Capítulo II

1801 Words
Narra Vanessa. Escuchaba atenta las palabras de mí madre. No podía creer que me hubiese comprometido con  Daniel Betson: un tipo sin escrúpulos, mujeriego y cruel. Tenia mucho dinero y además era el hermano del presidente de la república y por esas razones era un "gran partido" según ella, quién se divertía con controlar mí vida a su antojo, pero esto ya no lo soportaba más, y menos ahora por lo que acababa de decirme ¿Quién era mí madre? La alcaldesa de la ciudad, y una mujer corrupta como todos en este maldito país.  —Como mi única hija mujer debes velar por el futuro de nuestra familia así como lo ha hecho tu hermano—mencionó recordándomelo, ambos eran ambiciosos, mí hermano se había casado con una mujer de alto prestigio político—.Mí cargo terminará en dos años, mientras tanto tu matrimonio con Daniel nos abriría muchas puertas económicamente y políticamente hablando—agregó tomando de su café. —¡¿No has pensado en mis sentimientos?¿Por qué siempre me ves como una maldita venta ?!—le grite ya harta de sus injusticias y de su maltrato. —Déjate de dramas, todos en esta familia hemos hecho cosas que no nos orgullecen, pero que nos han servido para tener dinero y poder—contestó serenamente, como si nada—. Aunque tu no quieras te casarás con Daniel y punto—sentenció mirándome seriamente. —¡No me voy a casar con él, primero muerta que ser la tercera esposa de ese hombre!—le volví a gritar recordándole su otros matrimonio fallidos con otras mujeres de dudosa reputación. En ese momento, con mí respuesta la expresión de mí madre cambió: se miraba furiosa, se puso de pie y me tomó fuertemente del cabello. —¡Escúchame bien insolente, harás lo que yo quiera o sino yo mismo me encargaré de venderte a uno mis amigos especiales y te aseguro que desearás mejor casarte con Daniel que ir con ellos!—me dijo advirtiéndome de las consecuencias, sus palabras me dieron miedo, esos " amigos especiales" que tenía eran gente peligrosa, como asesinos, narcotraficantes y mafiosos, caer en las manos de uno de ellos sería vivir en un infierno mucho mayor que este—¿Entendiste lo que te acabo de decir?—preguntó. —Si—respondí con rabia y soportando el dolor en mí cabeza, después de mí respuesta me soltó. —¿Ves? Hablando se resuelven las cosas—dijo con diversión—. Ahora vete a cambiar y a ponerte bonita, precisamente Daniel vendrá a cenar está noche y ahí definiremos algunos detalles de la boda—dijo sentándose de nuevo.  No tuve otra opción que apretar los puños y salir de ese lugar tragándome las palabras que quería gritarle. —Fui a mí habitación donde lloré de la impotencia que sentía. No podía escapar de las manos de mí madre. Toda la casa estaba custodiada por guardias, era difícil escapar. Ni siquiera tenía una padre presente en mí vida, él decidió abandonarnos cuándo éramos pequeños todo antes de que mí madre se involucrara en negocios sucios y en la política. Ahora que tenía diecinueve años de edad, nunca supe de él. No sabía si vivía, o si tenía otra familia. Mí madre jamás lo siguió y mí hermano tampoco quiso saber de él al igual que yo. Poco después me sequé las lágrimas, y comencé a vestirme para la repugnante presencia de ese hombre. Elegí uno de mis vestidos finos y joyería de valor, me peine y maquille adecuadamente, no deseaba ponerme bonita, pero conocía a mí madre y sabía que si me presentaba de otra manera me golpearía como lo había hecho en otras ocasiones. Cuando llegó la hora, salí al comedor donde ambos estaban, mí madre, vestía elegantemente, era una mujer muy hermosa y todavía joven, ya que nos había tenido a temprana edad, pero toda esa belleza era opacada por su maldad. En otra silla estaba Daniel Betson, con un traje n***o y una corbata a rayas, varias veces lo había visto pero esta era la primera vez que cenaríamos juntos. —Te ves hermosa—dijo Daniel poniéndose de pie al verme. Él tipo físicamente no era desagradable, al contrario era muy atractivo: su cuerpo era corpulento, Cabello n***o bien peinado, una leve barba adornaba su barbilla. Era una lástima que en su interior fuera repugnante y cruel, sino quizás las circunstancias hubiesen sido diferente. —Gracias—le dije lo más cordial que pude aunque por dentro estaba enojada. Los tres comenzamos a cenar, y en toda la comida Daniel me observaba de una manera que me indicaba que tenía otras intenciones. Eso me incómodo, tuve que desviar la mirada para poder quitármelo momentáneamente de encima. Mí madre le ordenó a Olivia, la señora del servicio que fuera a descansar. Cada minuto que pasaba me parecía una eternidad, sobre todo cuando hablaban de los planes de la boda y su futuros negocio, ellos no cuidaban lo que hablaban frente a mí, jamás lo hicieron. Es de está manera que he conocido ubicaciones, tratos y nombres de clientes que mí madre ha tenido. Una vez que observé que habían terminado de cenar, me puse de pie y me despedí de ellos. En todo momento sentía la mirada de Daniel sobre mí, me dirigí hacía mí habitación con nerviosismo, cuando llegue me senté sobre la cama un poco aliviada; no obstante la puerta se abrió dejando ver a la persona quién estaba detrás de la puerta. —¿Qué haces aquí?—le pregunté a Daniel, poniéndome de pie, este no me respondió de inmediato, al contrario le puso seguro a la puerta.  —Vine por un adelanto matrimonial, tu madre salió un momento para dejarnos solos—respondió acercándose a mí con una mirada que me dio miedo.Al escucharlo trate de huir de mí habitación, pero Daniel me detuvo fuertemente con sus brazos, me acercó a él y olió mí perfume. Forcejeé con él pero no pude escapar—.¡Serás mía aunque no quieras!—exclamó lanzándome sobre la cama, él se colocó sobre mí, me sostuvo de los brazos mientras me besaba, sentir su tacto fue repugnante—. Tu madre me dijo que eras virgen y no sabes cuánto me enloquece eso—pronunció en mí oído en un tono lujurioso. Al escucharlo el miedo corrió por mis venas, no quería que mí primera vez fuera de está manera. La ambición de mí madre no tenía límite ¿ Cómo pudo dejarme sola con este hombre? Solo sabía que ella era un maldito monstruo y debía escapar como sea de este infierno. Cómo pude y resistiendo a sus asquerosas manos, Observé a mí alrededor y vi el florero de vidrio en mí mesa de noche, estiré el brazo para poder alcanzarlo, cuando lo tuve lo ataque en la cabeza. Los pedazos de vidrios se expandieron por toda la cama, Daniel quedó sobre mí sin moverse. Me lo quité de encima y lo miré con miedo, no sabía si lo había matado, me acerque temblando a él, tomé su pulso, y suspiré de alivió cuando verifique de que solo se había desmayado. Esta era mí oportunidad de escapar, mí madre no estaba en la casa y debía aprovecharla. Fui al clóset y busque ropa cómoda que me ayudará a salir de incógnita de la casa y de la ciudad como jeans, camisetas tenía, suéteres y gorra. Cogí una mochila, dónde guarde algo de ropa y las joyas que llevaba puesta, estás me iban a servir para obtener dinero, también tenían algo de dinero en efectivo así que lo guarde. Miré la hora en mí celular: 11:45 pm, luego lo dejé, no podía llevármelo. Cuando estaba lista salí de la habitación, hacía el pasillo, dónde me asome por una ventana a ver los guardias, estos estaban en sus lugares así que debía hacer algo para llamar su atención y distraerlo para poder salir. Luego de pensar en algo por fin tenia una idea, fui a la cocina (a esa hora todas las de servicio dormían) y busque algún encendedor o algo que me sirviera para hacer fuego y activar la alarma de encendió, solo encontré cerrillos, así que tomé un algunas mantas de limpiar y las encendí, de inmediato las coloqué cerca de la alarma de incendios antes que se consumiera y me quemaran. El plan funcionó, la alarma se activó, me asome por la ventana de la cocina y pude ver cómo todos los guardias venían al interior de la casa a ver qué había pasado, ese momento lo aproveché para escapar por la puerta trasera, con cuidado llegué hasta el portón principal, pero este tenía llave. —¡Rayos!—maldije, pero no estaba dispuesta a rendirme, no cuando estaba muy cerca mí objetivo, así que trepe por la cerca hasta llegar al la calle, cuando estuve afuera me alejé lo más posible hasta salir del condominio, el cielo estaba estrellado y el clima un poco frío, la calle estaba solitaria y oscura, a pesar que me moría de miedo, seguí adelante. Poco después visualice un taxi y lo detuvo, le pedí al taxista que me llevara a la estación, no podía quedarme en la ciudad, mí madre me buscaría por lo que le hice a Daniel ya que él no era cualquier persona y eso agravaba mí situación.  En el camino observé una tienda de empeños abierta las veinticuatro horas eso fue una señal para mí. Le pedí al taxista que me esperará, ingresé al local y vendí mis joyas. Una vez que terminé salí y subí al taxi de nuevo, no pasó muchos minutos cuando me encontraba en la estación. No sabía dónde ir, y más cuando a esa hora no estaban abierta todas las rutas. —¿Cuál ruta tiene abierta?—le pregunté al encargado. —En estos momentos saldrá un autobús a San Jerónimo, es la única ruta abierta—me respondió. No tenía idea donde quedaba ese lugar así que le pregunté. Él me dijo que quedaba al sur, y lejos de la ciudad. Era un pequeño pueblo que se dedicaba a la agricultura y ganadería, esto era perfecto para mí, porque así tardarían mucho en encontrarme, pagué el boleto y subí al autobús, este se puso en marcha quince minutos después. En el caminó me puse a pensar cuál sería mí destino ahora que estaba en libertad, era muy pronto para decir que todo estaría bien, pero por un par de horas podía sentirme feliz de estar lejos de mí familia. Solo esperaba que San Jerónimo fuera un lugar donde podría estar en paz, pero sobre todo para poder esconderme de las garras de mi madre.
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