El autobús que nos llevaba a la muralla china estaba demasiado lleno, me sorprendía la cantidad de turistas al igual que la falta de espacio. Era como si él estuviera sobre mí, y no existiera el espacio personal para nada.
—¿Siquiera sabes c***o? —, le pregunté y él asintió —. ¿Cuántos idiomas sabes, por el amor de Dios?
—Bueno, mis padres se esforzaron en darme los más estrictos estudios desde que era un niño, un día dijeron que debía aprender una lengua que fuera de un país lejano y me hicieron elegir entre el español y el c***o. Me incline por el c***o porque lucía más artístico —explicó y se encogió de hombros.
—¡¿Elegiste el c***o sobre el español?! —, le di una palmada en el hombro.
—¿Por qué suenas como si te hubiera traicionado? —, me miró indignado.
—Bueno… —No sabía que de
