Después de lo que parecieron horas, Nyx salió de la ducha, envolviéndose en una pequeña toalla que apenas cubría su cuerpo. Sus pensamientos aún estaban revueltos, pero lo que más necesitaba ahora era silencio. Paz. Sin embargo, la paz fue un lujo que no tuvo. La puerta de su habitación se abrió de golpe, y Nyx alzó la mirada, sobresaltada, solo para ver a Aleksei de pie en el umbral, sus ojos ámbar ardiendo con una furia apenas contenida. —¿Qué pasó? —preguntó él recorriéndola con la mirada, su voz era como un trueno, cargada de enojo y preocupación. Dio un paso hacia ella, con sus manos apretadas en puños. Nyx lo miró. En los pocos días de conocerlo, jamás lo había visto así, tan encolerizado. Ni siquiera cuando asesinó a ese hombre en el club. Nyx jamás se había sentido como una pe

