Unos minutos después, se escuchó un leve golpe en la puerta.
—Juliette, por favor, abre.
—¡Lárgate, Saúl! —gritó ella, sin detenerse.
Del otro lado, Saúl suspiró.
—Por favor, escúchame. No quería que esto terminara así.
—¿¡Que no querías que terminara así!? —exclamó Juliette, abriendo la puerta de golpe, con los ojos llenos de furia—. ¡Jugaste con mi sueño de ser médica! ¡Eso no se hace, Saúl!
—Yo… lo siento de verdad…
—¡No, no lo sientes! —lo interrumpió, apuntándolo con un dedo acusador—. ¡Te inventaste una mentira sobre mi matrícula solo para que viniera a esta casa de locos! ¿Sabes todo lo que he soportado aquí? ¡Los gritos, las humillaciones, las trampas de Marieth!
Saúl bajó la mirada, avergonzado.
—No fue mi intención…
—¡Claro que no lo fue! —continuó ella, cruzando los br
