Juliette estaba sentada en una silla de metal en la pequeña sala de interrogatorios de la comisaría. Frente a ella, un oficial robusto con expresión seria la miraba como si no supiera por dónde empezar. Ella cruzó los brazos, completamente desafiante, mientras tamborileaba los dedos sobre la mesa. A su lado, Saúl apenas contenía la risa. —¿Quiere explicarme qué pasó exactamente, señorita? —preguntó el oficial con un tono cansado, ajustando su libreta de notas. Juliette se inclinó hacia adelante, con la mirada llena de determinación. —Por supuesto, oficial. Fui a la casa de esa señora porque su hijo, Liam, lleva meses acosando a Asher, el niño que cuido. Nadie en el colegio ha hecho nada al respecto. Así que, si el sistema no hace su trabajo, alguien tenía que actuar. El oficial levantó

