—¿Entendiste lo que harás? —responde Enzo, acomodando mi cabello detrás de la oreja. Sonrío. —Lo entendí a la perfección. Él iguala mi sonrisa. —Espera a que pasen cinco minutos después de que salga antes de que empiece a moverte, ¿de acuerdo? Me muerdo el labio. —Tengo miedo —admito. —Todo saldrá a la perfección. Estaré afuera, esperando por ti. Solo confía. —Confío en ti —respondo—. En lo que no confío es en mi capacidad de llevar a cabo tu plan. —Eres lo suficientemente capaz. —Besa mi frente con ternura—. Esperaré por ti afuera, sigue el plan. Le devuelvo su abrigo y salgo de la habitación poniendo mi habitual cara de desprecio a todo aquel que se me acerque demasiado. Enzo sale dos minutos después de mí de la habitación y se va a su mesa, toma un par de tragos más mientras y

