—Raven nunca pierde, —respondió con confianza. El cuervo, como para confirmar las palabras de Alessandro graznó con más fuerza, levantando las plumas del cuello en un despliegue de autoridad. La noche continuó, y la tensión inicial se disipó poco a poco. Sin embargo, esa calma superficial estaba siempre teñida por la naturaleza de las familias presentes. En el mundo de los Moretti y los Brown, incluso los momentos de diversión podían convertirse en algo peligroso. Cuando Michele y Kath regresaron a su mesa, él la atrajo hacia sí, colocando una mano posesiva en su cintura. Mientras ella conversaba con Abbie y Sam, sus ojos seguían recorriendo la fiesta, asegurándose de que todo estuviera bajo control. Leonardo, por su parte, mantenía su atención en Raven y Ravenna, murmurando de vez en

