Aleksei tocó sus muelas superiores con su lengua mientras una nueva sonrisa aparecía en su rostro ante la audacia de ella. Era pequeña, y aún así, su valentía era tan putamente grande, que, por primera vez, lo hizo reconocer el deseo que sentía por ella. La deseaba. La pequeña bruja era hermosa, inteligente, astuta y jamás se callaba y sumado a su cuerpo tan malditamente sexy, provocaba en él algo que no le gustaba, porque lo hacía sentir vulnerable, y al mismo tiempo, lo hacía sentirse más vivo. —Sal de aquí, Malyshka —dijo Aleksei sin apartar la mirada de la de ella, viendo su pecho subir y bajar por su respiración que, al igual que la suya, comenzaba a acelerarse. —¿Por qué? —preguntó Nyx sintiendo la necesidad de acercarse, con una sonrisa interna de saber lo que ella le provocaba.

