Observo el balcón de mi habitación ese que dejo abierto todas las noches por el simple hecho de que me gusta escuchar el sonido de las olas contra las rocas, el viento trae con él un delicado olor a sal y arena, solo hace que mis ganas de tirarme incrementen.
Algo peludo se restriega contra mi pierna, al bajar la mirada me encuentro con una bola de pelos grisáceos y esponjados, llamado Black, mi gato de 4 años es un mimado podría decirse que hasta más que yo, me agacho con la intención de acariciarlo y sale corriendo.
—Gato odioso— Murmuro, con solo esa acción me hizo sonreír, ruedo los ojos y camino alejándome del balcón.
Observo el reloj en mi mesita de noche, son las 7:10 am mi entrada es a las 8:00 entonces decido darme una ducha, recojo mi cabello en un moño un poco suelto y entro en la ducha dejo que el agua se caliente un poco, agradezco a Dios que mi hermano me haya dejado la habitación con un baño, puesto que me resultaría algo incomodo salir y encontrármelo.
Busco una toalla y como de costumbre la olvide, suspiro un tanto derrotada cuando será el día que no se me olvide algo, la alfombra bajo mis pies logra darme estabilidad para no caer y hacer un desastre, salgo del baño y voy directo al armario saco una toalla blanca, esta es mi preferida su tela es de durazno con los bordes tejidos de un color dorado sencilla pero bonita.
Una vez con la toalla amarrada a mi cuerpo busco que ponerme, pero antes de siquiera dirigir mi mirada a aquel objeto la puerta de mi cuarto es abierta bruscamente.
—Buenos días duend…– mi hermano se queda quieto con el balde de agua en las manos y yo solo levanto una ceja– ah este ya estas despierta ¿no?– sonríe nervioso y se rasca la cabeza con la mano que tiene libre.
— ¿Qué querías hacer con eso Marcus?– pongo mis manos en mi cadera y el solo sonríe – ¿es enserio? ¿No te cansas de molestar? Más bien ¿Qué haces aquí?
—No seas amargada, Rebeca te mando a llamar ya está listo el desayuno a este paso vas a parar a vieja de tanta amargura que te cargas ¿lo sabes no? – dice eso mientras se da media vuelta con el balde en manos.
—Aja y eso a ti ¿en qué te afecta? – detallo mi armario y hoy solo me apetece estar cómoda, levanto algunas prendas hasta que por fin consigo la camisa que tanto amo, es algo ancha de un color lila sin ningún tipo de escote o dibujo.
—Por eso no tienes novio– murmura Marcus será crabrón.
—Hijo de pu…– sale riéndose y yo solo quiero ahorcarlo, idiota.
Termino de buscar mi ropa y encuentro un pantalón ancho algo desgastado de un azul cielo con algunas manchas más claras que el color del pantalón y busco mis tenis blancos, no es que sea insegura con mi cuerpo simplemente me gusta estar cómoda y mi vestimenta varía según mi estado de ánimo y hoy es este.
Me deshago del moño, mi cabello cae libre y sutilmente por encima de mis pechos y lo aplaco un poco con mis manos me aplico un poco de brillo en los labios, estoy lista.
Salgo de mi habitación y bajo las escaleras rápidamente, hoy es el último día de preparatoria por lo cual no tengo apuro pero si hambre, atravieso el pasillo el cual es de un color verde manzana y cada cuadro en la pared solo logra traer el pasado al presente.
Camino más rápido ignorando las cosas a mi alrededor, atravieso el comedor y paso directamente a la cocina veo a Marcus hablar algo con Rebeca sus facciones solo demuestran cansancio y resignación al verme se quedan callados, me siento al lado de Marcus y espero paciente a que hablen …Rebeca es la primera en hacerlo.
—Lya… sabes que no me gusta ocultarte nada y es mejor que lo sepas antes de que estén aquí– creo saber lo que me van a decir y sé que no me va a gustar – tus padres vienen a pasar el verano aquí.
En cambio Marcus es la viva copia de su padre, piel oscura, cabello enrulado, castaño oscuro, rasgos fuertes, mandíbula cuadrada, corpulento, su personalidad es… algo tosca es amargado, serio, desconfiado, penoso, impulsivo, pero en el fondo es cariños y sobreprotector.
Cuando ellos empezaron su relación yo tenía 15 años tengo 18 y ellos a sus 22 y 23 años de edad se siguen amando y desbordando miel como novios primerizos, aun después de casados y justamente por ellos creo en el amor.
—Entiendo… se me quito el hambre Rebeca– suspiro y miro el reloj que cuelga en la pared 7:45 con una excusa salgo de el lugar– me tengo que ir se me hace tarde.
Me levanto de la silla dispuesta a irme pero Marcus me detiene agarrando mi brazo con suavidad.
—Lya por favor necesitamos hablar.
— ¿Hablar? ¿Para qué? Ya dijeron que venían entonces los esperaremos con ansias– jalo mi brazo de su agarre, le doy un beso en la mejilla a Rebeca y hago lo mismo con Marcus.
Salgo de la casa con mi bolso en la espalda, y camino en dirección a la preparatoria, sé que no es culpa de Marcus pero simplemente hablar de ellos me causa cierto malestar, no me malentiendan amo a mis padres pero los prefiero lejos que cerca, por algo me vine a vivir con mi hermano.
Bajo el bolso de mi espalda y busco mis audífonos, una vez encontrados los conecto a mi teléfono he caminado unas 5 cuadras me faltan 2 más para llegar a la prepa, solo veo casas con un horrible color amarillo mostaza o chillón.
Paso por el centro del pueblo y observo un carro nuevo es de 4 puertas y de un color blanco papel es una camioneta, está estacionado al frente de la casa de los señores Smith son unos ancianos amables pero muy criticones bueno nada mas la señora Smith ellos originalmente son de Londres, por lo que cuentan quedaron enamorados de las costas y la alegría que el pueblo ofrece, y dejaron a su familia en Londres, y solo a veces vienen sus hijas la mayoría del tiempo solo son ellos dos el señor Smith es un ex coronel y su esposa una ex militar los dos se jubilaron y decidieron disfrutar los que le queda de vida aquí.
Todas las casas de este vecindario son caras y privadas puedo observar como del carro se bajan tres muchachos y una señora que no debe pasar de los 30, observo a los chicos y desde aquí solo logro ver que son altos supongo que son los nietos e hija de la señora Smith.
El muchacho más alto voltea en mi dirección, de los tres hermanos él era el más corpulento, su cabello rubio estaba despeinado como si siempre lo revolviera con sus manos, sus ojos de un verde intenso me miraban con extrañes, su apariencia era una belleza común de Inglaterra pero aquí por donde fueran esos tres hermanos van a resaltar.
Me sonrió coqueto y decidí continuar con mi camino pero antes de irme le saque el dedo medio y le devolví una sonrisa falsa.