Valentina se quedó observando a Dmitry, se mostró orgullosa y desafiante contrastando con la expresión de desdén que él le lanzó antes de apartar la vista para secar las gotas de agua que escurrían por su torso. En el silencio que siguió, no hubo más que una extraña tensión entre ambos, y ninguno de los dos parecía dispuesto a romperla. Finalmente, Valentina decidió dar por terminado el encuentro. —Muy bien, Dmitry Antonov —dijo, en un tono que dejaba claro que no era una despedida ni una reconciliación —. Nos veremos luego —declaró ella, para después mostrar una sonrisa fugaz dirigida a Boris, misma que retiró cuando volvió a mirar a Dmitry y giró sobre sus talones saliendo de la habitación, sintiendo la intensidad de la mirada de Dmitry en su espalda hasta el último momento. Una vez en

