Esta vez nos quedamos en su casa, todo está oscuro, Carmen no está, tuvo que viajar a ver a su hija que esta de parto, y está cuidando a sus nietos. Pasamos a la cocina, tomo un vaso de agua, Zayd estuvo callado todo el viaje, incluso cuando puse mi habitual ritual en su coche, ya saben eso de bailar, y hacerlo reír. Apague la música en cuanto vi su expresión meditabunda, nada del Zayd de la mañana. No me gusta esa expresión en su rostro. Le sirvo un vaso de agua, lo toma todo de un golpe.
-Vamos a la habitación.- tomo su mano y lo conduzco.- Mi amor….- lo llamo.- No te pongas así, estamos juntos.
-Ella tiene razón, mientras sus padres no firmen el acuerdo que les mande, no se puede romper nada. Estoy en una encrucijada. Y no sé qué más hacer.- suena atormentando.
-¿Cómo hacen en esto
