—Señorita Brown... —Irina sonaba más preocupada con cada artículo que añadían al carrito. —Esto es mucho —pensó con los nervios de punta. De verdad estaba preocupada. Algo que a Nyx le agradó, Irina parecía genuina. No era como las otras. Nyx levantó una ceja, sin detenerse. —De verdad, tienes que relajarte, Dudo mucho que tu amo se moleste por unas cortinas y floreros —inquirió Nyx. Pensando que Irina estaba exagerando. Irina respiró hondo, pero no discutió. En el fondo, sabía que Nyx tenía razón, pero, aun así, no podía evitar sentirse nerviosa por la posible reacción de Aleksei. Nyx también eligió unos espejos grandes con marcos dorados, perfectos para iluminar los pasillos oscuros de la mansión. Luego se detuvo frente a una serie de sillas decorativas y mesas auxiliares. Se inclinó

