Enzo POV Un par de horas después, despierto desorientado, me duele un poco la cabeza, pero no es nada comparado con lo que había experimentado antes de caer inconsciente. No hay nadie en la habitación, la cortina contigua está cerrada dejando oculto al ángel que ahí descansa. La puerta se abre y el doctor entra en la habitación acompañado de la misma doctora con la que recuerdo haberlo visto la última vez. Una mujer sumamente hermosa que dejaría a cualquiera boquiabierto, si mi corazón ya no estuviera ocupado y mis ojos no estuvieran hechizados ya por un par ocres achocolatados. —¿Cómo estás, Enzo? —pregunta el doctor. —¿Cómo esta ella? —pregunto a cambio viendo hacia la cortina. —Bien, estamos por trasladarla en un par de minutos —contesta la doctora rubia. Me giro en el acto para o

