puede propiciar una expansión continua, especialmente en el mundo en desarrollo…   Se interrumpió porque le causó suspicacia, que desde el mismo momento cuando empezó a hablar, sus interlocutores lo miraron con una risa contenida, al principio no le prestó atención, sin embargo, a medida de exponer su presentación, la sonrisa de ellos se fue ensanchando hasta convertirse en burla, al punto de que no pudo soportarlo y soltó enojado.   —¿Qué pasa? ¿Tengo monos en la cara? —inquirió molesto, sin importarle el hecho de que la gente con la cual conversaban, eran sus futuros socios de negocios.   Cuando hizo las preguntas, una explosión de carcajadas surgió desde los diferentes lugares de conexión y uno de ellos se atrevió a interrogarlo. —¿Se ha visto el rostro?    De inmediato él llevó una de sus manos a la cara y se la pasó, al mismo tiempo de responder con otra pregunta.   —¿Qué tengo? —mas al tocarse, se regó la mancha del rostro, al mirarse la mano, cayó en cuenta— ¡¿Qué diablos es esto?!   Se levantó al baño para mirarse al espejo y vio su rostro cubierto de una sustancia cremosa de color negr0, abrió el grifo del lavamanos, pero no salió una gota de agua, no pudo contener su enojo y gritó con fuerza.   —¡Samantha Lewis! ¡Juro que voy a matarte!   Su grito fue tan fuerte que la joven escuchó con claridad en su oficina, no pudo evitar sonreír, porque el enojo del hombre era la satisfacción de ella. Se levantó y caminó con premura a la sala, cuando lo vio hizo una expresión de sorpresa.   —¡Santa cachucha! ¡¿Qué le pasó señor?! —preguntó con aire de inocencia, abriendo su boca y cubriéndosela en un gesto de incredulidad.   Luke se quedó viéndola con desconfianza, no sabía por qué, aunque no sé tragaba ese cuento, ¿Cómo pudo pasar desapercibido para ella su rostro manchado?   —¿Vas a engañarme fingiéndote inocente? ¿Me crees estúpido, para siquiera pensar que no tuviste nada que ver con esto? —preguntó con evidente molestia.   —¡Por supuesto que no! —exclamó— ¿Acaso me cree capaz de verlo así y no decirle nada, cuando sabía de su reunión? Me duele saber el mal concepto manejado por usted hacia mi persona —expuso aparentemente dolida.   Lo cual hizo dudar al hombre, pensando que quizás sus sospechas no eran ciertas.    —Lo siento Samantha, eres mi principal sospechosa, tú llenaste mi rostro de agua y luego me limpiaste, pudo haber sido en ese momento —. Ella hizo una expresión de ofendida y Luke terminó sintiéndose mal por desconfiar de ella —, olvidémonos de eso, tenemos ahora un problema, porque no hay agua y eso me parece muy extraño, puedes ubicarme una botella de agua, para lavarme.   —Claro, por supuesto, ya se la busco —salió de la oficina de Luke y se sentó en la suya a sacar un trabajo pendiente, mientras dejaba transcurrir un lapso prudencial, para simular que estaba buscando lo solicitado.   Minutos después se levantó y se dirigió al despacho de Luke con una expresión de pesar, mientras su conciencia le remordía en su interior "Samantha, estás pasada de hipócrita, me dejas sorprendida de tu habilidad ¿Cómo puedes simular inocencia, cuando tú y yo sabemos la verdad?"   "Pues pepita grilla, es tu palabra contra la mía", respondió a su conciencia, mientras la acallaba para que dejara de atormentarla y caminaba a la oficina de su jefe.   —¡Lo siento señor Luke! Pero no encontré ni un solo botellón de agua —manifestó con pesar.   —¿En serio? No te creo, ¿No encontraste siquiera en el depósito de insumos? —preguntó con incredulidad.   —No, lo siento hoy no traje la llave, no sabía iba a necesitarla —se lamentó con tristeza.   Luke se quedó viéndola, de repente percibió un aire de satisfacción, pese a ello, se dijo "Ella no tiene motivos para querer vengarse de mí, nunca la he mirado, si no como una secretaria y no me gusta en lo más mínimo, ni siquiera un mal pensamiento despierta en mí. Además ella será inteligente para conocimientos seculares, sin embargo, no tiene la malicia suficiente, como para poner zancadillas, es una tonta", sonrió con lástima, definitivamente ella era incapaz hasta de pensar mal.   Entretanto Samantha pensaba "seguro está sopesando los pro y los contra y está llegando a la conclusión de que soy demasiado tonta para hacer algo malo. El tonto eres tu Luke, incapaz de ver más allá de tus propias narices. No sé cómo ha podido llegar a ser un exitoso empresario".   —Será mejor que me vaya, necesito quitarme esto, iré a mi departamento, está más cerca para ducharme, porque intenté retirarme todo esto con un papel y no pude hacerlo —habló gesticulando hacia su rostro—, nos vemos el lunes a primera hora.   Ella respondió a su despedida con un leve gesto de cabeza, el cual al parecer, no fue del agrado del hombre, porque dibujó una mueca y salió con una postura de enfado, apenas Samantha lo vio retirarse, dejó salir la risa que estuvo conteniendo, definitivamente hacerse la tonta, era un trabajo demasiado duro, pensó.   *****   Luke, salió tratando de ocultar su rostro, mientras rogaba no ser visto por nadie y aunque regularmente él se dejaba crecer un poco su barba, el día anterior se la había quitado, por lo cual no pudo disimular sus manchas; no obstante, existía una premisa en el universo, cuando quieres esconderte, más personas te ven.   La primera persona fue un excompañero de la universidad, Bryan, uno de los empresarios más prósperos en la ciudad de los Ángeles.   —Hola, Luke, venía a conversar contigo ¡¿Qué diablos te pasó?! —exclamó el hombre sin dejar de observarlo. Debió tardar, para explicarte lo sucedido, luego vio a dos personas más, al final llegó frustrado a dónde tenía estacionados varios de sus automóviles, dónde lo esperaba uno de los guardias de seguridad.   —Señor Moore —saludó y se quedó sorprendido viéndole el rostro.   Debió dar de nuevo una explicación, le dolía la lengua de tanto repetir las mismas palabras.    —Pero es extraño, el agua no se ha ido, tampoco se ha informado de ningún mantenimiento y cuando estos se hacen, los realizan los días domingos, para no interferir en el buen funcionamiento de las instalaciones del edificio —expresó el hombre con un poco de desconcierto.   —¿Está seguro de sus palabras, señor Estévez? —interrogó con duda, porque de ser cierto, solo significaba que su "tonta secretaria" lo había engañado.   —Completamente venga y le muestro —lo llevó hasta uno de los sanitarios y comprobó sus palabras.   —¡La voy a matar! ¡Maldita hipócrita! Definitivamente en esos seres no se puede confiar —expresó molesto.   Caminó deshaciendo los pasos con destino a su despacho, porque eso no se quedaría así, Samantha Lewis lo iba a oír.     “Para todo problema humano hay siempre una solución fácil, clara, plausible y equivocada.” Henry-Louis Mencken.
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