Mamá golpeó con sus dedos la puerta del cubículo en el que me encontraba encerrada, llevaba pasaste tiempo allí, mis ojos se veían un poco rojos e intenté por todos los medios que el maquillaje en mi mejilla no cayera gracias a mis lágrimas.
El abrigo que tenía en ese momento estaba hecho un asco, húmedo por mi llanto y la mancha seca que pertenecía a la sangre de la herida de mi muñeca, mi mente me reprochó que debía limpiarla y hacerle curación, sin embargo, mamá no me dejaría pedir un botín, ella no iba a permitir que la gente sospechara que, tal vez, nuestra familia era una farsa.
Recogí mi cabello en una coleta alta, de esa manera no se vería tan desordenado y mi cuello podría captar más miradas que mi cara, era algo que Madison Bridge me había enseñado. Un truco del modelaje.
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