Esas palabras, tan simples y directas, tienen un efecto inesperado en mí. Me inclino una vez más, esta vez para besarla suavemente, dejando que el momento sea nuestro, lejos del bullicio y las tensiones que nos rodean. Kath aún está frente a nuestra mesa, sus ojos brillan con una mezcla de diversión y algo más, algo que no logro descifrar del todo. Cuando me lanza una mirada cargada de curiosidad, pero antes de que pueda preguntar, Kath se dirige a Nyx. —Nyx, en realidad vine hasta aquí porque quiero bailar con el novio, si me lo permites —suelta señalándome con su mirada. Nyx parpadea, desconcertada, y yo alzo una ceja, incrédulo. Kath no parece notar nuestras reacciones —o más probablemente, no le importan—. Su sonrisa es tranquila, casi retadora. —¿Conmigo? —pregunto, más por asegura

