Cuando llegamos al puerto me sorprendí por la primera impresión que me dio la ciudad, al no ser la capital esperaba ver un ambiente lleno de pescadores y naturaleza, pero frente a mi se encontraba una ciudad muy desarrollada llena de grandes edificios y puentes largos y grandes que reflejaban la presencia de un buen tráfico. El chico de ojos verdes me arrastró por el muelle al ver que la fila se movía y yo seguía estática mirando la ciudad a lo lejos. Al salir del muelle entramos a un edificio con suelo de baldosas blancas y personas uniformadas que nos guiaban hacia la salida. Entonces, ya en el exterior procedí a desabotonar dos botones de mi camisa aguamarina porque hacía mucho calor. A la derecha teníamos un largo terreno lleno de contenedores después de la calle que debíamos tomar, al