No quería que hubieran más culpables con todo esto, sabía bien que de alguna manera se iba a derramar mi sangre. —Solo hazlo, no te detengas y tampoco seas débil al momento de hacerlo. No quiero que padezcas por mi culpa. Él tomó el látigo y lo sostuvo con fuerza, mentalicé esto antes de que siquiera la plata tocara mi piel. El primer golpe me quemó a un punto en el que pensé que estaban dejando caer aceite hirviendo en mi espalda. Me aferré a las esposas que usaban, luego vino otro y de esta manera la lluvia de latigazos comenzó. Si permanecía de pie era porque me sujetaba a las esposas que me sostenían, pensé en Dagny y esto me dio la fuerza que necesitaba para terminar de soportar el castigo tan injusto que me habían dado. —Suficiente —la voz de Olivia llegó a mis oídos —, creo que

